Investigación

Venezolanos en Calgary: la segunda huida

Tanto emigrar para morir en Calgary. La caída del petróleo no distingue puntos cardinales, ni dólares o bolívares. Cuando cae, hace desmanes. Miles de venezolanos que se fueron buscando prosperidad con frío en la provincia petrolera de Canadá, ahora se encuentran con despidos a granel

Fotografía: AP images
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Seguridad, estabilidad económica y ofertas laborales fueron el motor que movió a miles de venezolanos a emigrar a lo más al norte del continente. En muchos casos, el preciado oro negro fue el combustible de su viaje, que brindaba oportunidades de trabajo a profesionales en el área petrolera, muchos sacados de Pdvsa pito en mano. Las palabras de Arturo Úslar Pietri se volvieron internacionales: sus paisanos se enfocarían en sembrar el petróleo en Calgary, en la provincia de Alberta.

Entre 90 y 100 dólares americanos era la cotización acostumbrada de un barril de petróleo a comienzos del año pasado. Canadienses y venezolanos disfrutaban de uno de los booms petroleros más largos de la historia en aquel rincón al sudoeste canadiense. Los tiempos eran prósperos. Pero ahora, con solo 46 verdes se puede adquirir la misma cantidad de oro negro, según Brent crude, el mayor indicador internacional. Huir de la revolución bolivariana y su dependencia a los hidrocarburos los ubicó en una tierra donde el combustible es el motor económico local, y la caída de su cotización también los hace sufrir, salvando las enormes distancias geográficas y económicas.

“Están recortando por todos lados”, explica Samantha Aretuo, venezolana residenciada en Calgary desde hace 2 años. “Mi mamá trabaja en Canadian Natural Resources (CNRL) y ella me cuenta que sí se siente el recorte de personal en las petroleras grandes como Shell, BP, y muchas otras. Han botado a amigos de ella venezolanos también”, aunque se halla privilegiada, pues la crisis no la ha afectado directamente.

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Barry Blacklock, consultor en comercialización petrolera, indica que “2015 se pronosticaba como un mal año para el petróleo y 2016 se espera que lo sea también”. Canadá es el quinto productor mundial del hidrocarburo y está al borde de la recesión. Un reporte de Conference Board in Canada emitido en mayo de este año calificó este síntoma de “inevitable” en la zona, con una proyección de 24.000 despidos. “Aunque estamos cerca, no hemos llegado allí aún”, dice Blacklock. Los ciudadanos de esta sede principal de empresas de gas y crudo la ven cada vez más real, pues son testigos de olas de personas que pierden sus trabajos en un abrir y cerrar de ojos.

Contar con un barril a la mitad de lo proyectado originó que estos layoffs comenzaran desde enero de este año, cuando Royal Ducth Shell anunció un recorte de menos de 10% en sus 3.000 empleados. Días después, Suncor Energy hizo lo mismo con alrededor de mil personas y un billón de dólares de su presupuesto. Sin retroceder tanto en el tiempo, en tan solo un día, el 1 de septiembre de este año, las empresas ConocoPhillips Canada y Penn West despacharon 500 y 400 empleados de la provincia, respectivamente – o sea, casi 38 profesionales por hora, mayoritariamente en Calgary. “Las petroleras no tienen flujo de caja, por lo que están reduciendo gastos como pueden. Como la mano de obra es su gasto número uno, están dejando ir a muchísima gente”, explica Blacklock, quien alega que las empresas están dando “cambios significativos” financieros para ajustarse y sobrevivir dadas las condiciones.

Efecto dominó

Mientras cae el petróleo, caen otros sectores económicos en el corazón de Alberta, lo que acerca a los venezolanos cada vez más a las andanzas sureñas de las que huyeron en primer lugar. “A los centros comerciales ya no va tanta gente como se veía hace tiempo. Ahora se parece mucho a Venezuela: las personas van solo a ver las tiendas, no como antes que podían salir hasta con cuatro bolsas y se veían los locales llenos”, cuenta Orlando Nieto hijo, ingeniero venezolano de la empresa CNRL. Incluso, los altos precios de vegetales y frutas afectan las idas al supermercado de los criollos en el norte, quienes huyendo de anaqueles vacíos se encuentran con altos precios de los alimentos, añade Aretuo. “Los restaurantes y locales nocturnos tampoco se están llenando mucho”, explica.

