Venezuela

En una trifulca por agua golpean a tres mujeres hasta mandarlas al hospital

Una embarazada, su madre de 63 años y su hermana fueron atacadas por sus vecinos quienes les impidieron recoger agua que suministraba un camión cisterna. A la gestante la patearon en la barriga. La desesperación por obtener un poco del líquido hace que los venezolanos pierdan todo rastro de humanidad

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tres mujeres golpean a embarazada por recoger agua

La desesperación por recoger al menos un poco de agua provoca que los venezolanos pierdan hasta el último rastro de humanidad. En Mariches, cerca de Petare, golpearon con saña a una embarazada, a su madre y a su hermana, cuando un camión cisterna del gobierno fue a repartir el líquido entre los vecinos del sector. Las tres mujeres terminaron en el hospital.

Desde hace varios años no sale agua por las tuberías de Mariches, Caucagüita y La Dolorita, barriadas al este de Caracas. La forma de «solucionar» el problema por parte de las autoridades -que son oficialistas- es repartiendo agua en los llamados camiones cisterna, especie de tanques rodantes cargados con miles de litros de agua. Los vecinos se acercan al camión con botellones, baldes o lo que tengan y después cargan el agua hasta sus casas.

En uno de estos operativos en la zona de Monte Arias, en Mariches, resultaron heridas las mujeres, incluyendo una con cuatro meses de embarazo. Otra de las víctimas de la enardecida poblada fue su madre, de 63 años.

golpean a mujeres

Dilia Rivero es la madre. Ella vive con sus dos hijas en uno de los 11 enormes edificios de la zona. En esa urbanización de bloques suspendieron «hace varios años», según cuenta, el servicio de agua potable por las tuberías. A pesar de los reclamos vecinales, ninguna autoridad ha dado respuesta.

La trifulca

“El pasado lunes 13 de julio recibimos el camión cisterna. Lo primero que se hace, cuando llega el camión, es llenar el tanque y de allí se reparte el agua a los vecinos: a cada apartamento le tocan 12 baldes. Fui a hacer la cola con dos tobos. Hice tres viajes, o sea, cargué seis tobos.  Cuando regresé para cargar dos más, la vocera del Consejo Comunal se negó a llenármelos. Según ella, ya había llenado mi cuota», cuenta Dilia.

El Consejo Comunal es una figura que creó Hugo Chávez cuando era presidente. El objetivo es vigilar las comunidades. Los conforman simpatizantes del oficialismo y tienen el poder de repartir lo que manda el gobierno, como cajas subsidiadas de comida e, incluso, la poca cantidad de agua que distribuyen.

Con sus tobos vacíos, Dilia defendió «su derecho» de llenar seis baldes más. La única respuesta que recibió fueron los golpes que le dio la jefa del Consejo Comunal y sus tres hijas.

«Ningún vecino me defendió, porque les da miedo que los dejen a ellos también sin agua. Entonces mis hijas, de 28 y 18 años, salieron a impedir que me siguieran golpeando. También fueron agredidas. Cuando intentamos huír, nos lanzaron objetos a la cara. Eso nos hirió gravemente. A la de 18, embarazada de cuatro meses, le mordieron la espalda y la patearon en la barriga».

Fueron tantas las heridas que tuvieron que ir al hospital. Dilia tiene traumatismos en la cara, a su hija de 28 años le tuvieron que hacer una sutura de 10 puntos en la frente y a la embarazada se le hicieron varios exámenes para saber si el bebé había resultado afectado.

En busca de justicia, las tres mujeres fueron hasta la sede del Cuerpo de Investigación Científicas, Penales y Criminalísticas, Cicpc, ubicado en El Llanito. No consiguieron hacer la denuncia de agresión. Por el contrario, al saber que estaban acusando a personas del Consejo Comunal, fueron amenazadas y las obligaron a limpiar la comisaría a cambio de no dejarlas detenidas.

El éxodo diario por el agua

Tanto Dilia como sus vecinos señalan que diariamente tienen que recorrer largos trechos en busca de un poco de agua para poder cocinar, beber y asearse. Esto es más grave en época de coronavirus. En esta actividad obligatoria participan niños, jóvenes, adultos, mujeres y hasta ancianos. Desde tempranas horas del día e incluso de la noche, todos tratan de abastecerse del necesario líquido.

