Sexo para leer

Si las paredes del motel hablaran parte II: confesiones de un camarero

Cuando se trabaja en un motel, hay que adecuarse a la desnudez. Así nos lo explicó en la pasada entrega Arelys Mejías, ama de llave del Montaña Suites desde hace 11 años, pero Jonhatan Brito va más allá, confiesa que también deben lidiar con invitaciones a formar tríos.  

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¡Desnudos y más desnudos! ¿Y a esta gente no le da pena? —Pues no. Así lo afirman los empleados del motel de paso Montaña Suites, quienes nos contaron las experiencias más curiosas que han tenido en sus años de servicio para esta empresa.

La semana pasada les presentamos los relatos de una ama de llaves. Ella nos contó una serie de situaciones extravagantes, como la muerte de un viejito mientras tenía relaciones con una amante muy joven o sobre la lista negra, en la que anotan a los morosos o ladrones del motel.

Hoy les dejamos las historias de Jonhatan Brito, camarero de habitación del hotel familiar y el motel. Un tímido empleado que asegura que al cabo de un año trabajando en el área terminas por acostumbrarte a la piel. El trabajador  revela qué es lo que más consumen los clientes después de hacer el cuchi cuchi.

Jonathan UB 1

Antes de entrar en detalles, debes saber que el Montaña Suites es un complejo hotelero que queda a las afueras de Caracas, apartado del bullicio de la ciudad. Una de los atractivos es su vista al majestuoso Ávila que te ayudará a olvidar las colas y la delincuencia. Consta de varias áreas como el restaurant Terraza Galipán, la piscina (en la que se puede se puede pasar el día en familia), el hotel (cuyas habitaciones se pueden alquilar para estadías largas) y el área de motel con suites temáticas para los amantes de paso.

—¿Qué es lo más sórdido que has visto en tus años de servicio?

—He visto muchas cosas, como que he subido y los he conseguido en plena escalera. Me dicen: «chamo, pasa pasa. Ahí está la propina y todo de una vez”. Los consigo como Dios los trajo al mundo. Cuando uno ve eso, uno queda —como dicen— anonadado pero ya yo llevo 13 años trabajando aquí, en la piscina, habitaciones del área familiar y en el área de motel.

—Debe haber una historia en particular que le gane a todas las demás

—Una vez llegué a una habitación con un tragos de whiskey y me dice el señor: «pasa, ponlos ahí». Cuando la chama sale del baño me dice: “quiero que te quedes con nosotros”. Yo le digo que no puedo y asustado agarro el dinero y me vine. Pero al rato pidieron otro trago y quien estaba trabajando era yo. La chama me volvía decir y yo: «no no no». Volvió a pedir y le volví a llevar el trago y me dice: «te dije que quiero que te quedes con nosotros». Yo le expliqué: «no puedo, estoy trabajando». Yo no puedo poner en riesgo mi trabajo y me vine. A los cinco minutos, ella venía más atrás. Estaba como Dios la trajo al mundo. Bajó hasta aquí abajo y ya en el comedor. “Bueno y entonces”, digo yo. Estaba ahí el gerente y le expliqué: «la señora viene detrás de mí, pasó esto esto y esto. Ella quiere que me quede allá arriba». Después volvió a pedir un trago y no fui. No quería subir a esa habitación

Otras veces venía y se hospedaba por aquí, en la piscina del hotel, y me silbaba desde arriba. “Voy a bajar a la piscina para que me eches bronceador», me decía. Yo la atendía aquí en la piscina. Le llevaba una limonada o piña colada y ella insistía, pero no. Él señor que venía siempre con ella se quedaba tranquilo. Él no decía nada.

—¿La muchacha era bonita?

—Sí, bien bonita la muchacha. Buen cuerpo. Yo me acuerdo de eso porque de verdad me sorprendí de que ella andara detrás de mí.

—¿No te sentiste tentado?

—Ah bueno, eso es algo natural. Pero uno tiene que pensar con la cabeza y no con… (señala con la mirada a su entrepiernas)

Arriba en el hotel pasa mucho también que te piden que les tome una foto.
—¿En qué posiciones se toman las fotos?

—Bueno en las posiciones menos…

—¿Esperadas?

—Sí, sí. He conseguido ahí cualquier cantidad de cosas. Muchas veces están desnudos.

—¿Pero por qué entras, no se supone que hay una ventanilla por donde pasas las órdenes?

Sí, pero sucede que una vez que llegas a la puerta, la encuentras abierta. Hay muchos que dicen: “tranquilo hermano, pasa pasa” y te dejan la tarjeta adentro y el efectivo de la propina ahí en las mesitas.

También me pasó una vez que un señor pidió una botella de whiskey. En lo que subo, me doy cuenta de que era un señor mayor y estaba con cinco mujeres. Cuando llegué, las muchachas me abrieron la puerta y me dijeron: “bienvenido a la fiesta”. Yo destapé todo, les puse sus vainas y cuando salió el señor preguntó: “¿qué hace el mesonero aquí”? Yo le dije: «disculpe amigo, las señoritas me dijeron que pasara y les sirviera». «No no no, cobra cobra. Que cobre y que se vaya», gritó. Era un señor mayor, un viejito. Y cómo hizo para pasarlas allá abajo (en la recepción) ni idea.

Cuando esas cosas me pasan yo les digo: «No ya vengo, déjeme hacer los pedidos». En parte, porque muchas veces estoy full. Ya he superado esas etapas

—¿Qué es lo que más piden?

Los tequeños, clubhouses y piñas coladas. También tragos de rón y  cerveza. Ahorita como están los precios de las cosas, la gente pide mucha cerveza. También muchos traen su botella de afuera y piden aquí el hielo. Ya whiskey piden muy poco, son contados los clientes que piden whiskey ahora.

Se les cobra enseguida. Hay veces que los clientes dicen: “Ay hermano, dejé la tarjeta en el carro” y yo les digo que bueno, que yo necesito cobrar. «¿Pero puedes pasar en 10 minutos?», preguntan. Y yo paso en 10 o 15 minutos pero aviso allá abajo (en la taquilla de entrega de llaves): la habitación tal y tal tienen una cuenta por cobrar. Cuando paso a avisar eso allá abajo, veo cuánto tiempo tienen antes de que se les venza el tiempo de la habitación y paso luego a los 20 o 30 minutos, para que les de chance de consumir lo que tengan.

—¿Por dónde transita el personal de camareros?

Uno sube por las calles o por las escalera. Cualquiera de los dos lados cansan, pero ya uno sabe cómo es el trabajo. A veces subo por aquí y bajo por allá.

—Otra persona nos comentó que a veces se ven drogas o elementos raros en las habitaciones ¿Tú que a veces entras en ellas, has encontrado algo de eso?

No. No me he topado con eso.

Espera una tercera entrega de «si las paredes hablaran», que viene cargada de más relatos extravagantes. Recuerda que si te sientes identificado con alguno de esto cuentos, no te preocupes que ellos fueron reservados en cuanto a nombres y apellidos se trata.

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