Venezuela

La mano invisible de la democracia

El debate sobre la vigencia de las democracias liberales, como los analistas le han dado en llamar recientemente a las democracias occidentales, es abundante y promete seguir creciendo. La razón fundamental son los sorpresivos giros electorales que en diferentes partes del mundo que se han venido dando en los últimos años en varios países. En unos, por la aparición de nuevos actores en el juego político, como en Inglaterra, Francia, El Salvador, México, Paraguay o Estados Unidos, y en otros porque el modelo político pareciera no avanzar, como en España, República Dominicana, Uruguay o Bolivia.

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FOTOGRAFÍA: DANIEL HERNÁNDEZ

Si bien no hay verdades absolutas y cada día se derrumban paradigmas que parecían inmanentes, hay principios sociales que bajo el modelo que sea, siguen vigentes como conquistas diarias del ser humano, en función de dos aspiraciones universales, la libertad personal y la convivencia social. Es partir de ellas que se han construido los diferentes modelos políticos a partir del ideal de la democracia.

Es abundante la literatura sobre las fórmulas que hacen exitosa la democracia y sobre las razones por las cuales muchas veces fracasan. Recientemente se publicó un libro escrito por dos investigadores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en el que tratan el complejo camino de cómo en los Estados Unidos se logró establecer un mecanismo de convivencia y entendimiento político que le permitió a esa nación poder evolucionar y estabilizar un modelo que está obligatoriamente en permanente cambio, como producto de las tensiones internas de los diferentes grupos de interés y visiones filosóficas de la vida. Los autores hablan de cómo en muchas ocasiones se tuvieron que llegar a acuerdos poco democráticos, en función del interés superior de permitir al contrario, su existencia como actor del proceso democrático.

Se adentran Levitsky y Ziblatt en el análisis de democracias en crisis como la venezolana entre otras, y determinan una serie de elementos que dirigentes autocráticos utilizan para minar al sistema democrático y hacerse del poder. Pero en nuestra opinión lo más interesante es la determinación que logran hacer de ciertos elementos, que impiden que los intentos antidemocráticos logren alcanzar el éxito en contra de la democracia de la nación estadounidense.

Es lo que pudiéramos llamar las reglas no escritas de la democracia. En Venezuela durante el período comprendido entre 1958 y 1998, especialmente en los cinco primeros lustros, existió el “pacto institucional”, por el cual el partido que ganaba la elecciones le permitía la partido opositor ciertos espacios de poder, le reconocían ser parte del juego democrático, especialmente en posiciones que servían de contrapeso y vigilancia de la acción gubernamental; tal era el caso de los fiscales de cedulación, de la contraloría, del Consejo Supremo Electoral y de la directivas del Congreso. A tal extremo llegó esa regla que en el año 1999, se le permitió al Partido de Gobierno MVR, ocupar la Presidencia del Congreso, aún sin contar con los votos para ello.

Si bien es fundamental estar atento a las características de quienes disfrazados de demócratas se convierten en autócratas, más importante aún es tener presentes cuáles son esas reglas invisibles que dan forma al desarrollo democrático de una nación, para no perderlas de vista. Queda muy claro del estudio de quienes escribieron “How democracies die”, que es fundamental velar por la existencia del “otro partido” y de los riesgos que se corren cuando se genera en el juego político, el desbalance mediante la hegemonía de un solo partido y sus consecuencias; una de ellas es que se entra el juego desleal y que finalmente da a traste con el sistema político y muy posiblemente con la aparición del autócrata.

No está muy alejado ese análisis de los que nos sucedió en Venezuela en los años 90, cuando los partidos más que cuidar y renovar el modelo político, que hacía viable el sistema democrático en Venezuela, dedicaron prácticamente a destruirse entre sí y peor aún, desde lo interno de sus dirigencias. Las consecuencias están a la vista, perdieron toda la fortaleza popular y no tuvieron fuerza para enfrentar la destrucción institucional que encabezaron los irredentos demonios del militarismo.

Levitsky y Ziblatt, dedican buena parte de su investigación a referir atropellos del presidente Trump y a denunciar la violación de muchas de esas reglas, que han permitido a los dos grandes partidos, evolucionar ante los cambios que exigen esa nación. Ambos investigadores predicen que la fuerza institucional y las reglas invisibles de la democracia estadounidense, basadas en los principales valores de esa nación, darán la batalla por preservar el modelo. Pareciera que no estuvieron errados los investigadores, pues hace pocos días se inició en el Congreso de los Estados Unidos un proceso para destituir al Presidente Trump. Durante las próximas semanas, veremos en la práctica, el desenlace de esta situación y su efecto en la democracia más importante del hemisferio occidental.

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