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Foto: Daniel Hernández

Dice Dilia que sus hijas salen diariamente con dos botellones de cinco litros cada una. Deben caminar 45 minutos hasta la toma de agua más cercana. Allí llenan las garrafas y se devuelven a la casa, caminado otros 45 minutos más.

Con esos 20 litros de agua, logran cocinar y aplacar la sed de toda la familia.

Para lavar la ropa se trasladan a casa de amigos y familiares, en otras urbanizaciones, rogando que haya agua en las tuberías. Ni siquiera pueden ir a lavanderías comerciales pues, por la cuarentena que existe desde marzo, no están trabajando.

Por la falta del imprescindible servicio de agua, nadie puede cumplir dos de las normas básicas de prevención contra el covid-19. No pueden lavarse las manos con frecuencia ni permanecer en casa.

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Foto: Daniel Hernández

Los camiones no calman la sed.

En vez de arreglar el sistema de tuberías, las autoridades de la alcaldía del municipio Sucre, diseñaron un cronograma de distribución de agua en camiones cisterna.

“Los mandan cada 15 días. La repartición del agua es supervisada por el Consejo Comunal. Pero siempre, siempre, hay peleas y gritos porque la desesperación por el agua es grande», señalaron las tres mujeres heridas.

En su torre, que es la número 5 y donde viven 28 familias, se llegó a un acuerdo. El trato es que, cada vez que llegue el camión cisterna, se llena el tanque del edificio. Aunque al tanque no le funciona el sistema hidroneumático, de allí cada apartamento extrae 12 baldes de agua.

Racionada, estos 12 baldes le pueden durar dos días a una familia de 5 personas. Es decir, nada de lavarse las manos a cada rato, como recomiendan contra el coronavirus. Tampoco de jalar los inodoros cada vez que se usan. Y mucho menos de tomar agua cada vez que se tenga un poco de sed.

Un millón de vecinos sin agua

Juan Carlos Vidal, dirigente de Primero Justicia -partido político intervenido por el gobierno de Nicolás Maduro- y exconcejal de Sucre, denunció que casi un millón de personas no cuenta con suministro de agua potable en este municipio.

Dijo que 72% de las urbanizaciones y 81% de las barriadas Petare, Caucaguita, La Dolorita y Mariches están actualmente sin agua.

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Foto: Daniel Hernández

Señaló que entre las urbanizaciones afectadas están Los Dos Caminos, El Marqués, La California, Macaracuay, La Urbina, Palo Verde, Lomas del Ávila, Los Ruíces y Parque Caiza.

En busca de otras soluciones

El 16 de enero de este año, la Unicef de Venezuela (oficina de las Naciones Unidas para proteger a la infancia) anunció que trabajaba para rehabilitar «el embalse La Pereza, principal fuente de suministro de agua del municipio Sucre, en el estado Miranda, con cuyos trabajos aproximadamente 60 mil personas tendrán nuevamente acceso al agua”.

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Foto: Daniel Hernández

Por su parte, el alcalde del municipio Sucre, José Vicente Rangel Ávalos y el secretario de Gobierno del estado Miranda, Rodolfo Sanz, informaron que el gobierno de Maduro invirtió «un importante presupuesto» para reactivar esas mismas instalaciones a las que se refirio la Unicef. Según dijeron, repararon el sistema eléctrico, cambiaron las bombas de succión y  mejoraron la planta de cloro. También se comprometieron a arreglar un tanque de 30 millones de litros de agua que está en Mariches.

Aseguraron que, con estas reparaciones, mejorará la distribución de agua potable a vecinos de Mariches, La Dolorita, Caucaguita y Turumo.

La pregunta es ¿por qué sigue sin haber agua si ya se reactivó el embalse? Según la alcaldía, ahora hay que esperar que llueva para que se llene el reservorio de agua. Es el infierno venezolano.

Mientras tanto, en las comunidades de Petare, los vecinos no ven solución al problema de la falta de agua. Por eso las protestas en la calle y hasta las peleas entre vecinos que terminan mandando a tres mujeres, una de ellas embarazada, al hospital.

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