Viciosidades

Cuando abrimos tanto la mente, terminamos "aperturándola"

La profe Miliber respira hondo y trata de explicarnos de dónde diablos salió eso de "aperturar". ¿Lo justifica? No, no sea toche, te lo explica. Ya sabes que eso es lo que le gusta. Aunque esto no es un chiste

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¿Cuántas veces y en cuántos contextos has escuchado la palabra «aperturar»? En los bancos se empezaron a «aperturar» cuentas (como si uno ya no la pasara suficientemente mal solo buscando los requisitos [riquisitis]); muchos negocios comenzaron a «aperturar» sus puertas (ya por ahí comenzaron mal, mejor cierren de una vez); todos los meses se «apertura» alguna compañía (en Venezuela cierran, pero ajá, siendo así el ejemplo no me iba a servir); se ‘‘aperturan’’ procesos judiciales y las urnas electorales (pero equis, igual van a hacer trampa, al menos en Venezuela); juro que una vez escuché a alguien diciendo que estaba ‘‘aperturando’’ su sesión de Instagram (ojalá a las palabras también se les pudiese poner un filtro de esos).

Y un día de estos, hasta vamos a ‘‘aperturar’’ la mente y a ‘‘aperturar’’ las piernas, si tenemos suerte.

Muchos me han dicho ‘‘imagino que a usted como lingüista le sangran los oídos cuando escucha aperturar’’. Pues no… tanto. Los estudiosos del lenguaje no juzgamos la gramática de nadie, solo la analizamos (bueno, una cosa es la teoría y otra la práctica, eso no quita que de vez en cuando nos dé un tic nervioso o tengamos ganas de coserle la boca a alguien). Es por ello que siempre me repito que las lenguas se adaptan a las necesidades comunicativas de sus usuarios y no al revés.

Pero ¿decir ‘‘aperturar’’ es una necesidad comunicativa? ¡¿Ya no tenemos el verbo ‘‘abrir’’?! ¿Por qué tantas personas comenzaron a ‘‘aperturar’’? ¿Y si estas personas lo hicieron sin siquiera darse cuenta?

La ‘‘apertura’’ es un sustantivo definido como el acto en el que comienza algo; no es secreto para nadie que ese ‘‘aperturar’’ viene de apertura. Así, más que ganas de ponerme clavos oxidados en los oídos, me da curiosidad de dónde sale esta necesidad de aperturar o cómo llegó a formarse. Bueno, se trata de un proceso cognitivo y eso, a fin de cuentas, es una de las cosas más maravillosas de las lenguas.

¿Qué está pasando en nuestro cerebro cuando producimos y percibimos enunciados?

Las lenguas funcionan como rompecabezas; es decir, se trata de estructuras que se van armando o descomponiendo. Los elementos de las lenguas son piezas o patrones que se repiten y se reciclan. Así, de palabras como Twitter (en español Tuiter), puede salir el verbo Tuitear; pues se toma como base la palabra ‘‘Tuiter’’ y con la partícula ‘‘ar’’ lo convertimos en verbo porque en español los verbos termina en ar, er, ir. Al ser un verbo, se conjuga como tal: yo tuiteo (y burda), tú tuiteas, él/ella tuitea, nosotros tuiteamos, ellos tuitean…

Ajá, ¿qué hicimos aquí? Una descomposición de elementos, tomamos la raíz de la palabra y le agregamos la partícula ‘‘ar’’. También tenemos prefijos como el ‘‘in’’, el cual indica valor contrario o negativo a lo que expresa; por ejemplo: ‘‘intolerante’’ que refiere a lo contrario de ‘‘tolerante’’. Entonces, salió Nicole Moreno diciendo ‘‘Tengo que ser fuerte, jamás infuerte’’ para decir ‘‘débil’’, pero no le salió la palabrita. Luigi 21 Plus y J. Balvin terminaron sacando una canción donde dicen ‘‘Siempre papi, nunca inpapi’’ y Daddy Yankee diciendo ‘‘Siempre jefe, nunca injefe’’.

¿Son palabras que existen? ¡No! ¿Dio risa que la modelo chilena haya dicho eso? ¡Bastante! Su cerebro (suponiendo que tiene uno o al menos lo usa para inventar palabras) le hizo una jugada (para no decir mala), al buscar el contrario de una palabra y solo consiguió ese prefijo de negación ¡y lo mejor del caso es que, aunque infuerte no exista, se entendió lo que quiso comunicar!

