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"La mesita del comedor": final explicado de la película del momento

"La mesita del comedor" está recibiendo muy buenas críticas mientras la audiencia queda descolocada por sus escenas finales. Aquí analizamos el cierre de la cinta y varios puntos flojos o inconclusos de su trama

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Existen muchas películas que ofrecen, durante la etapa de mercadeo y lanzamiento, una experiencia terrible para el espectador. Seguramente lo has visto: videos en los que supuestamente la gente se desmaya o sale del cine corriendo por «no soportar las imágenes». Estas campañas se usan con frecuencia para producciones de terror o tramas que pueden ser sensibles para la audiencia. Sin embargo, al final no son más que trucos publicitarios, basados en la exageración. Ese no es el caso de «La mesita del comedor».

Esta cinta, que está en la boca de todos, más que horrorizar produce una profunda angustia o ansiedad. El espectador es cómplice de un horrendo hecho y no tiene más remedio que acompañar a Jesús, el protagonista, en el trayecto, preguntándose cómo confesará lo sucedido, mientras que a la vez intenta elucubrar cómo reaccionará el resto de personajes una vez se sepa el triste y caótico suceso.

En esta secuencia de hechos, algunas decisiones de los personajes pueden generar confusión. En las siguientes líneas vamos a detallar qué pasa con cada uno de ellos y aclarar algunos pasajes de la trama que no están completamente explicados. Obviamente, si no has visto esta película de Caye Casas, lo mejor es volver a este espacio una vez que lo hayas hecho. Aquí te de dejo un artículo para que sepas dónde puedes verla:

¿Qué le pasó a Cayetano?

Como se nos indica desde el inicio, Jesús (David Pareja) y María (Estefanía de los Santos) recién han dado a luz a un bebé llamado Cayetano. Apenas se acaban de mudar a la casa de la abuela fallecida del papá novato. Para decorar este lugar, él ha comprado una mesita, bastante fea por cierto, más por llevarle la contraria a su desafiante esposa que por convencimiento propio. Este pequeño detalle es crucial para el desarrollo del guion.

Ya en casa, Jesús intenta aplacar los gritos del recién nacido meciéndolo en sus brazos, tropieza y rompe el cristal de la mesa. De manera muy inteligente, no llegamos a ver lo que sucede después, pero no es difícil inferirlo. La sangre y el horror en la cara del protagonista indica que Cayetano no solo ha muerto, sino que ha sido decapitado por el vidrio de la mesita del comedor. Aquí retumban las palabras del vendedor del mueble (Eduardo Antuña) a María: «El cristal es irrompible». Sin embargo, como faltaba un tornillo, para asegurar la estabilidad de la mesa, no podremos saber si tal premisa era totalmente cierta.

¿La mesita está embrujada?

Nada hace pensar que se trata de un objeto embrujado, que puede parar en la casa de los Warren. Simplemente es un artículo que una vez comprado, formó parte del accidente. Aunque suene cruel, es algo que a cualquiera le puede pasar. Es decir: ¿quién no ha chocado con una mesa o se ha hecho daño con un objeto casero? Claro, el director y guionista, Casas, con la ayuda de Cristina Borobia, llevan la tragedia al límite, por la muerte del bebé.

¿María y Jesús se suicidan?

Desde que sucede el accidente, Jesús queda tan afectado que apenas puede articular palabras. Se siente incapacitado para confesarle a María lo sucedido. A partir de allí, el espectador siente su angustia y de cierta manera, se queda (frente a la pantalla), para saber cómo, cuándo y de qué forma narrará la tragedia. Al mismo tiempo, Casas ha soltado cierta información para que comprendamos el contexto: los protagonistas están en una edad madura, con líos por superar, como se nota en los diálogos hirientes.

Queda claro que, además de los problemas que enfrentan -Jesús confiesa que quería esperar más para ser padre-, la rutina y personalidad de uno y otro les ha distanciado. Todo ello prepara al espectador para que entienda la dificultad de Jesús para confesar el accidente. Pero además, que la muerte haya sido tan gráfica, empeora aún más las cosas.

¿Puede ir todo este cuadro más cuesta abajo? Pues sí. La visita de la pareja que conforman Carlos (Josep María Riera) y la joven Cristina (Claudia Riera), pone el dedo en la llaga cuando se confiesa un nuevo embarazo familiar. «Cayetano tendrá una primita», dicen en la comida. La realidad es que los espectadores y Jesús saben que los primos no podrán conocerse. Y Esto llega al límite con la presencia de Ruth (Gala Flores), la niña que insiste en que tiene una relación con Jesús. Por último, el perro que entra en casa y descubre la cabeza del bebé, haciéndola visible, completa el cuadro dantesco.

Esta pesadilla retumba tanto, que es fácil advertir el suicidio de Jesús y María. De hecho, Carlos (el único que sospecha que algo anda mal), en determinando momento interrumpe a su hermano, y lee una nota, presumiblemente de suicidio. Esto pasa porque Jesús desiste de su primer intento de quitarse la vida, cuando su esposa está afuera comprando vino para la cena. Es entonces en ese caos, descrito antes, que ambos padres se lanzan al vacío, aunque la cámara no muestra exactamente cuando sucede.

La confirmación de estos suicidios viene de una escena que parece sobrar. Luce como un epílogo: los policías hablan del caso y se refieren a una pareja que «se ha suicidado», con un bebé sin cabeza en brazos. Tenemos información adicional. Cristina no sale de su estado de shock, mientras que Carlos solo repite una frase: «La mesita del comedor».

¿Jesús es pedofílico?

Una trama alterna proviene de la conexión entre los vecinos y Jesús. Parece un poco traída por los pelos, pero es necesaria para que el perro descubra la cabeza debajo del mueble y acelere la decadencia sicológica de los protagonistas. Ruth asegura que Jesús la ha besado. ¿Es esto verdad? Nunca se aclara, no obstante, por la personalidad de la niña, parece que todo sucede dentro de su imaginación.

Además, Jesús no se muestra impactado por las amenazas de Ruth, quien quiere contar el «amorío» públicamente. Podríamos pensar que para él, ya nada puede ser peor. De allí su respuesta. Sin embargo, parece tomar demasiadas precauciones en el proceso para retrasar la noticia de lo sucedido, lo cual certifica que no ha perdido la razón. Así las cosas, luce fuera de lugar que no se preocupara por la posibilidad de que le acusen de pedofilia. En conclusión, toda esta subtrama parece motivada por un mal entendido o por un detalle poco cuidado del guion.

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