Humor

De epístolas a pistoladas

La justicia en Venezuela se tapa los ojos no con vendas sino con lentes Gucci. Basta ver el roster de presos que actualmente ven podrir sus derechos en nuestras muy hacinadas cárceles. El juicio a Leopoldo López recién comienza. Las órdenes de captura por el presunto magnicidio del “Pasante Pajarito” persiguen a Miguel Ángel Burelli, Diego Arria y María Corina Machado. Además, hay estudiantes universitarios que hoy se arropan con un periódico del ayer solo porque en febrero enarbolaron el tricolor en defensa de la democracia

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Llama la atención cómo la infame Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, puede atender con la celeridad de un Correcaminos una denuncia seguramente fabricada por un think tank en La Habana. También sabe hacerse la “Loca Luz Caraballo” con aquellas delaciones que no solamente tienen pruebas contundentes, sino que también atentan contra el bienestar de los ciudadanos, independientemente de su tendencia política. ¿Mario Silva dónde está? ¿Quiénes son las empresas que desfalcaron a CADIVI con 20.000 millones de dólares? ¿A cuál chinchorro se retiró Jorge Giordani luego de escribir sus memorias felices?

Es este último quien más asombra. Jorge Giordani, un intocable en la era de Hugo Chávez, quien le explicara a Guaicapuro Lameda, en el 2.002, que la revolución necesitaba que los pobres siguieran siendo pobres por tres generaciones, escribió una carta, de su puño y letra, en la que admitió la bancarrota de Venezuela. También confesó que se utilizaron fondos del Estado para financiar la campaña de un ex presidente que apenas podía dar dos pasos, la interferencia de asesores franceses en la operación del Ministerio de Planificación y Finanzas y el “inicio de una nueva oleada de grandes gastos sin los requisitos diseñados (…) decididos sin estudio previo, improvisados de hecho”.

Giordani escribió esa carta porque vio que el “Pasante Pajarito” no le iba a cumplir su deseo de ser Presidente de CADIVI —para intentar salvar por lo menos algo de una alcancía de cochinito ya rota. Se salió del Ministerio de Planificación y soltó con la publicación una ola de estiércol. Esta acción en épocas de Chávez, se hubiera barrido bajo el felpudo pero que hoy hasta el que siempre ha empuñado su mano al aire en defensa del movimiento bolivariano —William Ojeda no es contigo— pueden ver las moscas sobre el montículo.

¿Cómo puede entonces la Señora Fiscal buscarle pistoladas a correos supuestamente enviados por Miguel Ángel Burelli? Estos emails, por cierto, ya han sido probados por expertos y Google, quienes aseguran que no son de su autoría. Aquí, en esta patria herida, el único que escribe epístolas “de mea culpa” se llama Jorge Giordani. ¿Cómo puede Diosdado Cabello decir que quien es leal a una revolución no puede criticarla? ¿Cómo puede Héctor Navarro ser pasado a un Tribunal Disciplinario por cuestionar la corrupción a todas luces obvia? ¿Cómo Jorge Giordani no está preso?

“Hay que mantenerlos a todos pobres y con esperanza”, le confesaría el viejito consentido de Hugo en aquella reunión con Guaicaipuro Lameda. “Los adultos se resisten y se aferran al pasado; los jóvenes la viven y se acostumbran, y los niños la aprenden y la hacen suya”. Hoy en día la misma respuesta —aquí irrepetible— que le dio Lameda a Giordani en esa oportunidad sigue vigente. Inclusive para una Fiscal que desecha la epístola Giordani como una pistolada y a las pistoladas fabricadas en Cuba como epístola.

Ilustración: Mishima

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