Política

Yendri Sánchez, quemado por el poder

Esta es la historia de principio a fin de quien tuvo la osadía y valentía de batuquear a Nicolás Maduro el mismísimo día que se investía como presidente de la república. Desde entonces estuvo encarcelado, pese los exámenes psiquiátricos forenses que lo muestran como discapacitado mental. Él nunca quiso agredir a Nicolás sino pedirle, como miles de venezolanos, un hogar dónde habitar y la fama del Guinness. También conocido como "el espontáneo", el domingo 5 de agosto fue hallado muerto en su casa en el sector "L" de la Ciudad Ojeda en Zulia. 

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Los ojos del mundo se posaron en Caracas el 19 de abril de 2013. En el acto de juramentación del presidente Nicolás Maduro en la Asamblea Nacional, frente a 12 jefes de Estado y delegaciones de 47 naciones, un joven pasó corriendo al estrado; apartó al líder político y gritó: “¡Nicolás soy Yendri, ayúdame!”. Minutos después desapareció de escena y el mandatario venezolano exclamó, visiblemente sorprendido: “Ha fallado la seguridad. Mi vida está puesta a la orden de la Patria, pero me deben cuidar, de alguna forma”.

Luego de más de 20 días de aislamiento en la Comunidad Penitenciaria de Coro (Falcón), su centro de reclusión, el 17 de mayo de 2013, Sánchez logró contarme su historia en una larga llamada telefónica. Había pasado un día de la visita de su familia: “Lo que ha pasado conmigo es que no le han permitido la entrada a mi abogada privada de Caracas: Gloria Stifano. No dejan que ella se encargue de mi caso para que me saque lo más pronto posible. No quiero a la abogada pública. Me dijo que me iba a ayudar mucho y ni siquiera me ha vuelto a llamar”.

Por primera vez relató lo que sucedió esa noche: “Todo eso de que formo parte de una conspiración es mentira, lo que yo le pedí a Maduro fue una casa para mi mamá. Y mi sueño es firmar el libro de los récord Guinness, pero eso no lo entienden ellos”.

Sánchez llegó temprano esa tarde a la Asamblea Nacional para poder colarse en el acto protocolar y formularle al mandatario su petición: “Tenía una chaqueta roja y una gorra nueva. Me vestí bien elegante ese día, como siempre acostumbro al ir a esos lugares, bien presentable. Entré con gente del Ministerio de Comunas y nadie me detuvo. Luego de que le pedí a Nicolás la casa me agarró la gente del Sebin y Guardia Presidencial que me llevaron a una parte sola de la Asamblea”.

El joven explicaba que lo tenían custodiado, acorralado durante el acto y cuando hubo concluido habló con un altísimo funcionario de la Asamblea Nacional. “Me gritó que yo era un maracucho rayúo que siempre hacía esas cosas y, por eso, un día de estos ellos se iban a encargar de desaparecerme. Por eso quería hablar con los medios”.

Poco después el vicepresidente Jorge Arreaza y María Gabriela Chávez hablaron con él. “Ellos fueron muy amables, Arreaza me interrogó un rato y me dijo que me calmara. La hija del comandante tiene un corazón muy grande. Ella me preguntó que por qué había hecho eso, que eso no era así porque es muy peligroso, pero me trató bien porque todo el mundo me quería como matar”.

Yendri contó que después lo llevaron al Sebin donde estuvo encerrado tres días, sometido a interrogatorios. “Ellos me trataron más o menos esos días. Me pegaron varias veces en las piernas con una vara. Es un palo grueso que tienen allá, porque andaba muy desesperado. En realidad lo que yo quería era pedir una vivienda para mi mamá, eso era todo. No buscaba hacerle daño a nadie, eso es puro embuste. Todo los cargos que me puso la fiscalía son falsos”.

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El sábado 20 de abril lo presentaron a la fiscalía donde le dijeron que confiara en la defensa pública. “Esa noche del 19 ellos me tenían pa’llá y pa’cá. No querían que ninguno de los medios de comunicación supiera quién era yo, ni lo que me había pasado. Quería hablar con la prensa y ellos me decían que no se podía. Entonces me encerraron en el Palacio de Justicia y me dijeron que iba a salir pronto; que firmara con una defensora pública para que todo saliera bien.

Supuestamente, la abogada Stifano me iba a cobrar 30 mil bolos. Al día siguiente me pusieron esos cargos horribles. Todo eso es mentira, por eso quiero que me defienda Stifano”.

