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La mariposa que se posó en la mejilla de Cristiano Ronaldo

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FOTOGRAFÍA: PHILIPPE LOPEZ / AFP

Usted ya vio el resumen del partido. Sabe que Cristiano Ronaldo, en el partido más importante de su carrera, se lesionó. Y que luego del minuto 25, dejó a Portugal en una teórica indefensión de nombres. Pero hubo un detalle cinematográfico en el golpe de Payet al jugador portugués. Un pequeño insecto, muy parecido a una mariposa, se posó en su pómulo. Fue como si un hada madrina, una Campanita, una Julia Roberts orejona, le advirtiera que todo iba a estar bien.

Y así sucedió. En parte por Ruí Patricio, un portero de cuyas cualidades hemos hablado anteriormente. Fue Ruí Patricio, para quien escribe, el mejor portero de la Eurocopa. El triunfo de Portugal pasa por sus manos y por sus pies. Detuvo lo indetenible de Griezmann, Sissoko, Giroud y Ginac. Pero también tuvo la tranquilidad para iniciar con sus tacos las jugadas que no ameritaban velocidad. La tarjeta amarilla, a un minuto de la gloria, es un buen ejemplo.

Cristiano Ronaldo dejó el campo pero no su espíritu. Portugal siguió jugando a la espera que Quaresma, su sustituto, conectara algún centro. Sin embargo, ya sabemos, las diferencias individuales producen resultados diferentes.

No obstante, la gran sorpresa no fue la salida de CR7. Fue que Francia no decidiera invadir, con la ofensiva del rival minada, el campo luso. Por el contrario. Sin los largos recorridos de Sissoko, el equipo de Deschamps era completamente romo, como las tijeras de un alumno de preescolar.

Por supuesto que el talento individual del local, en el papel, invitaba a pensar que todo se resolvería en una jugada aislada. Pero es allí donde se nota la mano de un estratega. Y la de Didier fue amputada. No por el resultado, sino por el corset que obligó a Griezmann, Giroud y sobre todo a Pogba, a resolver a lo Maradona. Y Maradona hay uno solo.

El título de Portugal se explica desde sus limitaciones. No es una generación dorada. Sí, en cambio, era la última que contaba con vestigios de reclamar un lugar en la historia. Es significativo que el portador del «10» sea Joao Mario, un jugador que no reúne las condiciones que mostraron Eusebio, Figo, Futre, Deco, Couto o Ruí Costa.

Pero los lusos, heridos desde 2004, entendieron que un título se puede conquistar de mil formas y que el fútbol también admite momentos flacos de las generaciones. Sólo así se explica que Éder, en el minuto 109, resolviera el encuentro. Nadie recordaba que este Hulk de ébano estaba en la banca hasta que salió al campo. Y la sorpresa es más grande porque sustituyó a Renato Sánches, el jugador, luego de CR7, más mediático y espectacular de Portugal, tras ser contratado por el Bayern.

Detengámonos en el joven de 18 años. Puede que su aporte ofensivo no haya sido el esperado en esta final, pero les pido que revisen el video. Tras la salida de CR7, fue el encargado de servir el té caliente a sus amigos. Un agua aromática para sobrellevar el golpe. No todos, a esa edad, tienen tal conciencia. Por eso pidió el balón, lo retrasó y movió. Fue un mensaje para los otros 10: el partido no termina aquí.

Y, creemos, parte de ese éxito es compartido con el DT, Fernando Manuel Costa Santos. Aunque desconozco sus aficiones, estoy seguro que debe saber jugar ajedrez. Movió cada pieza con un sentido estratégico. No sólo por el gol de Éder, sino por el cambio sustancial de Moutinho por el reventado Adrien Silva, en el minuto 66, cuando se necesitaba tener más el balón.

Decía César Luis Menotti, tras analizar a Argentina en la Copa América, que «el 90 por ciento de los futbolistas no saben jugar. No tienen conocimiento del juego ni de los tiempos . No manejan los espacios ni resuelven los lugares de descanso. Me río cuando escucho semejantes pelotudeces, como que un jugador sabe jugar de espaldas al arco que lleva bien la pelota. A eso hay que decirles que la pelota no se lleva, se pasa. Cuando un jugador lleva 20 metros la pelota es porque está jugando como un culo».

Eso fue Francia. Sissoko contra el mundo. Y eso a pesar de que el máximo peligro, Cristiano, se retiró temprano. Aunque hasta el insecto que se posó en su pómulo sabía que si el rival seguía jugando «como el culo», algo bueno iba a pasar.

En cambio, ¿qué hizo Éder? En la que tuvo, disparó fuera del área, como debe hacerlo cualquier delantero. Hoy o hace 99 años.

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