Venezuela

Homo Deus ¿Y si el mañana no es tan prometedor como parece?

La semana pasada escribí sobre el libro del profesor de Historia de la Universidad de Jerusalén, Yuval Noah Harari: “Sapiens: De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad” (2014). En esta oportunidad lo haré sobre la continuación; “Homo Deus. Breve Historia del Mañana” (2016).

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Foto: http://www.ideasfestival.co.uk

El  profesor Noal Harari parte de un hecho algo controversial. Comprendidas las razones que generan el hambre, las epidemias y la violencia (guerra), y teniendo el hombre a su disposición las herramientas para controlarlas, ¿a donde dirigirá la humanidad sus energías, conocimiento, creatividad y sobre todo reflexión? Está claro que estos problemas persisten hoy día, pero señala que las causas que los generan ya son entendidas no como hechos sobrenaturales, sino completamente terrenales, adicionalmente al hecho que hoy día la humanidad cuenta con conocimientos y medios para erradicarlos, pero simplemente la voluntad de algunos hombres, quizás no tan pocos, oscurecida por motivaciones, llamémoslas “egoístas”, presentes en unas latitudes más que en otras, impide que estos problemas sean atenuados, mucho menos erradicados.

Hambre, peste y guerras siguen existiendo, pero comparativamente con otros periodos históricos tienen menos incidencia en el desarrollo de la Humanidad. Si esta tendencia se mantiene (optimismo ¿estructural?) para lo cual se pueden esgrimir muchos argumentos válidos en contrario, ¿a que dedicara la Humanidad su tiempo libre?

La primera apuesta seria de la Humanidad, vencidas el hambre y la enfermedad, según Yuval Noah, será por la inmortalidad. Haciendo gala de su ateísmo nos dice que: morimos no porque una fuerza sobrenatural lo disponga así, sino porque nuestro cuerpo físico se desgasta o se malogra. Si la edad promedio de vida de los seres humanos se extendiera a los 150 años de edad, ¿Cuáles serían los límites de la edad de aprendizaje y productiva? ¿Qué haríamos con todo el tiempo libre, en el medio de una vida que se supondría sería mucho más fácil? ¿Cómo se manejarían los sistemas de pensiones? O en lo político, como señala el autor en su libro, ¿qué haríamos con un mal político que viviera 150 años?

La segunda apuesta de la Humanidad será la búsqueda de la clave de la felicidad. Imaginen vivir ¡150 años de infelicidad! El autor señala que la búsqueda de la felicidad que para Epicuro era un proyecto personal, tendría que ser un proyecto colectivo. Aquí ya comenzamos, por cierto, con la creación del “Ministerio de la Suprema Felicidad Social del Pueblo”.  (¿Ajá?). Desde el bien supremo de «la mayor felicidad para el mayor número», del filósofo inglés Jeremy Bentham en el S XVIII, pasando por el Estado de Bienestar de finales del S. XIX, la búsqueda de la felicidad, centrada más en la satisfacción de bienes materiales, más que espirituales, nunca ha dejado de ser un objetivo colectivo.

Lo malo, es que la felicidad, como señala el autor, no es solo un tema psicológico, sino biológico. Siendo este el caso, la felicidad tiene un techo de cristal. ¿Dónde está? ¿en que se basa? ¿Es parte de una dinámica bioquímica o esotérica? “Conseguir la felicidad verdadera no va a ser mucho más fácil que vencer la vejez y la muerte,” agrega Yuval Noah.

Buscando la felicidad y la inmortalidad los humanos pretendemos ascender a dioses. “No solo porque estas son cualidades divinas, sino también porque, para superar la vejez y la desgracia, los humanos tendrán que adquirir antes el control divino de su propio sustrato biológico.”

Allí entrarán todos los adelantos de la ingeniería: ciborg, inteligencia artificial, genética, nanotecnología, etc. y una vez remodelada la mente (ya está siendo casi omnipotente y omnisciente con el desarrollo de las redes) y el cuerpo del Homo Sapiens, desaparecerá, como ya lo hicieron otros homos en la historia de la evolución. Para Yuval Noah, este tema también se relaciona con “los frenos”, ¿quién le pone frenos al desarrollo científico y tecnológico y a sus efectos? ¿Cuáles serían las consecuencias, positivas o negativas, de ponérselos o no?

Yuval Noah señala que los últimos siglos de la Humanidad han estado centrados en la adquisición de más conocimiento, a veces a una velocidad vertiginosa, en donde el culto a la humanidad es lo más importante, aunque tiene implícitas las semillas de su caída. El Homo Sapiens es un animal, aunque hagamos todo para olvidarlo, no mucho mejor que otras especies, agrega.

Yuval se hace una serie de preguntas que trata de resolver a lo largo del libro: “¿Cómo llegó el Homo Sapiens a creer en el credo humanista, según el cual el universo gira alrededor de la humanidad y los humanos son el origen de todo sentido y toda autoridad? ¿Cuáles son las implicaciones económicas, sociales y políticas de este credo? ¿Cómo modela nuestra vida cotidiana, nuestro arte y nuestros deseos más secretos?¿Por qué los intentos de consumar el humanismo podrían suponer su ruina? ¿Cómo la búsqueda de la inmortalidad, la dicha y la divinidad puede sacudir los cimientos de nuestra creencia en la humanidad? ¿Qué señales auguran este cataclismo, y cómo se refleja este en las decisiones cotidianas que cada uno de nosotros toma? Y si el humanismo se halla realmente en peligro, ¿qué podría ocupar su lugar?”

El autor trata de responder todas estas inquietudes planteando algunas tesis que desafían en todo momento la espiritualidad de los seres humanos, para los que creen en ella. Somos y funcionamos como un algoritmo (aunque no hay acuerdo sobre una definición, tomo una que puede ser útil. Listas de instrucciones para resolver un cálculo o un problema abstracto) y no hay ninguna razón para creer que vamos siempre a dominar, inclusive, las propias creaciones que resulten de los algoritmos que creemos. Como, por ejemplo, un ciborg. En un universo en el cual la data es el paradigma dominante, nosotros seremos superados en algún momento por sistemas mucho más complejos que el del pensamiento humano.

Eso sin duda, es una amenaza para la Humanidad, pero la única manera según el autor, de atenuarla será dándole un nuevo sentido a la vida, a las acciones y pensamientos humanos, tarea harto difícil, en el estadio actual de evolución.

Lo importante a final de todo será no solo vencer los flagelos del hambre, la violencia y la enfermedad, sino no acabar con nosotros mismos. Pero no dejo de preguntarme desde todos los ángulos y aristas si ¿valdrá la pena?

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