Sexo para leer

#SexoParaLeer: Ninfómana olvidadiza

Al empezar a besarnos todo se borra de mi mente,  lo que le da pie a Lucas para bajar mis pantaletas hasta las rodillas y darme sin parar con su inmenso miembro. Mis problemas de memoria me impiden recordar si he tenido un orgasmo o no la noche anterior, pero como soy una adicta al sexo y Lucas un sátiro el placer no deja de estar en mi vida

Publicidad

Sufro de la memoria después de una noche llena de tragos, una camioneta a 100 km por hora y un final espantoso. Tener esta condición hacía que no recordara si había tenido un orgasmo. Toda la noche lo pedía a gritos, sin importar cuántas horas me penetraran. El placer para mí no tenía fin. Mi amante, Lucas, me mentía cada vez que le preguntaba si había llegado al clímax.

Llevo grabado en una placa que cuelga hasta mis senos la dirección de mi casa y todo lo relacionado con mi vida por si algún día la memoria me falla por completo. Dentro de mi cartera cargo siempre un diario donde escribo todo lo que hago y siento. Mis próximos encuentros con Lucas se daban si leía mi diario, por lo contrario, fantaseaba con otros hombres. Así eran mis días desde que desperté con mi memoria perdida.

Una noche, a las 11:42 pm, Lucas trajo una botella de tinto que compartimos escuchando buena música. El vino me levanta el deseo de ser penetrada. Me gusta estar desnuda luciendo mi hermoso cuerpo, y considero que tengo una vagina que vale lo que pesa en oro. Quería sentirme la más atrevida de todas y me acosté en la alfombra con las piernas abiertas. Me tocaba como solo yo puedo hacerlo, metía mis dedos para lamerlos empapados de el néctar dulce y viscoso que fluye cuando estoy realmente excitada. Él solo me veía.

Con una voz de traviesa le pedí que me chupe hasta poder llegar en su boca. Según leo en mi diario, él suele apretar mis pezones al momento de yo explotar, por lo que mis orgasmos son más intensos y duraderos. Esa noche, le llené su boca completamente de agüita, y esto lo volvió loco.

Me encanta un hombre como Lucas. Él siempre saca provecho de mi condición, pero me cuida y mima bastante. Lo que más me gusta es que en nuestros encuentros, él me besa sin parar. Se me habrán olvidado las veces que habré llegado al clímax,  pero lo que si sé es que nada me para, siempre quiero más.

Cuando le pido cariñitos como una niña consentida, Lucas no escatima en complacerme. Pero las caricias vuelven a calentar el ambiente y  mi amante no pierde tiempo en penetrarme suavemente con su dotado miembro ¡Es tan morboso! Se me hace agua la boca, solo con escribir o leer sobre él.

Siempre pide que me agache para ver mis nalgas, yo creo que tantas aventuras las han hecho cada vez más grandes. A veces, en cuatro y con la almohada en mi boca, me da suaves nalgadas, hasta nublar mi mente. Entonces lloriqueo para que me penetre con fuerza y así lograr el anhelado alivio del orgasmo.

Mi memoria me ha hecho una ninfómana. Todo lo que está escrito anteriormente es parte de mi diario. Lucas sabe siempre cuántos orgasmos me sobrevienen en la noche, y cuántas veces le pido a gritos otra travesura.

Publicidad
Publicidad