Perfil

Néstor Reverol, árbol torcido que se arrima a la revolución

El ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz ha acumulado casi una decena de cargos gubernamentales desde que el chavismo asumió el poder. Su ascenso fue vertiginoso, muchos dicen que lo logró porque supo codearse con los más influyentes dentro de la revolución. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos acaba de incorporarlo a su "lista negra" por su responsabilidad en la violencia y la represión en los últimos tres meses

Fotografías: AVN
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Su perfil en Twitter es una oda al presidente Nicolás Maduro. En la cuenta oficial de Néstor Luis Reverol, ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, hay tantos trinos suyos como RT´s a la cuenta Presidencial. El time line se alarga con una que otra noticia que habla de los supuestos triunfos y planes de gestión del Gobierno central. Quienes lo han tratado dicen que este militar es experto en la lisonja —aquella que se arrima a los poderosos para obtener algo a cambio: poder. Su actividad en la red social atestigua el guinde.
Allí se describe como “revolucionario, socialista, antiimperialista y chavista por siempre”. Si el salario mínimo integral asciende a 250.531 bolívares, es porque el “presidente @NicolasMaduro ¡defiende al pueblo de la guerra económica!”, o si hace entrega de 42 patrullas para la policía del estado Zulia o incorporan a jóvenes en el plan #ChambaJuvenilPorLaPaz se hace siempre “por instrucciones del presidente @NicolasMaduro”. Siempre aprovecha para manifestar su apoyo irrestricto al proceso de Asamblea Nacional Constituyente (ANC) convocada por el mandatario. En la misma red social se le ha visto prodigar culpas, en especial a Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional (AN), por las víctimas de los tres meses consecutivos de protestas. Eso sí: nunca asume responsabilidades, por ejemplo, por los 21.752 asesinatos ocurridos en 2016, de acuerdo con la lengua traidora —para él— de la fiscal general Luisa Ortega Díaz.
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Néstor Luis Reverol Torres es oriundo del fronterizo estado Zulia y tiene ascendencia Wayúu. Recién egresó de la Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación (Efofac) pasó a engrosar las líneas del Comando Nacional Antidrogas de la Guardia Nacional. Un general retirado que, por seguridad, prefiere resguardar su identidad recuerda al Reverol de los noventa: “Él y Edylberto Molina Molina llegaron juntos al servicio antidrogas, y en seguida se cuadraron con el general Ramón Guillén Dávila, que dirigía el comando y este los ‘pupileaba’. Fue así como siendo apenas subtenientes logran que los enviaran a Alemania, a través de la embajada de ese país, a realizar un curso para el control antidrogas”.
En los tempranos noventa Guillén Dávila —hoy difunto— era un hombre de confianza de la CIA, que una década antes había logrado los mayores decomisos de droga registrados hasta entonces en el territorio nacional, pero fue acusado en Miami, Estados Unidos, por haber introducido a ese país hasta 22 toneladas de cocaína, mientras era jefe de la unidad antinarcóticos entre 1987 y 1991, período en el cual trabajó estrechamente con la CIA y con la DEA. En noviembre de 1991, luego de recibir una promesa escrita de inmunidad de la oficina del Fiscal Federal en Miami, Guillén viajó a Estados Unidos a testificar, al cabo de cuatro días de interrogatorio confesó. Este fue el primer padrino de Reverol.
“Eran unos valerosos, y no por su coraje. En el argot militar se le dice así a quien se aprovecha de las circunstancias, mediante ardides, maña y viveza. Reverol y Molina Molina eran muy sagaces para cuadrarse con sus superiores; eran un par de oficiales con precarios conceptos disciplinarios y pocas aptitudes profesionales. Yo los veía como ese tipo de gente que siempre busca los caminos verdes, y al final el tiempo me dio la razón”, continúa el general. También le da la razón el coronel Hidalgo Valero, abogado y miembro del Frente Institucional Militar, quien afirma haberle dado clases en la escuela de cadetes, y no conservar ninguna anécdota especial sobre el ahora ministro. “No era brillante”, atina a decir. Valero dio esta entrevista antes de ser detenido por el Sebin el pasado 5 de julio.
