FOTOS Y VIDEO | Bailando reguetón y cantando 'Despacito', Maduro se inscribe sin oposición

Él, junto a un sector de la población marcharon desde Miraflores hasta la Plaza Diego Ibarra, frente a la sede principal del Consejo Nacional Electoral (CNE). No les importó el inclemente sol que acabó con los casi tres meses de frío caraqueño. Todo por el Presidente.

Eran las 11:00 a.m. y la Plaza Bolívar estaba relativamente vacía. Las nuevas canciones del «proceso» retumbaban desde la sede del Gobierno del Distrito Capital, mientras un grupo de jóvenes las tarareaban. «Cuando digo soy digo somos» versaba el tema, pero ese vacío  no le quitó la alegría al chavista. Confía en el proceso y considera que el denominado “heredero de Chávez” ha sabido seguir el legado del comandante, aunque las oportunidades no han sido las mismas que la de su antecesor.

El dinero que gana vendiendo cola de caballo no es suficiente como para sobrevivir, son los bonos que le otorga el gobierno a los carnetizados con los que puede comer. Recibe las cajas CLAP y fue beneficiado con un vivienda. Sin embargo, a su juicio la guerra económica es la causa principal de sus problemas.

Que el actual presidente sea obrero como él es razón suficiente para apoyarlo. Espera que en este periodo la economía mejore con «el petro», la nueva solución, pero se ríe porque asume que no podrá comprar la criptomoneda, debido a todo el proceso de minado.

Alirio caminó varios kilómetros para ver al político que lo representa su franela roja lanza un mensaje contundente #PuebloAlertaGolpeEnMarcha. Luis Farías lleva los ojos de Chávez en su camisa azul, un brazalete con la bandera y la gorra tricolor con el 4F en negro y rojo, también es directo y claro en su apoyo a la revolución.

Es un chavista con todas las de la ley .“La jornada va pa’ lante. Hay poquitos pero ahí vamos”. Es de los que consideran que el proceso no puede caer aún cuando la economía este por los suelos, pero luego de unos segundos de silencio y pensamiento afirmó que si Chávez viviera no hubiese guerras económicas, ni injerencias.

“Si Chávez fuera el candidato, aquí no cabría más gente, estuviese esto lleno. El presidente Maduro tiene que poner mucho de su parte para lograrlo y para eso debe haber comida. Hay hambre y gente comiendo de la basura”, dijo.

Como obrero le da las felicitaciones a Maduro pero le dice que no se haga la vista gorda con lo que está ocurriendo en el país.

Horas después inicia la salida. Maduro viajó en un jeep rojo acompañado de Cilia Flores, junto a otras figuras de la élite chavista como: Delcy y Jorge Rodríguez; Tareck El Aissami y Hector Rodríguez completan el espectáculo que recorre las avenidas más emblemáticas del Centro de Caracas, junto a su pueblo que gritaba y lloraba con efervescencia al ver al líder del chavismo.

Los cordones de seguridad custodiaban los vehículos  para evitar que la estampida humana afectara al presidente y a su gente. Habían golpes, niños llorando y muchos empujones. Todos querían estamparse frente al jeep, hacerse selfies y contar que estuvieron a sólo centímetros del heredero, pero era difícil con tantos custodios.

El camino se vovlía angosto a medida que se acercaba a la Plaza Caracas; la antesala al CNE. En el lugar ya habían varias figuras del Partido Socialista Unido de Venezuela y con una lluvia de papelillos los recibieron. El cielo se mezclaba con el azul, el amarillo y el rojo ante la avanzada de multitud y políticos.

Alirio y Farías están entre ese grupo. Levantan el puño y grita “¡Vamos Nico!” Los cordones de seguridad se intensifican y eso no impide a los dos hombres  llegar hasta la división de la plaza con la sede del órgano electoral.

Hay gritos y más euforia cuando Maduro y Cilia entraron al lugar, saludaron, sonrieron y caminaron hasta entrar al recinto, en donde luego de unos 20 minutos volvieron a salir tras la culminación del acto protocolar.

Los simpatizantes del chavismo comenzaron a moverse hasta la Plaza Diego Ibarra, el lugar en donde se alzaba la gran tarima. Alrededor de ella se congregaba la milicia, las Fuerzas Armadas y la clase obrera tan destacada por ellos.

Todos los lideres del PSUV caminaron detrás del máximo exponente del modelo ideológico del fallecido Hugo Chávez, Nicolás Maduro, quien estaba a minutos de dar su nuevo discurso como candidato oficial.

El chavismo no quiere a Diosdado Cabello, Rafael Lacava o Carmen Melendez en el puesto. Quieren a Maduro porque los lineamientos fueron claros y hasta que la militancia no decida otra cosa ellos no lo harán, decía Amada Ponte, con su gorra roja y una franela blanca con el logo del PSUV.

Una vez en el podio, el Presidente dio un discurso tradicional, lleno de palabras jocosas y provocaciones al bando opositor. Hizo mención de la necesidad de tener un candidato con el que enfrentarte y se enfocó nuevamente en Henry Ramos Allup, cabeza de Acción Democrática, el líder con el que él desea batirse a duelo en las urnas el 22 de abril, mientras que Henri Falcón también fue mencionado, pero con menor frecuencia.

La plaza parecía estar llena, sin embargo habían secciones cercadas y las cámaras enfocaban las zonas en donde más se conglomeraba  el público, era un espacio perfecto para agrupar a los centenares de militantes esparcidos en los otros puntos: Plaza Miranda, Iglesia de Pagüita, Plaza O’Leary, El Calvario y Miraflores.

No era una gran avenida, si no una amplia plaza en donde el rojo podría juntarse  y crear volumen. Maduro parecía solido y juró ante el pueblo que continuaría con su cometido hasta el 2025, el plan de gobierno ya había sido entregado y felicitaba a los gobernadores chavistas por apoyarlo.

A Ramos Allup le regaló una canción, su propia versión de “Despacito” en la que le recordaba que “suavecito” iba a ganar. Los comentarios con doble sentido continuaban, afirmaba que “su motor” seguía fuerte y ponía en duda el de su deseado rival.

No perdió la oportunidad para bailar junto a Cilia y sellar el discurso con un beso mientras recorrían la tarima hasta la punta, en donde la multitud se abalanzaba con la intención de tocar la mano de su ídolo político.

Las banderas de todos los partidos que conforman el Gran Polo Patriótico, los rostros de Chávez con leyendas que ordenan no hablar mal del difunto y globos de PDVSA estaban presentes, como los trabajadores de todos los ministerios y organismos quienes llegaron en autobuses rojos, mientras el transporte público colapsa.

Por otra parte Maduro se despidió, alzó las manos en señal de paz y dio inicio a una contienda política a la expectativa de un rival distinto a los habituales: Capriles, María Corina Machado, Leopoldo López

Ponte, Castillo y Farías regresaron cada uno a sus casas, con la ilusión de extender por más años el mandato madurista, para recibir más beneficios, mientras la economía se desploma, pero tienen fe en que su escogido los sacará de la crisis que los golpea cada día.