Venezuela

Lo que me contó la chama del José Félix

La conozco desde que nació... hace una semana me llamó angustiadísima a contarme lo que estaba pasando en el Barrio José Félix Ribas de Petare, donde vive. "Tienes que ayudarme, aquí están pasando cosas horribles y la prensa no dice nada"...

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FOTOGRAFÍA: DANIEL HERNÁNDEZ

«José Felij» como le dicen sus habitantes -por esa manía caraqueña de transformar las eses, equis y zetas finales en jotas- es uno de los barrios más populosos de Petare. «Imagínate que Petare fuera un país, José Felij es uno de sus estados».

Los del José Félix saben de primera mano lo que es vivir con el alma en vilo. Hay un toque de queda autoimpuesto por la inseguridad. «Hace dos meses mi hija de siete años se quedó en casa de mi mamá después de las 6 de la tarde y se vino… casi la estrangulé cuando la vi llegar. Ella sabe que si le dan las seis se tiene que quedar a dormir allá… la han podido haber matado», me dice.

En estos últimos días la inseguridad ha arreciado, como si algo tan terrible fuera posible. ¿La razón? La chama dice que el FAES está buscando a Wuilexis (la ortografía es mía), el pran del José Félix.

«Aquí hay colectivos que son malandros y hay malandros que no son colectivos. Wuilexis es de los segundos. Yo sé que no está bien ser malandro, no quiero que me malentiendas, pero él es bueno con la comunidad. Él es quien no permite que esos chavistas se roben las cajas CLAPS, quien nos protege de los abusos de la Guardia Nacional. Por eso lo buscan, lo quieren matar. Ya mataron a su mano derecha. La gente está arrecha, pero asustada. Los del FAES no se atreven a subir y se montan en nuestras platabandas para disparar desde allí. Yo llevo noches sin dormir… mis niños están aterrados…»

La chama habla con seguridad, pero en voz baja. Estamos tomando café en una panadería y a cada rato mira hacia sus lados. Tiene miedo de que la sapeen. Le advierto que está lejos de su casa, pero insiste «todo está lleno de sapos… les pagan por sapear. Si te descubren hablando mal de Maduro, te quitan el CLAP y hasta la pensión «…

Si la vida en los barrios era dura durante la república civil, ni hablar durante estos tiempos del chavismo.

«Te voy a mandar un texto que me mandaron por Whatsapp sobre Wuilexis para que lo conozcas», me dice:

«¿Quién es realmente el pran de José Félix Ribas? Es el hombre que ha puesto en su sitio a más de uno de las juntas comunales y sus allegados, cada vez que se roban la comida de las cajas, los perniles, o los juguetes, entre otros. Él es quien a salido a poner freno a los bandidos del gobierno corrupto, es quien a hecho valer el respeto por su barrio, aún así es quien no deja que roben carros ni motos ni celulares, entre otros, ojo algo que jamás hará el alcalde de este municipio José Vicente Rangel Ávalos. El pran de este barrio es quien da a respetar a su barrio y no deja que sucedan abusos en contra de su barrio y si alguien comete algún delito créanme que el pran de José Félix eso no lo perdona, algo que jamás la policía, guardia y entre otros funcionarios harán por ningún barrio. Este hombre es quien mete la mano por la comunidad cada vez que llegan las cajas clap, y como siempre las juntas comunales quieren quedarse con todo, es quien le ha puesto freno a toda esa pila de ratas de juntas comunales ladrones. Ese hombre es quien quiere bonita su parroquia. Es quien sale a dar la cara por su barrio y su gente cuando se cometen injusticias, algo que jamás harás presidente MADURO ni tú ni los tuyos darán a respetar tu país y si tenemos que salir a defender a este hombre pues se saldrá, porque déjeme decirles, señores del gobierno, aquí en Petare dejó de existir la solidaridad desde hace más de 15 años y eso lo sabe el mundo entero, ya el pueblo no te apoya gobierno corrupto, ya el pueblo dejó de obedecer tus órdenes, favor pasar esta cadena. Que llegue hasta el fin del mundo».

Una suerte de Pablo Escobar venezolano, Wuilexis goza de la simpatía de sus vecinos. Lo sienten como una especie de Robin Hood criollo y están dispuestos a protegerlo.

«Primero llegó la Guardia (Nacional)… pero los sacamos a pedradas. Por eso vino el FAES… a ésos no les importa nada. Han entrado en casas disparando… aquí ha habido una mortandad y nadie dice nada. Y cuando no matan, roban… aquí en el sector si pasó con el FAES que a varias casas las despojaron de todas sus pertenencias. Cargaron con comida, celulares, computadoras»…

El José Félix se ha convertido en un infierno al caer la noche. «¿Vas a contar todo lo que te dije?», me pregunta. Le aseguro que sí, que quiero ayudar.

«La otra noche, en un Volkswagen Golf cuatro puertas secuestraron a un niño de 9 años en Guaicoco. Pidieron 20 mil dólares de rescate. ¿De dónde va a sacar alguien que vive por aquí dinero para pagar esa cantidad?… por eso estoy paranoica cuidando a mis hijos».

«Aquí están el Conas, el FAES y la Guardia. Los malandros bajan y se están matando horrible entre ellos».

El José Félix es el espejo de un país harto de violencia, de abusos, de arbitrariedades. Del país que clama cambios y que rechaza más cayapas, más engaños, más destrozos.

«Esto va a cambiar pronto», le dije cuando nos despedimos. «No te quiero llevar la contraria, pero llevo veinte años escuchando decir eso», me respondió lacónica. «¿Yo te he dicho eso antes?» Le pregunté… «No, tú no…». «Entonces anótalo, querida. Vamos a salir de esto».

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