Desde la noche del acto sólo se volvió a ver a Yendry el 23 de abril cuando le hicieron una entrevista en la medicatura forense del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) en Bello Monte. Esa mañana vestía un pantalón negro y franela blanca cuando funcionarios del Sebin lo sacaron a empellones, mientras gritaba: “Necesito hablar con los medios de comunicación. Me tienen aislado. No me dejan hablar. Amo al Zulia, amo a mi estado querido, los amo a todo (…) me quieren dar de uno a seis años de cárcel”.

Poco después lo trasladaron a la Comunidad Penitenciaria de Coro. Sobre el periodo de aislamiento, comentó. “Me llevaron a una parte aislada y duré como 23 días sin salir, sin tener espacio, ni nada. Me trataron como cuatro veces unos psicólogos y psiquiatras, pero me tenían encerrado como un ratón”.

Sánchez asevera que las autoridades de Coro le decían que eso era normal. “Los directores me han dicho que esto es un castigo para todos los nuevos ingresos del penal. Para los recientes que han pasado por este lugar. Pero eso es otra mentira porque me di cuenta de que sólo era para mí”.

La fiscal 20 nacional, Katherine Harrington, lo acusó por la presunta comisión de los delitos de ofensa agravada al jefe de gobierno y asociación, de acuerdo con lo previsto en el Código Penal y en la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo.

Sobre su relación con Juan Salas, el otro espontáneo célebre, el que una vez lo ayudó a irrumpir en el escenario del Miss Venezuela, asevera: “Juan y yo somos amigos desde niños, de toda la vida. Éramos vecinos en Ciudad Ojeda. Siempre hacíamos competencias. Nos retábamos a ver quién era el mejor, a ver como quien dice quién tenía más cojones y mira donde terminé yo”.

El joven insiste en que nadie le habla de su proceso. “No viene mi abogada pública y no dejan entrar a la privada —la que quiero que me defienda. Ellos no dejan que pase para firmarle los papeles y así empezar a organizar mi defensa. No he hablado con más nadie, sino con mi familia”. Sánchez manifiesta que se siente “más o menos” y le duelen mucho los huesos. “Quiero hacer un llamado a las autoridades para que después de todo este susto por lo menos se logre tener algo para mi familia. Que de todo esto salga una ayuda de parte de este gobierno”.

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Gloria Stifano fue la defensora de Sánchez hasta hace unos meses. Afirma que al imputado lo confundieron. Fue presionado para que tuviese un abogado público que no se ocupa del caso, mientras continúa encerrado. Stifano explica con preocupación que en su caso se tiene privado de libertad a un enfermo mental y muestra el diagnóstico neuropsiquiátrico de quien fue su representado.

Mientras los defendió intentó solicitar la inimputabilidad de Sánchez. “Es un enfermo mental que fue acusado por el Estado. Él es inimputable porque los resultados de los exámenes psiquiátricos forenses, que emitieron las doctoras María Elena Berroterán y Ana Carolina Breto, indican que padece trastornos metales”.

El diagnóstico realizado por las especialistas en Psiquiatría Forense detectó una “dependencia de alcohol de larga data y una inteligencia clínicamente baja que se acerca al retardo mental”. El documento resalta que presenta escasa capacidad de análisis, una personalidad poco madura, además de “rasgos egocéntricos, la necesidad de ser reconocido y admirado por lo que hace”.

La evaluación de las expertas recomienda la realización de un “análisis neuropsicológico y otros estudios paraclínicos” con el fin de atender los padecimientos que sufre Sánchez. Fuentes extraoficiales revelan que estos estudios justifican que durante su primer aislamiento, por más de 20 días en Coro, se le hayan extraído muestras de sangre al acusado. “No es posible que la Fiscal General pida que se mantengan los dos delitos y la privativa de libertad con ese diagnóstico. Este es el estado de derecho que tenemos”, asevera Stifano.

La abogada Gloria Stifano dirigió la defensa de Yendri Sánchez, pese a que declaró en su cuenta de Twitter que no. Al respecto, explica: “En la cárcel de Coro, una directora le dijo a Yendri que yo era una escuálida que lo iba a hundir y no lo iba a poder representar como Dios manda. Le dijeron que era contraproducente tener una abogada adversa al gobierno y el firmó una revocatoria. Pasó es que esa revocatoria nunca llegó al Palacio de Justicia”.