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En su remembranza, el general anónimo llega a otro de los padrinos de este zuliano sin acento: Miguel Ramírez González, a quien llamaban “El Mickey”. “Reverol siempre tuvo buenos cargos, siempre fue ayudante de generales, hasta que trabajó con el Comandante General de la Guardia Nacional, Miguel Ramírez González, él es quien lo envía a Miraflores para que fuese edecán de Chávez. Ahí empieza la gloria de la oscuridad”.
Un empleado de Miraflores de principios de la década de 2000, lo conoció cuando Reverol estaba en labores de atención al ciudadano, que podía ejercer en el propio palacio presidencial o en el Palacio Blanco: “Era callado y no todos son así. Tenía un bajo perfil y estaba siempre pendiente del público”. De ahí en adelante el silencio se acabó, comenzó un ascenso meteórico que lo ha llevado a ocupar diversidad de cargos durante la última década y no precisamente por su trayectoria profesional. “Es un militar que estuvo apartado durante casi toda su carrera militar del comando de tropa. Se ve claramente que su orientación profesional es de carácter político. No le interesa un rol dentro de la institución armada, sino que la utilizó como una vía de ascenso”, opina Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional.
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El hombre de los mil cargos
El general asegura que el tiempo que Reverol estuvo en Miraflores como edecán muy probablemente lo utilizó para relacionarse con el entorno más cercano del fallecido Hugo Chávez. “Fue entonces cuando debe haber conocido a Tareck El Aissami, con quien se dice tiene muy buena relación”.
En febrero de 2007 pasa a ocupar la silla principal de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA). En ese tiempo ya no quedaba nada de ese oficial bien dispuesto y callado que atendía al público en Miraflores. Quienes trabajaron con él dicen que “se volvió un déspota”, que hacía que sus órdenes se cumplieran así se le explicara con pelos y señales porqué tal o cual mandato era inviable. “Respondía: ‘yo no sé cómo, pero lo haces”. A los directores que debían reunirse con él los hacía esperar hasta las 9:00 pm y ese encuentro podía extenderse durante horas. “Él tenía aspiraciones. Se le notaban. Vivía rindiéndole pleitesía a Pedro Carreño, que era Ministro del Interior, lo cual incluía comprarle suntuosos regalos de Navidad que se le enviaban de parte de la Oficina”.
En tanto timoneaba la ONA, fue designado, el 17 de febrero de 2011, como viceministro de Prevención y Seguridad Ciudadana del Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia; y de ahí en adelante al hombre se le endilgan una retahíla de cargos. Ha tenido entre sus funciones: ser parte del Consejo Directivo del Servicio Nacional de Administración y Enajenación de Bienes Asegurados o Incautados, Confiscados o Decomisados; y la Presidencia de la Comisión Nacional de Casinos, Salas de Bingo y Máquinas Traganíqueles. También ha sido gerente del Proyecto de Solución Tecnológica Integral para el Montaje e Instalación de Centros de Atención del 171; y miembro de la Fundación Venezolana para la Prevención y Tratamiento de Consumos de Drogas.
Su primera gestión como Ministro de Relaciones Interiores se la asignó el presidente Chávez en octubre de 2012 y ocupó esta cartera hasta el mes de abril de 2013 —fue el último Ministro de Interior designado por Chávez antes de morir. De ese despacho pasó a la Presidencia de la Corporación de Desarrollo de la Región Zuliana (Corpozulia), el 23 de mayo de 2013. Como favor, con favor se paga, allá se llevó como su mano derecha a uno de sus padrinos: Miguel Ramírez González, quien ocupó la Vicepresidencia de la institución. Después de un año, deja su estado natal al ser nombrado subdirector general del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), y declaró: “Voy a contrarrestar cualquier campaña de desestabilización contra el Gobierno”. Su activismo lo llevó a ser nombrado el 27 de octubre de 2014 Comandante de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). El mismo día del nombramiento lo ascienden a Mayor General. Rocío San Miguel advertía entonces que el cargo le tocaba a Antonio Benavides Torres por ser un oficial más antiguo.
