Ya está en cartelera "La vida secreta de tus mascotas 2", la nueva entrega de la película animada que explora la fantasía de las aventuras y sentimientos de un grupo de animales caseros concebida por Illumination Entertainment. Como en la primera versión, la venezolana Ana María Simon le da voz y personalidad a la gata Chloe. Conversamos con ella sobre su trabajo en esta producción
Habría que precisar ese momento en el que las grandes productoras de películas animadas para niños decidieron respetar más la inteligencia de su público y al mismo tiempo entendieron que las historias debían tener otros niveles de “lectura” para conectar también con quienes pagan los boletos y las cotufas: papá y mamá.
Illumination Entertainment tiene en su historial títulos suficientes para despuntar en esta categoría de películas infantiles que también son para adultos: “Despicable Me”, “Minions” y “Dr. Seuss’ The Grinch”, entre ellas. Y por supuesto, “Pets”. Mejor conocida como “La vida secreta de tus mascotas”, cuya primera versión –en la que los comediantes Louis C.K y Kevin Hart., aportaban sus voces- se estrenó en julio de 2016. Y desde entonces, claro, se esperaba una nueva entrega de las aventuras estrambóticas de estos animales caseros que incluyen perros, gatos y hasta un conejo con ciertos delirios de grandeza.
Esto dice el director Chris Renaud: “La primera película de Pets claramente hizo eco entre las audiencias de todo el mundo, específicamente porque se trataba de mascotas. Realmente tratamos de capturar a los animales tal y como son, tanto en su actitud como en su representación animada. Creo que también la premisa de qué hacen tus mascotas cuando no estás en casa fue tan simple y cautivadora que la gente no pudo resistirse a ver una película que respondería a ese enigma”. Es cierto. Y por eso recaudaron más de 875 millones de dólares en taquilla global.
Con la recién estrenada “La vida secreta de tus mascotas 2” tienes esa sensación de que ahora no te están hablando solo sobre el imaginario mundillo oculto del animalito ese que tienes en casa y tu relación con él. Ahora te quieren decir algo más. Algo sobre ser padre. Algo sobre el momento en el que el amor debe contemplar una dosis de desapego de acuerdo a los ciclos de la vida: no está bien que pretendas ser siempre tan sobreprotector con tus cachorros.
Y este es el foco que se centra sobre el personaje de Max, el terrier que antes se atormentó por la llegada de otro perro a casa y los cambios de vida que le tocó enfrentar tras el nacimiento del pequeño Liam. Renaud lo explica muy bien: “Max siente un amor incondicional por Liam, y efectivamente se convierte en su protector, su padre, su maestro, y al mismo tiempo asume la ansiedad de cualquier nuevo padre. Max ha pasado del desinterés absoluto, a no querer perder de vista a Liam. La película explora el comportamiento de los sobreprotectores padres helicóptero, que tienen tanto miedo de que su hijo se tropiece, se caiga y se raspe la rodilla, o que estén fuera del alcance de su vista, y solo pueden ver catástrofes a su alrededor. El viaje en esta película es en realidad la búsqueda que experimentará Max para darse cuenta de que por mucho que ame a Liam, tiene que dejarlo ir para que él desarrolle su propia independencia y aprenda a sobrevivir. Es una situación con la que los padres, o cualquiera que haya tenido un padre puede identificarse: tener personas a quien cuidar y amar, pero cayendo en cuenta de que nuestra función no es protegerlos de todo lo que sucede en el mundo, sino prepararlos para que aprendan a vivir por su cuenta”.
En paralelo a esta dinámica, el resto de las mascotas del edificio pasan por una aventura que raya en lo realmente peligroso, aparece un perro sabio y fuera de serie cuya voz aporta Harrison Ford en su estreno en el cine animado, y gana protagonismo una gata regordeta y divertidamente antipática a la que ya conocemos porque Chloe es así: inolvidable.
Y, por supuesto, la actriz venezolana Ana María Simon vuelve a aportarle personalidad a esta Chloe a la que llegamos a ver incluso un poco “colocada” con eso que llaman “yerba de gatos”.
-¿Cuál es el primer recurso que se te vino a la cabeza para darle voz a una gata gorda y displicente como Chloe?
