Venezuela

Irse al foso de la Historia

¿Cuándo, cómo y por qué alguien decide irse al foso de la Historia? Esa pregunta me la he hecho muchas veces pensando en el chavismo-madurismo. Porque hay que ser muy imbécil, muy soberbio o muy malo para decidir desbarrancarse por los siglos de los siglos. No existe tal cosa como un tirano bueno. Una tiranía siempre es mala. Pero hay tiranos que son recordados por algunas obras que de una manera u otra maquillan su comportamiento autocrático, despótico, inhumano. Incluso, hay personas que los defienden.

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FOTOGRAFÍA: REFERENCIA | DANIEL HERNÁNDEZ

Aquí en Venezuela, tenemos varios ejemplos. Lástima que la mayoría de las personas piensen que la historia es fastidiosa, o como me dijo alguna vez un alumno, que para qué estudiar algo que ya había pasado… (sin comentarios).
Tomemos a Antonio Guzmán Blanco, el déspota ilustrado por excelencia del siglo XIX. Un hombre que a pesar de venir de familias acomodadas resintió ser hijo de un zángano como Antonio Leocadio Guzmán por el rechazo que aquél generaba. Hay mucho que criticarle a Guzmán Blanco: su ego desmedido, su desprecio por todo aquel que no pensara como él, su enfrentamiento con la prensa y otra larga lista de etcéteras. Pero la Historia registra, además, que Guzmán Blanco tuvo pensamientos de avanzada: el decreto de la educación primaria, obligatoria y gratuita, es suyo. La instauración del matrimonio civil y del divorcio, también. El servicio de correo urbano fue su iniciativa, luego de varios intentos fallidos anteriores a su mandato. Reorganizó la Universidad Central de Venezuela, estimuló el estudio de las ciencias y creó el Instituto de Bellas Artes y la Academia Venezolana de Literatura.
La construcción de iconos de nuestra venezolanidad como el edificio del Palacio Federal y el Panteón Nacional se deben a él. También el Parque del Calvario, el Teatro Municipal, el Templo Masónico de Caracas, la estatua de Bolívar en la Plaza Bolívar de Caracas, la fachada del Palacio de las Academias y la Plaza El Venezolano. A pesar de sus constantes enfrentamientos con la Iglesia Católica, construyó las Iglesias de Santa Teresa y San Francisco, el Palacio Arzobispal de Caracas y la Santa Capilla.
Si adelantamos hasta Juan Vicente Gómez, otro tirano sin estudios aparentes, que supo rodearse de la elite intelectual de su época. Gómez fue implacable con sus opositores y mandó a matar a quienes se le sublevaron. Suprimió la libertad de prensa y las garantías judiciales, además de ilegalizar los partidos políticos. En cárcel de La Rotunda torturaron a muchos prisioneros. Reformó la constitución las veces que necesitó para permanecer en el poder. Sin embargo, la Historia le reconoce a Juan Vicente Gómez la modernización y pacificación del país, pues acabó con los caudillos. Comenzó la explotación petrolera -que dio en concesiones a través de dos Leyes de Hidrocarburos- porque en Venezuela no había ni tecnología ni gente preparada para llevarla a cabo. Puso orden en el fisco y pagó la deuda pública que arrastrábamos desde la Independencia, en homenaje al Libertador en el centenario de su muerte. Creó la Academia Militar para profesionalizar las Fuerzas Armadas. Construyó más de 8.000 kilómetros de redes viales, incluyendo túneles y viaductos. Creó escuelas federales en todo el país a las que dotó de infraestructuras bellas, grandes y cómodas, lo que aumentó la matrícula de estudiantes en varios cientos de miles. Gómez no sólo fundó la Fuerza Aérea Venezolana, sino también la línea aérea Aeropostal. Trajo a Venezuela el teléfono, el telégrafo, el radio y el cinematógrafo. Construyó el Campo de Carabobo en memoria de los próceres de la Independencia. En Maracay está su impronta por todas partes: la Plaza Bolívar más bella y grande de Venezuela, el Hotel Jardín, el Cuartel Páez, la Academia Militar, el edificio de Malariología, la Avenida Las Delicias y su Zoológico…
La tumba del General Gómez en el Cementerio de Maracay aún tiene visitantes, que le llevan flores y hasta le ponen placas agradeciéndole “favores”…
Y llegamos a Pérez Jiménez. Otro tirano. Otro déspota implacable con sus enemigos. En la Seguridad Nacional murieron muchos venezolanos sólo por el delito de oponérsele. Pero Pérez Jiménez fue un gran constructor. Un hombre que trabajó por la seguridad personal de los venezolanos y la logró. Todavía se comenta que “en la época de Pérez Jiménez quien no estaba en contra del régimen podía vivir tranquilo”. El Paseo Los Ilustres, la Academia Militar, la red de hoteles de la Conahotu en toda Venezuela, entre ellos el Hotel Humboldt, para el que construyó teleférico de Caracas hacia el Ávila y desde el Ávila al Litoral Central, el teleférico de Mérida, el hospital Clínico Universitario, la Concha Acústica en Bello Monte, las Torres del Silencio, la autopista Caracas – La Guaira, la Panamericana y la autopista Tejerías-Valencia.
¿Y hoy? ¿Cuáles son las obras que podrá registrar la Historia cuando hable del chavismo? Sólo destrucción, miseria y muerte. A las pruebas me remito. Espero que la Historia sea implacable con ellos. Yo no les perdono lo que le han hecho a Venezuela.]]>

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