Cultura

“Yo no vine a arreglar el país, solo puedo dar mi apoyo intelectual y moral”

Nacido en Madrid hace 44 años, José María Pérez Zúñiga está de visita en el país como invitado de la III Feria del Libro del Oeste de Caracas, FLOC 2018, inaugurada este lunes en la UCAB. Es doctor y profesor de Derecho de la Universidad de Granada. Vino para hablarnos de cine, cultura, democracia y libertad

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Texto: Dalila Itriago | Foto: Manuel Sardá

Tú no tienes que ser Shakespeare para escribir. Seguramente a ti te entenderán mejor. Contarás tu mundo desde lo que sabes y desde el lugar que ahora ocupas. Si buscas dinero, tu obra puede que termine en el cubo de la basura. Solo tienes que dejarte llevar, vivir tranquilamente, y disfrutar del hecho de escribir…”, le sugería el escritor español José María Pérez Zúñiga a la periodista que ahora escribe este texto mientras la acercaba a su casa, cuando regresaba al hotel donde ahora se hospeda como invitado de la III Feria del Libro del Oeste de Caracas, FLOC 2018, inaugurada este lunes en la UCAB.
Pérez Zúñiga nació en Madrid hace 44 años de edad. Es doctor y profesor de Derecho de la Universidad de Granada. Vive allí junto a su esposa y su hijo. Es cercano y afable y este lunes estuvo en la Feria donde ofreció la conferencia “Herramientas para la crítica de cine”, celebrada en el Auditorio Nohemí Irausquín de Vargas.
Este martes 27 de noviembre irá a la Sede ITER para hablar a las 6:00 p.m. sobre el Derecho comparado y los sistemas tributarios; y el viernes 30 tendrá dos presentaciones. A las 9:00 de la mañana dictará junto a Rodolfo Izaguirre una charla sobre La crítica cinematográfica, en la Escuela de Comunicación Social, y a las 3:00 p.m. tendrá una tertulia sobre La novela negra y policial.
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Durante la apertura, se sentó en uno de los banquitos de concreto que tiene el jardín de la universidad. Sin poses de divo ni falsas o grandilocuentes disertaciones, aseguró que la literatura no tiene nada que ver con la notoriedad sino que implica, más bien, un poco de intimidad. Por eso aclaró que no es un escritor de masas ni escribe bajo recetas o patrones de venta, aunque reconoce que sus lectores le permiten vivir del oficio.
“¿Qué vino usted a contarnos acá?”, se le pregunta. A lo que él responde: “En España se habla mucho de la situación política de Venezuela con bastante desconocimiento. Por eso creo que todo lo que esté en nuestras manos hacer por la cultura y, desde luego, por la democracia, hay que hacerlo. Yo no vine a arreglar el país, solo puedo dar mi apoyo intelectual y moral. Solo puedo aportar mi presencia. Si puedo ofrecer una idea que consuele y que compartan ustedes para lograr ese desarrollo personal y social que deseamos, sería estupendo”.

-¿Cómo fue su formación como escritor?

-Siempre tuve clara mi vocación y eso es lo único que se necesita para escribir: vocación, talento y muchísimo trabajo. Yo no estudié para hacerme escritor. En mi casa, mi madre te contaba un cuento para cualquier cosa. Mi padre sí estudió Derecho. Yo he leído desde niño y no creo que haya que hacer una carrera para ser escritor. De hecho, pensé hacer Filología Hispánica, Filosofía o Letras pero luego concluí que ese pensum me podía condicionar mucho. Prefiero dejarme llevar por la intuición. La escritura debe ir de la mano de una experiencia vital, debe acompañarla.
Yo quise seguir mi propio camino y no que me modelaran. Leo constantemente y a la par estudié Derecho, eso me hace tener una formación jurídica y tener propiedad a la hora de escribir mis artículos de opinión. Ahora, lo de ser escritor vino antes incluso de ser profesor. Ya llevo seis novelas publicadas, dos libros de relatos, uno de artículos periodísticos, otro de aforismos y próximamente publicaré uno de poemarios.

-¿Por qué se escribe, por qué escribe?