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“Era a Benavides Torres a quien le correspondía el ascenso natural hacia la comandancia no solo por los cargos de comando que ha ocupado, sino también porque que ascendió de Nro. 1. Es hombre de fuerzas especiales, con record sudamericano en pruebas de esfuerzo físico. Reverol, por su parte, no viene de cargos de comando; su actuación ha estado limitada en cargos en el Ministerio del Interior y Justicia y en la ONA. El aval de más peso que tiene es ser hombre de confianza de Tareck El Aissami”, escribía en su columna del 3 de noviembre de 2011 la periodista especializada en la fuente militar Sebastiana Barráez. Hasta el coronel Hidalgo Valero sí recuerda a Benavides como un avezado estudiante. Finalmente, en junio de 2016, al César lo que es del César, el Mayor General Benavides Torres sustituyó a Reverol como Comandante de la GNB. “Reverol ha ascendido porque a este gobierno no le importan los méritos, sino ser políticos, partidistas y estar alineados con los fanáticos del PSUV”, concluye el coronel Valero.
¿Dónde están los reales de Makled?
Pocos meses estuvo apartado Reverol del seno gubernamental. Bastó y sobró que una corte del distrito este de Nueva York lo señalara a él y a Edylberto Molina Molina —quien era su segundo al mando mientras estaba en la ONA— de formar parte en una trama de distribución de cocaína para que el presidente Nicolás Maduro lo nombrara Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, al día siguiente de que se hiciera pública la acción del tribunal.
El 1° de agosto de 2016 se difundió el comunicado del Departamento de Justicia de Estados Unidos y Reverol regresó al despacho que regentó entre 2012 y 2013 el 2 de agosto; pese a que se le acusaba de recibir  pagos por parte de traficantes de drogas a cambio de ayudarles a distribuir cocaína que sería importada a Estados Unidos, entre enero de 2008 y diciembre de 2010, lo cual incluía, por ejemplo, alertar a los traficantes de futuras redadas policiales, y dejar en libertad a individuos que habían sido arrestados por narcotráfico. Fiel a su amistad, en septiembre de 2016, Reverol comunicó que el general Edylberto José Molina Molina pasaría a ocupar el puesto de viceministro del Sistema Integrado de Policía. No hay que dejar de decir que sobre Reverol aún no existe ninguna sanción por narcotráfico por parte de los EEUU, como sí la hay sobre el vicepresidente El Aissami, entre otros funcionarios del Estado.
Los señalamientos sobre Reverol se venían anunciando desde mayo de 2015 cuando el diario The Wall Street Journal reveló la existencia de una investigación a cargo de una división élite de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y fiscales federales en Nueva York y Miami, en contra de varios funcionarios venezolanos. Más tarde, en diciembre de ese año, la agencia de noticias Reuters confirmó la existencia de una investigación que involucraba a Reverol.
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Tras los señalamientos el ministro se defendió. El 22 de agosto de 2016 dijo en una rueda de prensa: “Muchas cosas pudiéramos decir aquí, sin embargo, nosotros simplemente venimos a decirle al país y a la comunidad internacional que ante todos estos señalamientos de manera coercitiva, arbitraria, que violan el derecho internacional, nosotros nos mantenemos firmes. Nosotros nos mantenemos de frente, dando la cara, y avanzando en todas las políticas y estrategias del Estado venezolano para declarar una guerra sin cuartel al narcotráfico y a toda sus manifestaciones de delincuencia”. Subrayó que Venezuela es el único país que mantiene una política de incineración de drogas y que después de la expulsión de la DEA de Venezuela en 2005 se duplicó la incautación de narcóticos en el país, pues en más de 22 operaciones militares fueron destruidos 108 laboratorios y 112 aeronaves quedaron inhabilitadas.
No era la primera vez que Reverol se defendía, a periodistas de The Wall Street Journal les argumentó en enero de este año: “Cómo voy a ser un narcotraficante si tengo 30 años luchando contra el narcotráfico y buscando capos. Yo le entregué 21 capos a las autoridades de Estados Unidos, entre ellos el ‘Loco’ Barrera (Daniel) y Diego (Pérez Henao) ‘Rastrojo’”. En su gestión en la ONA además se logró la captura del líder de la banda Los Urabeños y jefe paramilitar Giraldo de Jesús Escalante, en mayo de 2013.
