Sexo para leer

#SexoParaLeer: La vez que conocí todo sobre el "squirt" femenino

Nuestro columnista "gozón" Euardo Hernández nos relata sus experiencia personal con ésta mojada condición de la sexualidad femenina de la que mucho se dice pero poco se sabe

Por: Eduardo Hernández
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Hace algunas semanas me reencontré con la mujer que es mi primera experiencia sexual real en mis años de juventud y quien ahora es una reconocida sexóloga, protagonista de varias portadas de libros y de uno que otro programa foráneo de televisión, “Tita”.

Luego de sorprendernos ambos por las pocas huellas que el tiempo transcurrido ha dejado en nuestras sonrisas, Tita y yo decidimos tomarnos un café y hablar un poco de todo lo que hemos vivido después de nuestra separación, ella se fue a estudiar a Boston y yo me fui a tirar piedras a la Central.

Mis pensamientos no dejaban de recordar cuando en mi volskwagen, con vidrios empañados en cierto auto-cine de los que habían en Caracas, le encontramos sentido a las «cuerditas» que estaban a los lados de cada puerta de mi carro: sus tobillos encajaban perfectamente en ellos y al mismo tiempo. Yo tenía mi camino abierto para divertirnos.

Sin embargo, sentado ahora frente a este mujerón, mis ojos nos dejaban de imaginar lo que había detrás de aquel escote 36-D que sobresalía de su blusa blanca de encajes. Obviamente, “estas 2” no estuvieron dentro del volkswagen en nuestros días pasados.

Tita, entre cuentos, risas y roces de mano, me contaba sobre como llegó a ser la conductora de un programa de TV y como ha aprendido mucho más en sus charlas y consultas que en los libros de sexología de la universidad.

Esta doctora y catira natural -por cierto- me habló sobre como ha aprendido de algunas chicas que tienen la capacidad de mojar a sus parejas justo cuando tienen un orgasmo, o lo que en inglés se conoce como «squirt».

El squirt o eyaculacion femenina es el líquido, claro y transparente que es expulsado por la vagina cuando se produce el orgasmo; sin embargo, no todas tienen la capacidad de producir esta “ducha tibia” por la ausencia, tal vez, de unas «glandulitas» internas que la evolución ha eliminado.

Lo cierto es que Tita me confesó que descurbrió, no solo que ella las tiene, sino que le encanta la sensación que le produce “mojar” a su compañero justo cuando un intenso orgasmo toca a su puerta.

Bastaron esas palabras, los recuerdos y el ambiente, para que en mi se despertara el deseo por conocer más a fondo de lo que ella me hablaba, y que mejor “teacher” que una experta en la materia de territorio conocido.

Propuse un encuentro sexual -meramente profesional- justo después de pagar el café. A lo que la doctora, respondió: “sí y ahora porque mi avión sale ésta noche”.

Nos fuimos y nos sentimos. Los años no habían dañado nuestras sonrisas, pero sí habían dejado una experiencia que mejoraba notablemente nuestro danzar.

Fue luego de varios momentos de intensidad rememorada cuando me dijo algo entre susurros y gemidos que siempre voy a recordar: “te voy a mojar”

Ella comenzó a estremecerse, a temblar y a gritar. Los músculos de su rostro se tensaron mientras se hundía en la almohada junto a sus rubios cabellos. Sus piernas me apretaban las caderas y sus uñas marcaban mi piel. De repente, por segundos, ella se congeló en un grito, con las mandíbulas apretadas y ojos desorbitados. Comencé a sentir como un chorro, fuerte, tibio y localizado, chocaba contra mi ingle, acariciando mis piernas, mis manos, mi piel… todo lo que había entre los dos, tenía entonces su marca, su olor y su calor.

Cuando soltó, quedó con la respiración agitada, inmóvils. No decía nada, pero sus espamos me mostraban lo bien que se sentía.

Me acosté a su lado, mientras pasaba su temblar, oyendo su respirar. Me encantó descubrir cómo esta mujer de mi juventud, luego de tantos años, me hizo entender que siempre tenemos cosas nuevas que aprender.

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