La abogada defensora explicó que continuarían con la estrategia planteada desde hace meses que era impedir la apertura de un juicio oral y público sin que antes se discuta la inimputabilidad de Yendri Sánchez. “El Código Orgánico Procesal Penal establece que primero hay que discutir con expertos psiquiatras y psicólogos si él es imputable o no. No podemos ir a juicio con una persona que, evidentemente, tiene algún tipo de desequilibrio mental. No es que esté loco pero no está apto para asumir un debate oral y público. Serán los expertos que determinen si el muchacho está capacitado para ir a juicio o no de forma legal”. Sin embargo, el juicio oral y público se inició el siete de enero y con los mismos cargos.

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La única vez que pude hablar con Yendri fue a escondidas, mientras el permanecía de pie antes de su juicio. La jueza María Eugenia Núñez suspendió ese martes siete de enero la audiencia para estudiar el caso. “El expediente es voluminoso y no estudio los hechos antes de entrar al debate oral”, expresó. Es por ello que fijó la continuación del proceso para el 14 de abril, a la 01:00 pm. No sucedió. Gloria Stifano le advirtió al tribunal 12: “Que quede constancia que la vida de Yendri, corre peligro en la prisión”.

Horas después el joven era trasladado de nuevo a Coro. Momentos antes del inicio de su juicio, Yendri Sánchez volvió a disculparse.

“Le vuelvo a pedir públicamente perdón al Presidente, un millón de disculpas, nunca más volveré a hacer ese tipo de locuras. Quiero que por favor ayude a mi hermana que tiene cáncer y me saque rápido de este problema porque necesito reunirme lo más pronto posible con mis familiares”.

Sánchez asevera que lo toman por delincuente y reiteró sus denuncias sobre abusos por parte de los custodios del recinto penitenciario coriano. “Los custodios a veces golpean a la gente. Uno sufre muchos traumas. Por ejemplo, una vez me quedé dormido y me pararon a tablazos. Es feo lo que estoy viviendo allá. Me arrepiento de ese error y lo quiero rectificar. También le pido a la Fiscal General de la República una ayuda humanitaria porque necesito rectificar mi vida”.

Aunque la fiscalía solicitó la intervención de 17 testigos, ninguno estuvo presente en la primera audiencia. “El proceso empezó sin la asistencia del presidente Nicolás Maduro, ni la comparecencia del abogado designado por la Procuraduria General de la República. Pedimos el cambio de la calificación jurídica del delito de asociación para delinquir”, afirma la abogada, Gloria Stifano.

Ese martes Yendri Sánchez se encontraba muy nervioso antes del inicio del juicio. Vestía el uniforme amarillo pollito de presidiario y su rostro demacrado, junto a unas marcas oscuras en un pie, acusaba los maltratos recibidos estos meses.

Aprovechó las horas que estuvo de pie, rodeado de funcionarios judiciales y militares, para recordar su encuentro con el presidente fallecido, Hugo Chávez. “Tenía 17 años y quería conocerlo por eso me monté en un expreso hasta que llegué a Caracas. Pregunté donde quedaba Miraflores y me fui pa’llá. Esperé dos días hasta que vi llegar a Chávez y lo conocí. Me preguntó de dónde era yo y me mandó a investigar hasta que vinieron mis padres. Estuve más de un mes en Caracas. Luego me mandaron al Inam y mi papá me vino a buscar”.

Hubieron de pasar más 18 meses recluido para que el juzgado décimo segundo del circuito judicial penal determinara, este 21 de septiembre, conceder su libertad. Pero los atropellos y violaciones de sus derechos los lleva en el pecho. No se borran ni cuando habla de la rara afición que lo llevó a escabullirse en el Miss Venezuela para quitarle la corona a la reina. La misma que lo empujó a sus intromisiones en los mítines de Henrique Capriles o la vez que interrumpió el concierto por la paz de Alejandro Sanz. Sonríe y le brillan los ojos con restos de la antigua picardía que lo caracterizaba. Dice que buscaba la fama:

“Quería firmar el libro de los Récord Guinness como el hombre invisible y llegar hasta el Papa para abrazarlo, pero es muy peligroso. No es bueno andar tocando a la gente poderosa. Ellos lo queman a uno”.

*Esta nota se publicó originalmente en noviembre de 2014

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