Venezuela

De la Primavera Árabe al ¿Invierno Hispanoamericano?

De acuerdo con las proyecciones de crecimiento mundial del FMI, América Latina crecerá en 2019 0,2%, mientras el mundo crecerá 3%

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Protestas en Chile 2019. Foto: Martin Bernetti / AFP
Martin Bernetti / AFP

Durante los años 2010 al 2013 ocurrieron en el mundo árabe varias manifestaciones a cargo de la sociedad civil, pidiendo apertura democrática y respeto por los derechos civiles. Las protestas acontecieron en 18 países, pero solo en Túnez, Egipto, Libia y Yemen supusieron el inicio de transiciones políticas.

Todo este proceso se denominó Primavera Árabe, aunque a seis años de su conclusión, es difícil saber cuál estación climática define mejor lo que allí pasó.

En Latinoamérica, o extendiendo un poco mas la geografía, en Hispanoamérica, se han producido una serie de cambios en poco tiempo, que obligan también a etiquetar la sucesión de acontecimientos. ¿Primavera o Invierno Hispanoamericano?

Lamentablemente, me inclino por el invierno. Días mas cortos. Noches mas largas. Temperaturas mas bajas.

Cifras inquietantes

El Informe Latinobarómetro 2018 señala que apenas un tercio de la población latinoamericana considera que progresa. En Venezuela solo el 6% de la población tiene la percepción de progreso. No hay que hacer un gran esfuerzo de imaginación para saber a cuál porcentaje acompaña esa percepción. 42% considera que la situación económica en sus países es mala / muy mala, y 12% la estima buena / muy buena.

Todavía mas preocupante es que el apoyo a la democracia bajó de 61% en 2010 a 48% en 2018. Es decir, que un 52% de los latinoamericanos prefiere un régimen autoritario, o le da lo mismo que tipo de régimen esté en el poder, con tal de ver sus problemas y necesidades solventados.

Venezuela registra el porcentaje de población en la región que más apoya a la democracia (75%). Anhelo de la carencia.

En América Latina la confianza en la Iglesia es de 63% y en la Fuerzas Armadas del 44%, pero en las instituciones relevantes para la dinámica democrática como lo son: los partidos políticos, la institución electoral, el poder judicial, legislativo y ejecutivo, es menor al 25%.

A pesar de que la población latinoamericana se muestra satisfecha con la vida (75%), 65% percibe que la corrupción está creciendo. Esta última cifra también la recoge el Informe 2018 sobre Percepción Global de la Corrupción elaborado por Transparencia Internacional. Después de África, la región latinoamericana es la más corrupta del mundo.

Crecimiento e innovación por los suelos

Corrupción, mala gestión gubernamental, incremento del delito, servicios públicos deficientes, pobreza, etc., son algunos de los problemas que aquejan a los latinoamericanos.

Por si fuera poco, de acuerdo con las proyecciones de crecimiento mundial del FMI, América Latina crecerá en 2019 0,2%, mientras el mundo crecerá 3%.

Se supone que debería quedar claro, para cualquier ideólogo de cualquier extremo, que sin crecimiento económico no se genera riqueza, y sin mas riqueza hay menos recursos que repartir, y por ende más difícil será reducir las brechas sociales (por su puesto, que entendiendo que no hay que reducirlas hacia al piso, sino hacia el techo).

La innovación tecnológica en la región en 2018, de acuerdo con el informe de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) es baja. Es la quinta región del mundo en innovación tecnológica.

Pudiera uno seguir analizando mas indicadores, pero el principal problema de la región tiene que ver con un populismo que abusa del engaño, que manipula las aspiraciones legítimas de progreso de los pueblos ofreciéndoles recetas que son imposibles de cumplir, y que espera ansiosamente a la vuelta de la esquina para dejar más frustración y desazón, puesto que está comprobado ad nausean que el populismo latinoamericano solo es pródigo en corrupción y pobreza.

Invierno por países

En Ecuador el presidente Lenin Moreno tuvo que revertir el ajuste de precios de la gasolina en medio de un recorte de la producción petrolera (que bordea los 540.000 barriles diarios), y un severo déficit fiscal.

Chile, uno de los países más estables de la región, faro de a lo que podrían aspirar otros países con un poco de disciplina, tras casi un mes de protestas no le ha permitido al gobierno de Piñera calmarlas. La estabilidad del gobierno pende de un hilo muy fino.

Una acumulada crisis de representatividad tiene a la gente en la calle pidiendo una constituyente, en un continente donde se visualiza una nueva constitución como una varita mágica, de borrón y cuenta nueva. En los últimos 40 años, la región se ha dado mas de 15 constituciones.

En Bolivia, después una cuarta y fraudulenta reelección, en la que Evo Morales pretendía mofarse impunemente de las instituciones bolivianas, las protestas en la calle lo obligaron a renunciar, dejando al país sumido en una transición en la que está por verse su éxito.

Perú es un caso mas dramático. El presidente Martín Vizcarra decretó en septiembre la disolución del Parlamento por, entre otras razones, una interpretación de un rechazo fáctico por parte del congreso, que no solo es incomprensible, sino injustificable.

Se llamarán en 2020 a nuevas elecciones parlamentarias, no presidenciales puesto que lo fáctico no abarca a la presidencia. Lo peor de todo es que la mayoría de los peruanos, de acuerdo algunos sondeos, aprueban el cierre del congreso.

Populismo de ganga

En Argentina, el presidente Macri no supo explicar las reformas que el país requería tras desastre que dejó el kirchnerismo. Por si fuera poco, Cristina Fernández de Kirchner, con 11 causas judiciales abiertas por corrupción, y el ex lugarteniente de la pareja Kirchner, Alberto Fernández, resultaron electos en una formula electoral para regir los destinos de Argentina a partir de diciembre próximo.

En México, Andrés Manuel López Obrador tiene un discurso que rememora el medioevo revolucionario latinoamericano.

Todo un viaje en el tiempo. Venezuela, siempre requiere todo un apartado. Allí, el surrealismo político se ha perfeccionado a niveles que dejarían pasmados a André Breton o a Salvador Dalí.

Y ahora, España. Después de que el Presidente Pedro Sánchez, hubiera despotricado del impresentable líder de Podemos, Pablo Iglesias (sí, el mismo que recientemente compró una casa de 800.000 euros) aparece a menos de 48 horas de conocerse los resultados electorales firmando un acuerdo para formar un “Gobierno de Coalición Progresista”. Como si el único que se atreve a monopolizar la palabra es el único que es el dueño de la verdad.

Puro populismo de ganga, que promete inclusión y termina desbaratando los cimientos democráticos. No hay duda de que estamos de nuevo ante otro invierno como aquellos de los que precedieron las olas de democratización en el pasado, y que auguran mucho frío y entumecimiento.

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