-El primer recurso que se me vino a la mente fue la modorra. Y la honestidad, porque si bien Chloe no es particularmente simpática sí es particularmente honesta y eso forma parte de su antipatía. No a todo el mundo le gusta que le digan las cosas en la cara y Chloe no tiene ningún tipo de filtro. Así que cuando vi a Chloe lo primero que pensé fue eso, en flojera, en lentitud. Pero no en fastidio, ella se divierte.
-¿Alguna vez te habías puesto a pensar en cómo hablarían los gatos?
-No… es que creo que los gatos no hablan, ni siquiera entre ellos. Ellos observan. Son unos grandes voyeuristas y están todo el tiempo analizando lo que pasa a su alrededor y sacando sus propias conclusiones. Son extremadamente independientes, creo que tienen como una conversación interna con ellos mismos.
-¿Chloe es una gata marihuanera? ¿Qué es eso de yerba de gato?
-No creo que sea Chloe la marihuanera… creo que es la dueña. Fíjate que en la escena con la perrita en el sofá ella dice que su dueña le dio un poquito de yerbita, así que no es Chloe, es la dueña.
-¿Cambió el algo Chloe con respecto a su primera versión? -En personalidad no cambió nada. Lo que ahora tiene es más participación. En la primera entrega si bien era del elenco principal no tenía tanta participación, pero el feedback de la gente de alguna manera la “pidió”. Es lo que sentí como actriz al doblarla de nuevo: que había mucho más trabajo que hacer y eso es maravilloso porque eso significa que caló y que gustó a pesar de su antipatía. Pero ella sigue siendo la misma, lo que pasa es que ahora es más generosa con sus conocimientos y hasta acepta enseñar a los perros a ser gatos.
-¿Qué tanto se parece o se diferencia tu versión de Chloe de la hecha por la actriz Lake Bell?
-Creo que la primera diferencia entre Lake Bell y yo es el tono de voz. Esa entre las diferencias más obvias. Al final cada actor termina dándole un poco de sí mismo, de su propia esencia y como Chloe y yo somos bastante parecidas, pues me entregué en cuerpo y alma a este personaje. En voz y alma, mejor dicho. Al igual que me imagino que lo debe haber hecho Lake Bell. La verdad es que no siento muchas similitudes entre nosotras, cosa que me parece maravillosa porque cada idioma tiene una versión distinta y si eres de los obsesos como yo a quienes les gusta escucharlas películas en varios idiomas, pues vas a tener varias películas en una sola.
-¿En el trabajo de grabación tienes libertad creativa o hay un guión estricto?
-En el estudio hay libertad creativa en cuanto a la forma, pero no en cuanto al fondo porque, obviamente, hay un trabajo de guión importante que hay que seguir prácticamente al pie de la letra, aunque se hagan cambios pequeñitos allí mismo con el director, algún cambio de una palabra, una frase. Pero no puede haber tanta libertad porque pensando en cuadrar el lip sync no puedes inventarte tu propia versión de la película. Para eso está el guión. Pero en cuando a la forma como interpretamos nosotros a los personajes sí hubo mucha libertad. En la primera versión, de hecho, lo que se nos comunicó a todos los actores que éramos de distintos países es que querían escuchar esa sonoridad latinoamericana en la película. Cosa que si bien no es así al 100%, se logró bastante porque escuchas distintos acentos en la película. Hubo, entonces, libertad creativa en cuanto al personaje en sí, pero no en cuanto al guión.
-¿Cómo sería una película con Chloe como personaje central, pura yerba de gato y monchis?
-Creo que un guión con Chloe de protagonista sería un sincericidio de arriba abajo donde la protagonista sería como en “Liar Liar”, el personaje de Jim Carrey que no podía decir mentiras. Tendría que estar diciendo todo el tiempo la verdad y eso le traería muchas consecuencias. Creo que puede ser muy divertido: “La verdad de la gata”, o “Liar Cat”.
-¿Tienes o has tenido gatos?
-Tuve uno que recogí en la calle… Y fue el que me enseñó que soy alérgica a los gatos: no los puedo ni tocar. Los veía por ahí, me daba piquiña en la nariz y en los ojos y me hinchaba, pero hasta que no lo tuve en casa no me enteré que era realmente alérgica.
-Un giro triste de la historia…
-Jajajaja. Sí. Una lástima no poder tener uno porque los amo.
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