Venezuela

Adrián Solano, el símbolo de la Venezuela chavista

Adrián Solano se hizo famoso de la noche a la mañana. Pero no se hizo famoso por una buena acción, ni por una buena actuación, ni por una buena participación: se hizo famoso por una terrible derrota. Como Chávez. Quizás Venezuela es el único país del mundo donde las derrotas pueden convertirse en triunfos que duran, perduran… y destrozan. 

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Fotografía: AFP

«Fue una experiencia grandiosa. Sé que fui objeto de burla, pero yo estoy orgulloso», declaró Solano a la AFP en la noche del sábado tras llegar a su ciudad de origen, Maracay. Solano está orgulloso. Y yo me pregunto, ¿de qué estará orgulloso?…

Tengo preguntas y dudas sobre su participación en el Mundial de Finlandia. Porque eso de que alguien que jamás en su vida ha visto la nieve y que supuestamente practicó con esquís sobre ruedas (¿¿¿???) llegue a un Mundial como participante es más que extraño. Yo me imagino que para entrar como atleta se debe, primero, pertenecer a una Federación. Y en Venezuela no hay Federación de Esquí sobre nieve. Segundo, haber cumplido con una cantidad de requisitos que incluyen haberse medido en otras competencias eliminatorias. Tercero, tener un lugar en el ranking mundial de los esquiadores de alta competencia. Cuarto, inscribirse a través del Comité Olímpico Venezolano a falta de una Federación de Esquí sobre nieve venezolana… Si Solano no cumplió con ninguno de estos requisitos… ¿Cómo diantres llegó al Mundial? Alguien lo inscribió y alguien lo aceptó… ¿Quiénes? ¿Qué artimañas usaron, qué mentiras dijeron? ¿Nadie va a averiguar?… Porque a mí me queda claro que ahí hubo chanchullo. Un chanchullo bien grande.

Solano dice que la primera vez llegó a Francia “con sus ahorros”. La segunda vez fue a través de un financiamiento privado promovido por «un empresario finlandés», Aleksi Valavouri, quien a través de un GoFundMe recogió donativos de Rusia, Ucrania y Portugal. No de Venezuela. Yo, de haberlo sabido, no hubiera aportado ni un céntimo para llevar a un loquito que se cree esquiador a una competencia donde lo que logró fue colocar a Venezuela como el hazmerreír del mundo, lo que ya somos y no necesitamos refuerzos.

Me gustaría saber hasta dónde llegaría yo si mañana decido participar en las próximas Olimpiadas en natación, por ejemplo. Les aseguro que ni a la esquina de mi casa. ¿Qué hizo Solano entonces?

Pero más allá de todas las dudas que surgen a raíz de su inscripción, está su patética participación. Ni Cantinflas lo hubiera hecho tan bien. Y aparecen las comparaciones: mientras Solano ponía la cómica en las pistas de Finlandia, nuestros estudiantes universitarios de la UCAB y la USB ganaban el premio como la mejor delegación y mejor delegación internacional. La UCV se hizo con los premios de Best Delegate (mejor delegado), dos Outstanding Delegate (segundo mejores delegados) y una Honorable Mention (Mención Honorífica). Los muchachos estuvieron preparándose todos los días durante nueve meses para lograr esos merecidísimos triunfos, aparte de que fueron seleccionados entre los mejores estudiantes de sus carreras, un filtro previo a los nueve meses de preparación.

Nuestra Orquesta Sinfónica Simón Bolívar se prepara para participar en una gira a las ciudades de Barcelona, Viena y Hamburgo, donde interpretarán nada menos que las nueve sinfonías de Beethoven, para lo que llevan meses de intensa preparación. Los conciertos que dieron aquí la semana pasada fueron de una excelsitud memorable.

Adrián Solano, con su participación en el Mundial de Esquí, se ha convertido en el símbolo de la Venezuela chavista: improvisación, soberbia, impericia, mentiras, pifias y quién sabe qué cantidad de otras cosas, y encima, está orgulloso de ello.

Yo sé que la Contraloría General de la República no va a averiguar nada sobre este caso y como siempre, a lo que se sepa se le echará tierra. Ojalá los finlandeses publiquen cómo fue que Solano llegó a participar en el Mundial, para calmar nuestra vergüenza como el país del peor esquiador del mundo. Y para todos, que quede la lección que en la vida real no hay tal cosa como que los sueños se hacen realidad sólo con soñarlos. Los sueños que se hacen realidad vienen después de trabajo, trabajo y más trabajo, un valor que desapareció bajo la égida de la Venezuela chavista.

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