Venezuela

Testimonio: Contrabando de gente y extorsión en la frontera con Colombia

Personas atravesando un desierto guiados por “coyotes” criollos; policías, militares y bandidos; extorsiones y robos, contrabando de gasolina; camiones cargados de personas; una mujer muerta y abandonada por los viajeros a la intemperie del camino. No es la frontera “TexMex”, sino la Guajira entre Venezuela y Colombia.

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Relatamos la odisea de un venezolano que la semana pasada se reencontró con su familia colombiana, después de atravesar una de esas trochas que mantienen vivo el intercambio legal e ilegal entre dos países puestos de espaldas por la burocracia oficial y la retórica incendiaria.

Después de tomar un autobús hasta Maracaibo y desde la capital zuliana a Paraguachón, la localidad zuliana más cerca de la frontera oficialmente cerrada, el venezolano JC, de 42 años, comenzó la travesía para pasar a territorio colombiano. Iba con destino a Barranquilla, a encontrarse con su esposa colombiana y el bebé de ambos, de poco más de un año de nacido.

El transporte oficial llega hasta Paraguachón, desde allí hay que arreglárselas para cruzar a Colombia. Los mismos guardias nacionales le indican a los que quieren pasar dónde están los camiones y camionetas que llevan los pasajeros por esos caminos agrestes que facilitan el contrabando. Los pasajes cuestan entre 5.000 y 7.000 bolívares.

Lo más chocante es que el tráfico de gasolina, una de las razones argumentadas por el gobierno de Nicolás Maduro para cerrar la frontera con Ciolombia, permanece vivito y coleando.

«Sí, había pimpineros (los vendedores de gasolina al detal, en pimpinas). De hecho, pasaron unos camiones y ví cuando abrieron la puerta y le pasaron algo a los militares. Siempre les dan plata y los dejan pasar. Había pimpineros por toda la vía, en las trochas también había pimpineros», relata la fuente.

“El camión 350 lo que hizo fue cruzar la raya” (la frontera), hasta a unos 500 metros de la ciudad de Maicao, donde ni siquiera sellaron los pasaportes. «Me fui directo al terminal de autobuses».

“Nos adentramos por la zona de La Guajira. Esa verga sí es jodida, porque ahí todo el mundo manda en su tierra”, cuenta JC, todavía bajo la impresión y los malos recuerdos de un viaje de 12 horas entre Maracaibo y Barranquilla.

“Parecíamos unos de esos mexicanos huyendo desde México hacia Estados Unidos”, relata.

“Unos tipos salieron a robarnos, iban en motos, nos robaron lo que llevábamos. Una señora de las que estaba con nosotros se murió, tenía 70 y pico de años. La impresión fue tan grande que se murió pues, de un infarto, creemos que le dio un infarto. Nos quedamos ahí como una hora, porque estaban resolviendo, esperando a ver qué se hacía con la señora”, explica JC, quien prefiere preservar su nombre por temor a represalias.

“Al final la dejaron tirada en la arena. Cuando nos íbamos ya tenía hormigas y bachacos encima. Esa vaina es inhumana, pasar por ahí. ¡Yo llevé más sol no joda! Parecía un cangrejo”, dice a El Estímulo vía telefónica desde su casa en Barranquilla.

La señora vestía una blusa blanca y una falda floreada, larga. Era colombiana, al menos eso dijo uno que se atrevió a revisarle el bolso. Había estado sentadita en la plataforma del camión, donde viajaba con otras 32 personas, hasta el momento del asalto. Parecía sentirse mal y después se murió. «Los que nos llevaban mandaron a bajarla y a ponerla a un lado del camino para seguir hasta Maicao», explica.

“Esa es una ruta permanente, es un desierto. Nos han dicho que ha habido bastantes robos por ahí”, dijo.

“Me voy a quedar un tiempo aquí, yo no paso así más, yo no vuelvo a pasar así, es muy arrecho pasarlo de esa forma y no se tiene seguridad. A mí no me robaron porque lo que me traje fue un bolso y dentro del koala tenía un bolsillo oculto adentro en la parte de atrás. Nunca vieron que yo tenía dinero ahí. Cinco mil seiscientos bolívares que no empobrecen ni enriquecen a nadie pero que hacen falta igualito”, dijo.

“Eso es increíble, uno se adentra por la zona de los guajiros, pasamos como por 70 propiedades. Ponen mecates y cuando vas pasando les das 100, 200 y a veces hasta 10 mil bolívares. Si el guajiro es un señor de respeto tienen que darle lo que ellos piden”, explicó JC.

“Pasar por trochas, eso sí es feo. Y Maduro y que quiere acabar la corrupción y ahora es cuando está peor eso. A mí me iban a meter preso por decírselo a un guardia, pero se la canté. ‘Eso es mandato del presidente y yo no puedo hacer nada’, me dijo el guardia cuando le reclamé el mal trato”, cerca de El Limón, faltando pocos kilómetros para llegar a Paraguachón.

“Los guardias paran los camiones, bajan a la gente, piden cédulas. Es una manera de extorsionar. Vi cuando le daban un fajo de billetes de a cien a uno de los guardias. Policías, guardias nacionales, soldados, todos extorsionan”, afirma la fuente.

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