Venezuela

Banana Republic

Claro que Vladimir Padrino López y sus colegas del Alto Mando Militar tenían pleno conocimiento de que la mayoría de la población no deseaba la Constituyente. Ahí están todas las encuestas de opinión para testificarlo. Es imposible que una maniobra de ese calibre sea digerida íntegra en una sociedad de masas, en las cuales todavía estén permitidas las estadísticas.

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Todavía más: en la privacidad de sus comandos, la cúpula militar venezolana tuvo que haberse sentado a evaluar a cabalidad los verdaderos resultados del Plan República del pasado 30 de julio, incluyendo los índices de participación. Cualquier interpretación objetiva y medianamente noble de la realidad venezolana de 2017 debió haberle dado al sector castrense suficientes elementos de juicio para concluir que todo el ejercicio electoral propuesto por Maduro tenía una matriz fraudulenta imposible de ocultar.
Acorralada y en minoría, la clase política chavista, en contubernio con los mandos militares, procedió a fabricar otra realidad. Tomó entonces el atajo de inventarse otro cuerpo legislativo y ha metido al país en esta tenebrosa calle ciega. La única manera que encontraron para poder seguir emitiendo leyes y disfrutando del poder luego de perder unas elecciones ha sido la que ha estado a la vista: lanzar una iniciativa que le planteara a sus adversarios, gracias al uso grotesco de la fuerza, unas bases comiciales tan inaceptables y humillantes que inhibieran a la Oposición de participar.
Gracias a Vladimir Padrino López, el Plan República, uno de los instrumentos más fiables y respetados de la vida política venezolana, traducción natural del profesionalismo militar en las consultas electorales, se ha convertido en un operativo de guerra para consolidar la imposición. La férula de un protuberante fraude público, que por esa misma causa ha generado la indignación existente en toda comunidad internacional. El nudo de la maniobra chavista lo tenemos a la vista. Cambiar las reglas. Mover la cancha. Alterar el score. Trocar los resultados. Crear otra liga: una donde no exista nadie con quién competir. No le importó a Padrino saber que la aplastante mayoría de los venezolanos, asediada con la hiperinflación y la escasez de medicamentos, no desea ya nada con Maduro. Ni siquiera para tomar una decisión tan delicada como esta de adelantar un proceso constituyente.
Por supuesto que Vladimir Padrino López no estaba llamado a “tumbar” a Nicolás Maduro. Nadie le ha pedido eso. Las demandas de la Oposición en estos turbulentos meses están a la vista. Tumbar a Maduro no es procedente, ni siquiera porque ha encabezado un gobierno particularmente deletéreo e incapaz, vertical y horizontalmente corrompido, cuyas nefastas consecuencias se van a sentir con particular dureza en los años que se aproximan.
Asumiendo como inevitable que, para preservar el valor moral de la ley, al gobierno de Maduro hay que dejarlo terminar, el llamado histórico de las Fuerzas Armadas era uno: obligar a los civiles de Miraflores a convivir con el Poder Legislativo. Reivindicar a una Asamblea Nacional recién electa, fruto de la voluntad de millones de personas. Con todo lo andado, claro que ya parece demasiado pedir.
Paga la población en este episodio, por cierto, el precio de tener una clase dirigente particularmente iletrada e inculta, que se siente con derecho a reinterpretar a su gusto las reglas de la convivencia política de acuerdo a lo que indiquen sus intereses, y de un liderazgo militar doméstico e inmediatista, extraviado en términos de perspectiva histórica. Es en las sociedades atrasadas, como la nuestra, donde emergen individuos sin visión nacional, sin aproximaciones integrales, que suelen confundir sus intereses personales con los intereses de toda la nación.
El drama venezolano lo podemos resumir en el título y el contenido de una de las últimas obras de Carlos Rangel: “El Tercermundismo” . Es una circunstancia descriptiva de la existencia, en el mundo civil, de políticos sin horizontes conceptuales, sin formación intelectual y sin principios éticos, que retrata con dramatismo nuestro subdesarrollo. Ha desaparecido, de momento, uno de los haberes más sagrados e importantes de estas décadas en la vida nacional en materia de convivencia: el honor y la integridad ante la derrota.
Vamos a ponerlo en estos términos: a ningún efectivo militar de Europa o de América Latina se le habría ocurrido lanzarse la peregrina “parada” que adelantaron las Fuerzas Armadas en contra de la mayoría de este país el pasado 30 de julio. Para cualquier militar del mundo civilizado, e incluso para cualquiera de la Venezuela de hace unos años, torcer la voluntad popular apoyándose en una piratería interpretativa de este tenor constituiría una circunstancia inconcebible. ¿Puede imaginarse el lector que un folcklórico episodio como éste pueda registrarse, por ejemplo, en la República Francesa?
Pero no. Padrino López confunde sus gustos, sus opiniones y sus intereses, con los de toda la población. Considera normal que se hayan producido 150 muertos en refriegas callejeras por falta de comida; se salta el substrato de la crisis nacional, y termina creyéndose sólo, por cuenta propia, que este remedo Constituyente es el resultado de un debate en el cual se han concertado las expectativas de la población.
La mesa golpista venezolana está servida. Es el Teatro de Operaciones del atraso. En Venezuela usted vota, pero usted no elige. Los factores de poder se cierran sobre sí mismos. Maikel Moreno y los integrantes del TSJ legislan por cuenta propia, sin los votos de nadie, consolidando la cultura de la usurpación. Las cuatro rectoras del CNE inhiben las demandas de la ciudadanía y amañan los términos de cualquier consulta, favoreciendo los intereses chavistas. Tarek William Saab hace de Fiscal Accidental: su misión es trocar la agenda de los casos de corrupción. Ocultar los casos más graves, los que puedan perjudicar a sus copartidarios, y ventilar otros: por el contrario, aquellos que puedan favorezcan la causa de su partido
Mientras tanto los venezolanos, parias de América Latina, emigran desesperadamente a todos los confines posibles, huyendo del infierno de la impunidad y el saqueo. El universo del hampa desbordada, de la escalada de precios, de la coima, del soborno, de la falta de empleos y del hambre. Avergonzados de su propio país; asediados ante una sociedad inviable, violenta y corrompida. Impedidos de ejercer la única soberanía que es válida en una nación, que es la soberanía popular. La que se ejerce a través del sufragio y que toda persona investida de autoridad está obligada a respetar y hacer respetar.]]>

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