Opinión

Con "One Piece" quedó claro que Netflix sí puede cuando quiere

Hasta un reloj dañado da la hora dos veces. Y parece haber llegado el turno de Netflix de demostrar la máxima. Luego de múltiples y vergonzosos fracasos, la plataforma acierta de lleno con la adaptación del anime “One Piece”

One Piece
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Este no ha sido un buen año para Netflix, aunque el servicio de suscripción insista en lo contrario. De romper el pacto de no agresión con sus usuarios y evitar compartir contraseñas hasta desastres de audiencia y crítica, como “Agente Stone”, la plataforma atraviesa horas bajas. A eso, habría que sumar el hecho de que “The Witcher”, su serie insigne, debutó con una tercera temporada deslucida, mal narrada y tan poco relevante, que solo llamó la atención por la salida de Henry Cavill el protagónico. En pausa indefinida, es el más reciente fracaso de la productora.

Por lo que el estreno de la adaptación de “One Piece” preocupó a los seguidores del anime basado en el manga de Eiichirō Oda. No solo porque el proyecto parecía otro de los disparatados y ambiciosos planes de Netflix, que ya sufrió una derrota de imaginación y recursos conotro querido anime, “Cowboy Beebop”. También, porque la serie, que lleva al live -action una historia que abarca generaciones, sagas y numerosos escenarios, no es la selección inmediata para una plataforma que ha demostrado tener problemas para combinar medios. 

La lista es larga. El caso más conocido es la decepcionante versión cinematográfica del animado “Death Note”, que se volvió el hazmerreír de los seguidores. Más recientemente, la producción mexicana — estadounidense “El Elegido”, resultó ser otra puesta en escena de un cómic de Mark Millar que no cumplió expectativas. Por lo que había pocas esperanzas con una pieza de colección que abarca más de 1.000 capítulos y 24 años de transmisión, de que no fuera otro bache en el catálogo del streaming.

Solo que no lo es. En realidad, la serie es un triunfo en tantos niveles distintos que la gran pregunta que surge es el motivo por el cual a Netflix le llevó tanto tiempo entender lo obvio. En concreto: que no necesitaba volver más adulta, elegante ni más consumible, una historia con una personalidad definida, lo que fue su error garrafal con “Cowboy Bebop”, “The Witcher” y que pudo haber cometido con “The Sandman”, a no ser por la estricta vigilancia de Neil Gaiman, autor de la obra.

One Piece

El mismo fenómeno acaba de suceder con “One Piece”. Eiichirō Oda se mantuvo atento a los resultados y ejerció una cuidadosa disciplina que tiene un resultado en pantalla muy llamativo. La adaptación de Netflix no solo es brillante, divertidísima, con un corazón enorme, sino que, además, es fidedigna. Tanto, como para conservar intacto el aire emotivo, levemente surreal y absurdo del original. La producción deja claro de inmediato lo que es su relato: un cuento de piratas, con toda la desfachatez de las grandes épicas marinas. También, la búsqueda de un tesoro mágico entre un grupo de excéntricos, que terminarán por llevarse bien porque no tienen más remedio. Un elemento que distingue al anime y que parece engañosamente simple a la distancia.

¡Al mar, bucaneros!

En realidad “One Piece” toma elementos de, al menos, tres mitologías distintas y los mezcla en un cuento disparatado que atraviesa el océano, nueve arcos argumentales y docenas de sagas hasta demostrar su punto: vivir es algo más que una serie de accidentes y siempre hay un propósito subyacente Y que cada decisión lleva a un nuevo escenario capaz de demostrar que la vida es mucho más de lo que imaginamos y podemos concebir a primera vista.

Es una versión de la acción optimista, sin duda. ¿El motivo? Que su principal protagonista es un chico incapaz de entender cualquier razonamiento que no sea seguir en el mar, divertirse, soñar y apostar alto. Luffy (que llega a la ficción con el rostro de Iñaki Garay), es tan encantador como irritante. Una combinación de todos los estereotipos japoneses sobre chicos rebeldes que, además, se sublima en diez maneras distintas. “One Piece” se aleja del peso de Neflix como cadena y se convierte en un argumento nuevo. En una aproximación experimental, extraña y burlona, que incluso parece reírse de las reglas sutiles de la plataforma acerca de adaptar material secundario. 

One Piece

No, aquí nada es ordenado, con una estética de cartón piedra ni la intención de crear una franquicia. Al contrario, la felicidad de los personajes es contagiosa, la historia toca mil puntos y extrañamente, tiene el tiempo de profundizar en todos a la vez. Sus protagonistas son seres reales, con problemas y dolores matizados hasta hacerlos entrañables. “One Piece”, que reúne a un grupo de piratas tan extravagante como solo puede hacer el anime, llega a la pantalla pequeña, con la misma gracia, el espíritu indomable y la buena voluntad de creer que el mundo es, en esencia, bueno.

La sabiduría popular insiste en que incluso un reloj dañado, acierta a la hora en dos ocasiones al día. Netflix acaba de acertar en su desordenada carrera de obstáculos por el éxito. Si “One Piece” no tuviera una segunda temporada, será recordada por romper la maldición de Netflix de las malas adaptaciones. Un tesoro que estos piratas pueden agregar a manzanas superpoderosas y a la corona del rey entre corsarios.

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