Viciosidades

¿Y eso es un barrio?

25 de julio de 1567: esa es la fecha de la fundación de Caracas. La ciudad cumple 451 años y es difícil hablar de celebración. Hacemos un pequeño homenaje en tres miradas a parroquias emblemáticas de la ciudad: Asier Cazalis, músico, vocalista de Caramelos de Cianuro, se aferró a la suya hasta donde le fue posible

TEXTO: ASIER CAZALIS @AsierCazalis / COMPOSICIÓN GRÁFICA: GABRIELA POLICARPIO
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Como la mayoría de los hijos de académicos crecí rico en cultura y pobre en dinero. Entre Nueva York y San Agustín del Norte, entre Pennsylvania y La Pastora. Recuerdo muchas veces haber sentido vergüenza de decirle a mis compañeros de colegio en Caracas que vivía en La Pastora. “¿Eso es un barrio?” preguntaban despectivamente los niños del Cafetal y Prados del Este cuando les contaba. Sabíamos la diferencia entre una urbanización y una parroquia.

Por supuesto que con los años esa vergüenza se vuelve orgullo. En los círculos de mi juventud ser del lejano oeste me confería un aire exótico y salvaje. Yo era del corazón de Caracas, mucho más allá de la frontera de Chacaíto, que las niñas de bien jamás habían cruzado. Hasta que cruzaban.

Y eso es lo que extraño de La Pastora. Extraño La Pastora y El Alto Hatillo. Extraño a la avenida Baralt y Las Mercedes en una misma noche de farra. Extraño los imperdibles de mi chaqueta enredándose entre las lentejuelas del vestido de noche de una socialité. Una sola ciudad, una ciudad de verdad.

Me aferré a La Pastora lo más que pude, hasta el punto en que todo el mundo me decía: “¿marico, por qué no te has mudado?”.

Y me fui de La Pastora sabiendo que no iba a volver. La gente que me vinculaba a esa casa ya estaba muerta o fuera del país. Sin sentimentalismos, cerré la puerta del hogar en el que crecí, reprochándome mi tendencia de aferrarme demasiado, ese miedo al cambio que me había hecho quedarme de más en tantos sitios, en tantas relaciones.

Ahora me tocó pensar en mi amigo y maestro Evio Di Marzo, quien tercamente se negó a abandonar una parroquia que terminó matándolo. Evio sí se quedó de más.

Puse una canción suya y me fui con él a La Candelaria, a San José, a Altagracia. Me fui con él a La Pastora. Los edificios siguen ahí, pero esa ciudad ya no existe.

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