Venezuela

Nadie tan fuerte, nadie tan débil

Compleja. Difícil. Dura. La situación de la oposición hoy se presenta muy complicada, al menos en el corto plazo. La mayoría de la gente está decepcionada, desesperanzada y buscando a quién echarle la culpa.

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FOTOGRAFÍA: AP

Pienso que no fue un error haber ido a votar. La abstención no hubiera contribuido en nada a este nuevo y profundo deterioro del régimen venezolano ante el escenario internacional que vivimos hoy. Si la ANC fue un craso error del chavismo, la abierta parcialidad del CNE hacia Maduro y sus secuaces en estas elecciones regionales (no haber permitido las sustituciones de candidatos buscando confundir al electorado, las reubicaciones de los centros donde la oposición obtuvo más votos en 2015, los “votos asistidos”, la operación morrocoy en tantos centros el 15O) aunado a las intervenciones del Plan República de no permitir la instalación de ciertas mesas, las acciones de los colectivos armados donde reprimieron y amenazaron a testigos y a votantes, fueron errores que pagarán aún más caros.
En el mundo civilizado donde el voto es un derecho y no una odisea, cayó pésimamente mal que en Venezuela se hubiera conculcado la opción de los ciudadanos a expresarse libremente.
Ya el régimen terminó de desnudarse ante la comunidad internacional, aunque Maduro se desgañite insultando al gobierno de Canadá, a “Trum”, o a cualquiera que haya criticado el fraude continuado de las elecciones regionales. Tomaron el peor de los caminos y lo pagarán: vendrán más sanciones.
Y más sanciones, sumadas a un panorama económico de hiperinflación y desabastecimiento, serán muy difíciles de manejar. Y no hay dinero, porque los altos jerarcas del chavismo decidieron que era mejor pagar la deuda, no por evitar el default, sino para cobrar sus bonos. No importa cómo ni cuánto se desangra a la nación.
En cuanto a la Mesa de la Unidad Democrática, espero que haga un mea culpa honesto y descarnado: cantar fraude sin tener las pruebas no ayuda en nada, más bien desestimula a la población que la sigue.

La coalición opositora tendrá que reinventarse de muchas maneras, empezando por mejorar su pésima capacidad comunicacional, siguiendo por tener un gerente de verdad, verdad, que sepa evaluar escenarios probables y posibles, para disminuir la ocurrencia de hechos que los tomen por sorpresa y terminando por entender que el camino más difícil es el de hacer las cosas bien y no el de hacer las cosas fáciles o populares, como ir a juramentarse frente a un organismo tan ilegítimo e ilegal como la ANC, por ejemplo.
Pero no sólo es la MUD, los abstencionistas tuvieron también su cuota de responsabilidad. Las cifras de abstención en los municipios Sucre, Chacao y El Hatillo, por poner un ejemplo, espeluznan.
Es verdad que no hay números sobre los muchos que se han ido, pero la realidad es que mucha gente que sí estaba aquí no fue a votar. Dicen que el porcentaje de participación en elecciones regionales no es alto, pero para un país de donde semana a semana se marchan miles de ciudadanos, cada voto cuenta. Que ahora no se quejen. Lo que más me aterra es que se sientan felices por el fracaso de la MUD, en vez de verlo como un triunfo más del madurismo.
Quienes no tienen culpa –y muchos se quejan de ellos- son quienes salieron a votar para obtener una bolsa de CLAP. Si a estas alturas de la tragedia que vivimos no hemos entendido la extremada precariedad de esa mayoría que vive sobreviviendo, estamos mucho peor de lo que pensamos.
Para quienes nos quedamos en Venezuela –visiono un nuevo éxodo- será imprescindible mantener la cabeza fría, el sentido de la oportunidad y por encima de todo, la unidad. No será fácil porque estamos frente a un régimen malandro, pero tenemos al mundo de nuestra parte. No es el momento de enfrentarnos entre quienes queremos salir de esta pesadilla. La conseja de que “en la unión está la fuerza” hoy aparece más vigente que nunca. Repito lo que he dicho en otras oportunidades: nadie es tan fuerte para hacerlo solo, nadie tan débil para no ayudar.]]>

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