Venezuela

“Busco y busco entre la basura porque no tengo nada que comer”

Dos hombres registran entre la basura en la avenida Orinoco de Valles de Camoruco, Valencia. Su aspecto no es el de dos pordioseros. No visten de manera andrajosa, pero su delgadez –que aumenta el tamaño de sus ojos y pómulos- sí es muy evidente. Es una escena que cada vez es más frecuente en distintas zonas de la capital de Carabobo.

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Texto y Foto: Tibisay Romero

“Yo busco y busco entre la basura porque no tengo nada que comer”, expresa José que acomoda su gorra para taparse un poco el rostro del sol. Dice que hasta diciembre trabajaba como asistente electricista con una compañía de extranjeros que cerró sus puertas y quedó desde entonces desempleado. El dinero que tenía se esfumó en enero de este año.

Aunque hurga en las bolsas en una urbanización al norte de la ciudad, su residencia está en la zona popular de Trapichito, al sur. “Tengo dos hijos pequeños, así que lo consigo en mejor estado se lo llevo en este bolso para mis niños, uno de 7 y otro de 8. También cuando la gente me regala algo se los guardo para ellos”.

A su lado otro hombre, muy flaco y tostado por el sol, revisa las bolsas también. Lo hace con mucho más cuidado, separa alimentos o restos de estos, de ropas y objetos que limpia con detalle. Su nombre es Emilio. Antes era ayudante de jardinería en conjuntos residenciales en zonas de Valencia y San Diego. Ahora se quedó desempleado y no ha encontrado cómo ganarse la vida.

“Yo estaba aprendiendo de paisajismo con los arquitectos que me tenían trabajando con ellos. Ahora he ido a varios edificios para ofrecer mis servicios pero me miran con recelo. Mientras consigo qué hacer debo tratar de sobrevivir. Busco entre la basura comida y otros objetos que si están en buen estado puedo venderlos baratos en mi barrio. Vivo por Ricardo Urriera”, explica Emilio mientras muerde un pedazo de patilla que halló en los desperdicios.

Los dos hombres aseguran que muchos días caminan largas distancias, del sur al norte de Valencia, para revisar las bolsas y ver qué encuentran. “Muchas veces la gente se para y nos regala algo de comer, un pan, un pedazo de fruta, unas galletas, por más que sea poco uno lo agradece. Yo siempre ruego a Dios que vuelva a conseguir trabajo, mis hijos no pueden seguir a este ritmo, yéndose a dormir con la barriga vacía”, advierte con rostro entristecido José.

-Podría aumentar esta situación-

José Antonio Gil Yépez, socio director de Datanálisis, afirmó esta semana en Valencia que para la población venezolana, en este momento,  el primer problema es el desabastecimiento, seguido de la inflación y luego la inseguridad.

“Se han perdido 1,5 millones de fuentes de trabajo entre 2015 y 2016, eso lleva a la población ya no a un problema de desabastecimiento sino a un problema de hambre que era impensable”, indicó.

“Cuando alguien quería hablar mal de AD y Copei decía que la gente comía perrarina –durante sus mandatos de gobierno-, lo cual no era totalmente cierto, pero es que ahora no comen perrarina, ahora la gente está comiendo es basura, no solamente personas en pobreza extrema, sino gente que no viene de la pobreza extrema, porque la vestimenta y el lenguaje corporal que uno ve a los que están comiendo basura es de cierto nivel de clase trabajadora y están en eso: comiendo basura”, dijo.

Valencia, la capital de Carabobo, fue considerada la ciudad industrial más importante de Venezuela porque en ella tuvo asiento de numerosas empresas que empleaban a profesionales, técnicos y personal obrero.

Debido a la crisis económica del país, muchas de estas fábricas y plantas han bajado sus santamarías y numerosos empleados han quedado sin sus puestos de trabajo; otros se encuentran bajo la figura de suspensión laboral en sus hogares, mientras se reactivan las labores de sus líneas de producción detenidas en diferentes empresas que funcionan en esta entidad federal del centro del país.

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