-Escribo por necesidad. Es mi manera natural de estar en el mundo. De conocerme y de conocer a los que me rodean. Mi juventud fue un poco difícil. En ese momento no sabemos quiénes somos. La Literatura me ayudó a sacar eso fuera, esas insatisfacciones que a veces tenemos con nosotros mismos, como personas.
-Dice que deseaba venir al país para acercarse a la realidad venezolana. ¿Realmente qué tanto puede hacer un intelectual frente a los sistemas de gobierno que oprimen al hombre, sea por razones políticas o económicas, en el mundo actual?
-Antes, los escritores, intelectuales o artistas portaban el conocimiento. Actualmente más bien estamos sobre informados y en ese alud de datos hay muy pocas posibilidades reales de interacción profunda entre dos personas. Creo que la enseñanza, la educación, la Literatura están llamadas a tender puentes entre los individuos. Eso es importante. Hay mucho ruido alrededor, hay opresiones de todo tipo, como dices, económicas, políticas, sociales, ideológicas. Ante eso, abres un libro y te reencuentras con la humanidad.
-¿Cómo es su vida de escritor, como la compagina con las clases y la familia?
-La Literatura es la parte más importante de mi vida y eso lo tiene claro mi esposa y mi hijo. Me levanto muy temprano y el mejor momento del día se lo dedico a la Literatura, a escribir. Alrededor de cuatro horas al día. Luego doy clases y también escribo para los periódicos.
Pérez Zúñiga carga su novela Cine Aliatar en la mano, como quien lleva a un niño en brazos. Algunos estudiantes de la UCAB pasan frente a él y ni voltean a mirarlo. No es farandulero, no es famoso. Asegura que no le interesa serlo. Ya lo dijo antes: “La Literatura implica intimidad”. Un grupo de la comitiva de la Embajada de España se ríe al verlo y le pregunta el por qué de su ausencia en el brindis de apertura. Él les explica que una periodista lo detuvo para hacerle unas preguntas. Ahora el tiempo se ha terminado y no habrá espacio para un mojito o un trago apurado de ron. Debe ir al Auditorio Nohemí Irausquín de Vargas, donde –ahora lo sabemos- solo había una mujer esperándolo.
Quieto como el agua del mar en las madrugadas. Silencioso, no se inmutó ni se quejó por la ausencia de público en su conferencia. Al rato acordamos que yo lo presentaría y así comenzaría a hablar sobre la construcción de una novela.
Quizá aún muchos no saben la maravilla que se pierden al distanciarse de la Literatura, al desconocerla. Mas ella, la palabra, es tan mágica, que al solo pronunciarla convoca a las almas. A los minutos eran siete los sentados junto al escritor. A ellos les reveló que Cine Aliatar es un homenaje a la película Cinema Paradiso, que cuando la escribió estaba trastornado por mirar las grietas que hay detrás de la realidad que conocemos y que, muy en el fondo, la novela trata sobre la transición española a la democracia. Un periodo que a su juicio no fue muy bien explicado.
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“A mí me obsesionaba la idea de vivir en un país que no conocía. Formo parte de una generación felizmente amnésica. Después de Franco hubo una transición a la democracia pero no una condena al fascismo; y el silencio, como decía Unamuno, es aquiescencia. Creo que a nivel político faltó una condena enérgica contra el régimen y una generación artística más comprometida. Lo que hubo fue la movida madrileña de drogas y rock and roll. Nosotros no entendemos la vida sin el cine. Entonces, esta es una novela sobre mi mitología personal. Se trata de las películas que han influenciado a mi personaje, que es mi alter ego. Hay un secreto, que ustedes descubrirán cuando la lean, y todo lo que cuento va enmarcado en el mundo mítico del cine de los 80”, explicó.

Los jóvenes que lo acompañan le piden recomendaciones sobre su papel y su lugar en este país que pareciera, a los ojos del escritor, estar tranquilo después de muchas convocatorias políticas infructuosas. Él responde con celeridad que los derechos hay que ejercerlos, que no se puede dejar espacio a la apatía, que si uno se descuida y no se planta hasta lo pueden desvestir sin darse cuenta. Acota entonces que cada quien tiene un lugar en el mundo y que los artistas deben estar llamados a fomentar conversaciones reales y sinceras. Sobre todo si se es escritor y uno “duerme poco, se va quedando miope, se cansa demasiado y vive agotado por una manera de andar que implica a veces el desdoblamiento”. En una frase sencilla concluye: “La tarea implica tener miradas nuevas a través de agujeros viejos”. Y sí, ese es, justamente, el reto.]]>

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