Hoy en día, cada vez son más las oficinas recién estrenadas que se quedan sin ocupar en Calgary. Las “vacantes fantasma” se han vuelto comunes dada la baja de los precios de los inmuebles presenciada desde mediados del año pasado. Blacklock destaca que desde hace 15 o 20 años, el mercado de bienes raíces había aumentado con la población de la ciudad. Ahora va en picada.

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Aunque el índice de costos de hogares de Teranet-National Bank indica que en Canadá los montos aumentaron en 1,2%, en la ciudad petrolera por excelencia bajaron 2,3%. “Esto es bueno en parte, ya que los precios están bajando, pero es malo porque muchos edificios y torres que se estaban construyendo pensadas en la falta de espacio ahora no tienen personal para llenarlos. Las compañías están cerrando, mudándose o simplemente, ya no necesitan tanto espacio”, alega Blacklock.

Entre trabajos y provincias

Samantha Aretuo, periodista y emigrada, asevera que el ingreso más fuerte de la provincia viene de la actividad petrolera: “No tiene otro tipo de producción que la mantenga tan a flote. Por acá arriba no hay otra opción sino Houston, que no ha se ha visto tan afectado como Calgary”. El ingeniero venezolano Orlando Nieto agrega que la caída vertiginosa del rubro  perjudica a nivel macro: “La economía de todo el país se ve afectada porque, aunque tienen turismo, ganadería, entre otras maneras de subsistir, Canadá se mueve bastante por el petróleo”, indica.

Nieto afirma que ante los despidos en Calgary, conoce de profesionales en el área que han vuelto a sus provincias de origen en búsqueda de empleos en mantenimiento de las grandes compañías, “pero también las contratistas son insuficientes”. Josué Ramírez, director de la ONG Canada Venezuela Democracy Forum, agrega que incluso hay quienes buscan alternativas fuera de América: “Sé de venezolanos que están buscando opciones en el Medio Oriente, por Arabia Saudita y Kuwait, entre otros países que están reclutando profesionales porque saben del desempleo”, explica.

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Sin embargo, la migración también se percibe entre sectores económicos: “Personas que están acostumbradas a altos sueldos, ahora están aceptando trabajos por debajo de salario mínimo. Es como si saltaran de un sector a otro, de construcción y petróleo al de servicios”, declara Ramírez, quien ve restaurantes y tiendas sin escasez de empleados. Ante la falta de ingresos, el director de Canada Venezuela Democracy Forum agrega que por primera vez se ha visto cómo estar detrás del volante de un transporte escolar es un trabajo codiciado por muchos: “Antes se ponían avisos solicitando personal, pero ahora se ven colas para ser chofer. La educación es algo que no se va a acabar y la gente lo sabe”, asevera.

Al igual que Calgary, naciones que dependen del rubro – Venezuela y Rusia, por ejemplo – han visto cómo su economía cae junto al precio del barril, mientras que “los importadores netos, como la mayoría de los países europeos, se beneficiarán de la disminución del precio del petróleo”, afirma Francisco Monaldi en su artículo Esto es lo que pasa cuando el precio del petróleo se desploma. Esta situación se evidenció en la década de 1980, cuando la mayoría de estos países sufrieron el colapso de la inversión y el consumo, además de los recortes de la OPEP.

Dado que los costos del oro negro tienden a ser cíclicos, los habitantes de Calgary esperan salir de la recesión por medio de las políticas necesarias, aunque están conscientes de que no será sencillo. Ramírez dice que “a raíz de esto, se espera que el sector petrolero haga los ajustes necesarios para salir de la crisis. Quizás hoy en día, esto va a permitir que las industrias ajusten sus sistemas de producción y contraten la mano de obra que realmente necesitan”, además de proponer horarios atractivos para los empleadores.

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Así como se migra entre provincias y sectores económicos, Aretuo piensa probar suerte de vuelta al sur en busca de mejores oportunidades: “En principio nos pareció lo más sencillo venirnos a Canadá, pero en vista de la crisis estamos planeando irnos a Colombia. Ya mi esposo está allá, falto yo”, dice la periodista. Como ella, son muchos los venezolanos que no esperarán la llegada de la siguiente bonanza petrolera, pues quieren depender del sustento propio y no de oportunidades que caigan del cielo ni broten de la tierra.

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