Quien detecta el asunto, junto a su equipo, es la psicólogo Terri Conley, Ph.D de la Universidad de Michigan. La premisa consiste en verificar si la sociedad y la psicología social – la ciencia – promueven el hecho de la monogamia como el «deber ser».
Incluso de manera inconsciente. «Ni siquiera es que pensemos que sea lo correcto.» Afirma. «Es que pensamos que es la única manera.» Conley, quien se enfoca en las conductas sexuales de las personas con un equipo de estudio que conforma el Laboratorio de Sexualidades Estigmatizadas, puede concluir que la monogamia posee un arraigo histórico en la vida de la gente. Se sabe que hay un concepto que muchas personas establecen como forma de relación que es la No Monogamia Consensuada. Algo así como «somos pareja, pero podemos tener relaciones con otras personas». También puede llamarse «poliamor».
¿Pero cómo? Una encuesta elaborada entre 2000 personas arroja que las 617 declaradas no monógamas por consenso gozan de más felicidad sin términos como «traición» «engaño» «cachos» y demás. La funcionalidad de estas relaciones no monógamas no varía en términos felices de las que sí lo son.
Funcionan perfectamente. Hay tests desarrollados antaño en los cuales se determina el amor pasional de una persona hacia otra en escalas diversas. Así estés enamorado o no, puedes pensar en la última persona de la cual estabas enamorada y elaborar un criterio a manera de encuesta sobre cuánto sentimiento pudiese haber.
Esto está destinado a medir la fuerza del afecto que puedas tener sobre la persona en cuestión. Y siempre arroja el problema de los celos. De todos modos no es posible determinar científicamente qué podría proporcionar más felicidad o estabilidad, pero el modelo No Monógamo Consensuado es un hecho. A pesar de que exista el peor de los casos: Celos. Malditos celos.