Omitir la génesis de la crisis venezolana no solo constituye un grado de ignorancia intencional manifiesta, sino de evidente conducta desviada de complicidad. Los venezolanos, sin distingo de clases alguna, sabemos lo que pasa en nuestro país en nuestro país, así como la existencia del flagelo de la crisis, que por igual nos afecta a todos en Venezuela.
Los mismos medios de comunicación que a diario refieren el grado de agudización de la crisis existente intentan recoger distintos grados de opinión con respecto a dicha crisis, qué hacer con ella, cómo, cuándo y con quién combatirla; a ese propósito, distintos y variados mecanismos concurren con propuestas que al fin y al cabo solo se han quedado en el intento de discursos muy elegantes, sin resultados que den al traste con la situación existente. Y lo que es peor, cada día que pasa la crisis empeora.
Con insistencia en opiniones cruzadas de la necesidad de promover, organizar y poner en marcha un proceso de transición política que gire en torno a la crisis existente, sus causas, efectos y consecuencias de ella derivadas. Fácil mas no imposible; resultaría el proceso de transición que habrá que emprender. El país se está aproximando peligrosamente hacia un principio producido por la desviación de valores y principios éticos y morales. La prostitución de la gestión pública hace que la transición sea una tarea dura a la hora de enfrentar los vicios existentes de corrupción social, económica y política que llevaron al país al grado en que hoy está.
Los venezolanos hoy estamos cansados de que se nos considere cándidos y en consecuencia se nos trate de utilizar con el cuento malo y mal echado de la guerra económica conducida desde el norte, del cuento de la guerra cibernética, de los golpes de estado. Aquí la guerra está dentro de nuestro país, no afuera. Eso lo sabemos todos los venezolanos.
No nos comeremos el cuento del “Poder Comunal” como forma de gobierno distinto al que está claramente establecido en los artículos 1º, 2º, 3º,4º,5º y 6º de nuestra Carta Magna.
A los principios fundamentales claramente contenidos en nuestra Constitución Bolivariana, deberá dirigirse el proceso de transición en la búsqueda de recomponer la patria deteriorada.
Nada habrá que inventar de nuevo porque todo ya lo está. La situación actual impone la necesidad imperiosa de unir voluntades y disposición con rumbo hacia el desarrollo de una verdadera revolución social y democrática, que produzca los cambios necesarios, las innovaciones y transformaciones en el vivir, convivir y coexistir en una sociedad que garantice plenamente la seguridad y el bienestar humano. Ese deberá ser el propósito común del pueblo de Venezuela sin diferencias de naturaleza. Hacia ahí el propósito del proceso de “transición” con la fuerza unida del pueblo organizado.