Ajá, otra manera de verlo, ¿por qué un niño dice ‘‘cabo’’ y no ‘‘quepo’’? Si sabemos que el verbo es ‘‘caber’’ y no ‘‘queper’’ y la regla nos dice que los verbos con terminación en ‘‘er’’ se conjugan de cierta forma, como ‘‘com-er’’ (yo com-o) y ‘‘beber’’ (yo beb-o) (por supuesto usé comer y beber porque siempre lambucia, nunca inlambucia) y muchos otros donde se toma la raíz del verbo y se le agrega la partícula ‘‘o’’. Entonces, ¿por qué ‘‘caber’’ no se conjuga ‘‘yo cabo’’? Resulta ser que para complicarnos la vida existen verbos que son irregulares (como caber) o simplemente se evita que se escuche como raro (cacofonía) como en poner (yo pongo, aunque para mucho de ustedes sería ‘‘yo coloco’’ porque a veces ustedes son así), aborrecer (yo aborrezco) y ‘‘coger’’ (yo cojo o eso me gustaría).

¿Ves que sí tiene lógica que un niño diga ‘‘cabo’’ y no ‘‘quepo’’? ¡El cerebro del niño está repitiendo patrones! El problema social es cuando tienes más de 40 años y todavía te comportas como un niño, ya ahí sí estaría todo mal y no solo me refiero a la forma de conjugar caber porque al fin y al CABO eso se aprende.

Nuestro cerebro categoriza para organizar el pensamiento y estructurar todo en casillas; se organiza la información. En nuestra mente tenemos unas especies de gaveticas, y en lugar de medias, tenemos patrones lingüísticos y reglas gramaticales.

De vez en cuando todo se convierte en un desmadre, muchos se ponen locos jugando con estas reglas, por eso esa gente que quiere que todas las palabras del español estén en género femenino dicen frases como ‘‘millones y millonas’’. Yo supongo que el masculino de dólar es ‘‘dolor’’ porque es lo que nos da en el pecho cuando revisamos Dólar Today.

Ahora bien, ¿qué hace esa gente con esa estructura (aparte de cargarla)? Utiliza la partícula que usamos para femenino y se la agrega a todo; de este modo las mujeras terminan “sienda la motiva da felicidad de la puebla bolivariana”. ¿Les funciona? Es decir, ¿seguimos entendiendo el discurso a pesar de esas aes incontroladas? Realmente sí, terminamos entendiendo que se trata de un discurso totalmente ridículo, incoherente y sin sentido, pero que, dentro de los inventos extraños con las palabras, busca seguir reglas gramaticales. Aunque nada de lo que dicen está bien dicho (ni nada lo de que hacen está bien hecho).

¿Viste lo que puede hacer tu cerebro? Generar una cantidad gigante de enunciados (la mayoría pendejos) con tan solo 22 consonantes, 5 vocales y 5 dígrafos (combinaciones de dos letras) y esa es la base de todas las lenguas (no, no decir pendejadas): la economía. Tenemos un número muy limitado de palabras y un número muy limitado de reglas gramaticales, ¡fascinante!

Ya va, pero si las lenguas se rigen por ese principio, ¿quiere decir que tenemos que buscar la manera de usar menos palabras siempre? No es eso, en la vida real no hay límite de caracteres. Si ese fuese el caso, la comunicación no sería tan enriquecedora como realmente es. La economía lingüística es un principio que los hablantes utilizan de manera natural. Por eso, jugando con la lengua (upa… perdón, eso fue en otro artículo) terminaron usando “aperturar”.

“Aperturar” es un neologismo por derivación (palabra inventada), una palabra no necesaria, no correcta, pero que demuestra esa capacidad de crear palabras nuevas usando otras como base (aunque suene pésimo). El lenguaje es una capacidad innata y única de la especie humana, una facultad independiente de la inteligencia; es decir, cualquier persona aprende a hablar, sin importar lo estúpida que sea. Y no solo aprende a hablar, hasta puede terminar gobernando un país y destruirlo por completo en veinte años o en un “aperturar” y cerrar de ojos.

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