Sin embargo, la duda sobre los manejos de Reverol está sembrada desde mucho antes, justamente por un narcotraficante confeso. El capo de la droga Walid Makled dio una entrevista al diario El Nacional el 10 de octubre de 2010, en la que denunciaba: “Hay un general que está manejando mis empresas. Esas empresas en esos 23 meses han generado de 130 a 140 millones de dólares. Esa plata debería estar depositada en un tribunal y no lo está. Esa plata se la robó ese general. Ese general es Néstor Reverol, que es el jefe de la ONA”, y agregó: “La familia de él en Cabimas vive en una mansión de dos o tres millones de dólares… con la plata mía. Los norteamericanos tienen que pedirle su orden de extradición para ver qué hizo con mis reales”.

Y Reverol nuevamente se defendió diciendo que ese dinero había ido a la repotenciación de empresas como Aeropostal.

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No fue por narcotráfico que el ministro entró a la lista negra del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. 15.000 civiles heridos, más de 3.000 arrestros arbitrarios ocurridos en los cuatro meses de manifestaciones, entre abril y julio de 2017; y 431 presos políticos hicieron que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC por sus siglas en inglés) lo sumara a su listado por las violaciones y abusos contra los Derechos Humanos perpetrados por la Policía Nacional Bolivariana, la Guardia Nacional y otros cuerpos de seguridad del Estado. Estar en la lista OFAC implica sanciones, los vienes de Reverol en EEUU serán congelados y los ciudadanos de ese país tienen prohibido hacer negocios con él.
Balance de gestión
En la convulsa Venezuela de 2017 no es el narcotráfico lo que hace que la lupa se mantenga sobre la gestión del Ministro de Interior, sino su participación en el control de las manifestaciones que han ocurrido en el país durante los últimos 100 días. El hombre se ganó el repudio de los defensores de los Derechos Humanos al asomar que el asesinato de David Vallenilla, ocurrido el 22 de junio, había sido por el “recurrente asedio a la base militar de La Carlota”.
“El control del orden público en Caracas lo dirige él. Pasa por encima de la Fuerza Armada Nacional (FAN), de la Redi (Región Estratégica de Defensa Integral) y de la Zodi (Zona Operativa de Defensa Integral). El balance es muy grave porque han ocurrido crímenes atroces. Hasta ahora Control Ciudadano nunca lo ha denunciado, pero vemos cómo la Fiscalía avanza en ese sentido con las citaciones a Benavides y a González López, creemos que Reverol debe ser el próximo, aunque su estatus de ministro lo hace más difícil, y lo protege”, asevera Rocío San Miguel.
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Para el coronel y abogado Hidalgo Valero, Reverol no tiene la preparación, ni la capacidad técnica para asumir el manejo de la seguridad ciudadana. “Bajo una supuesta revolución, estos señores del gobierno repartieron armas en las zonas rurales. Ahora la guerrilla rural recrudece, en zonas como Barlovento, al igual que la guerrilla urbana por el hambre. En esas áreas funciona una industria delincuencial que controla los secuestros. Estamos frente a un problema de seguridad de Estado, al tiempo que la estructura del Estado ocupa 80% de su potencialidad de seguridad en reprimir la acción civil y en atropellar al ciudadano. Lo que les queda son las OLP con las que van a matar a los mismos que ellos convirtieron en delincuentes”.
No obstante, a medida que la crisis se agudiza y se acerca el proceso de la Asamblea Nacional Constituyente, Reverol hace las veces de juez y verdugo. Anuncia las causas de las muertes de los fallecidos en las protestas, sin que hayan concluido las investigaciones del Ministerio Público; y dirige la llamada Asamblea Patriótica Constituyente, en la que participan los cuerpos de seguridad del Estado y “el Poder Popular organizado”. En el acto llamó al debate para que “todos juntos en perfecta unión cívico- policial- militar, construyamos realmente lo que quiere el pueblo y proponerlo como una política de Estado dentro de la Asamblea Nacional Constituyente”. Eso lo dijo a principios de junio y la perorata la continúa, como no, por Twitter. Un mes después, al reunirse con representantes de la PNB, GNB, jefes de ZODI, REDI, Cicpc, VEN911 y el Observatorio Venezolano de Seguridad. “Vamos con el Pdte. @NicolasMaduro a continuar trabajando para garantizar la PAZ de nuestro pueblo. ¡Rumbo a la constituyente!”. Ha funcionado. Pareciera mantenerse cada vez más atornillado en el poder.
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