Venezuela

Los genios del mal y nuestro particular Síndrome de Estocolmo

Yo no sé, veo gente en las redes y en todas partes diciendo que la jugada del chavismo con la Fiscal fue magistral. Los veo admirando la supuesta maldad enrevesada de estos señores que, según su criterio, ponen cortinas sobre cortinas, jugadas sobre jugadas, cual genios del crimen.

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Yo no sé, yo no sé si de verdad todo esto lo ha pensado el gobierno con suprema maestría: no me imagino a estos señores diciendo, cual Chavo del Ocho bizarro: «Juguemos a que damos un auto golpe de Estado con el TSJ, y que luego se forma un escándalo en la OEA y en el país y que luego sacamos a Luisa dando declaraciones y que luego restituimos la ley y así hacemos como que demostramos que aquí sí hay separación de poderes…»

Yo no sé, en verdad que yo no sé, si estos señores son así de magistralmente perversos. Son malos y lo seguirán siendo, de eso no me cabe duda. Pero, ¿jugada magistral? ¿En serio? ¿Favoreció dicha «jugada magistral» al gobierno? ¿Salió el gobierno favorecido internacionalmente? ¿La OEA se comió el cuento?

Yo no sé qué pueda estar pasando al interior del gobierno, yo no sé de sus luchas internas, de sus alianzas y secretos. Creo ver allí más torpeza que otra cosa, improvisación dentro del hambre de poder.

Yo no sé, no sé qué decir. Veo las fotos de cómo quedó la cara de Juan Requesens y pienso en los detractores furibundos de la oposición, pienso en los guerreros del teclado, en los que casi con admiración malsana comentan las «operaciones magistrales» del chavismo. Y no sé, de nuevo no sé, me parece que allí hay algo que no está bien, que no tiene lógica, que está torcido.

Siempre he creído que pensar que en el gobierno tenemos una partida de «ignorantes, incultos que nada saben hacer y por eso nos tiene tan mal», siempre ha sido y será un grave error. Estamos muy mal, pero si realmente tuviésemos una partida de ignorantes en el poder, pues no habría durado ya casi dos décadas. ¿Les parecen tan bestias? ¡Vaya y sáquelos usted entonces! Pero yo no sé, alguna inteligencia y maldad deben tener los señores. Pero esa inteligencia y esa maldad, sí debo destacar, no son eternas ni intocables. Porque igual me parece un error hacerse a la idea de que son unos genios del crimen y de los ocultamientos.

Si ahora nos da por pensar que cada error que el gobierno comete es un acto supremo de maldad política, tampoco podremos hacer nada porque entonces usted y yo y todos los demás que queremos salir de esta gente, estamos, de antemano, más que derrotados. Es decir, ya bastante pisoteados nos encontramos como para ponernos a decir que cada movimiento del gobierno es una demostración suprema y admirable de astucia oscurísima. Si se piensa así de entrada, se tomará el camino equivocado. Porque el Mago de Oz no lo están poniendo ellos, sino usted. Usted mismo se está poniendo el Mago de Oz frente a su cara, cuando en realidad lo que tiene enfrente es a una gente que no está obrando trucos maravillosos de magia, sino equivocándose.

Hay que saber ver los errores donde están los errores. Y quizás, vamos a aceptarlo, la jugada sí desde el principio fue intencional. Vamos a conceder eso, sí, pero ahora pregúntese: ¿lograron lo que estaban buscando? Lo que yo vi que ocurrió en la OEA, la locura desesperada y los despropósitos de Moncada, no me hablan en absoluto de un éxito supremo de oscuras intenciones. Lo que yo veo allí es un empeoramiento de la imagen del gobierno de Venezuela por causa de los entuertos del TSJ y la charada de la restitución del orden constitucional. Y luego miro además las fotos de Requesens, y me vuelvo a decir que algo debe estar mal en nosotros, o en muchos de nosotros, o en algunos de nosotros, para andar admirando supuestas jugadas magistrales del gobierno.

No sé, quizás el que ve esas supremas tramoyas del gobierno es más inteligente que yo. Quizás esa persona sepa que yo soy un tonto buenista que cree que los seres humanos somos buenos por naturaleza. En verdad yo no creo que seamos tan buenos, creo que hay mucha maldad y muchos hijos de mala madre en el mundo, pero también creo que la maldad comete errores y que no debemos dejarnos rendir por esa especie de síndrome de Estocolmo que vislumbra detrás de cada acción del gobierno una estrategia endemoniadamente magistral. Si bien el gobierno suele llevar la delantera en lo que a jugadas sucias se refiere, es fatal conceder facilonamente que el gobierno lleve esa delantera por el simple hecho de ya estamos de algún modo «programados» para que pensemos así. Sí, es como un muy particular síndrome de Estocolmo, un enamoramiento enfermizo por la maldad o más bien la torpeza malsana del otro. Una especie sí de rendición adelantada, de encantamiento ante lo que me ha venido pareciendo, en ya varias ocasiones, improvisación, desorientación, y apresurada y torpe reacción del mal. Pero bueno, al final, hablando de maldades supremas, ¿no es acaso eso lo que quiere los señores del gobierno? ¿Eso, que los pensemos unos genios del mal, indestructibles?

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