El gobierno tardó más de 12 horas en informar que Óscar Pérez estaba entre los fallecidos (9 en total, 2 efectivos de la PNB), pero posiblemente nunca informen con precisión sobre lo ocurrido. Diversos periodistas especializados en la fuente policial han dado por cierta la versión de que Pérez murió tras un ataque masivo y de alto calibre por parte de una acción conjunta de varios cuerpos de seguridad del Estado.
Esto ha ocurrido medio año después de su cinematográfica irrupción en la escena venezolana, dentro de un helicóptero oficial evidenciando una grieta en el sistema de seguridad de un régimen que se precia de tener las cosas bajo control, al menos cuando de uniformes se trata.
Un sinfín de preguntas, sospechas y admiraciones despertó el mediático piloto de helicópteros tras sobrevolar y disparar contra la sede del Tribunal Supremo de Justicia el 27 de junio de 2017, en medio de la efervescencia de una ola de protestas que comenzaba francamente a extinguirse por la falta de conducción y de objetivos alcanzables.
¿Óscar Pérez actuaba solo con un pequeño grupo de policías descontentos o su acción representaba un descontento de más largo alcance? ¿Era en verdad un romántico que creía que una acción solitaria despertaría una ola de respuestas o fue parte de una acción con otros factores que sencillamente a última hora lo dejaron solo? ¿Se trata de una estrategia genuina o es una fachada promovida por el propio gobierno?
Estas son algunas de las preguntas que rodeaban a Pérez a mitad de 2017.
A mitad del primer mes de 2018 (un año que sin duda será candente en Venezuela), Óscar Pérez deja una nueva estela de interrogantes: ¿Su afán de protagonismo, por ejemplo brindando hace pocos días una entrevista a CNN, le hizo descuidar medidas de seguridad? ¿Si representaba a un movimiento más amplio porque al final sólo estaba con tan pocas personas? ¿El gobierno conocía su paradero con antelación y activó la operación en un momento propicio para sus fines?
En mi opinión, sin embargo, subyace una pregunta crucial que tiene que ver con lo comunicacional: ¿Por qué el gobierno le permitió a Óscar Pérez transmitir todos los videos que transmitió una vez que se sabía de su ubicación?
Una hipótesis: al permitir la transmisión de estos videos el tema alcanza un nivel de impacto mucho mayor, y el desenlace sirve de mensaje ejemplarizante. La dictadura atacará a sangre y fuego a cualquier sublevado, incluso a aquellos que están dispuestos a rendirse y entregarse.
Mediáticamente hay otros elementos en torno a lo ocurrido, que reflejan la propia desestructuración que vive el régimen: 1) se utilizan a colectivos en operaciones policiales de forma abierta; 2) altos jerarcas del régimen envían a sus emisarios personales por encima de la cadena de mando que, en casos como éste, compete al Ministerio del Interior y Justicia; 3) un diputado actúa antes que el ministro como vocero para darle una narrativa a lo ocurrido; 4) públicamente el presidente Nicolás Maduro evita confirmar la muerte de Óscar Pérez; 5) Fiscalía y Defensoría parecen haber sido tomadas por sorpresa por este operativo y optan por el mutis.
El caso de Oscar Pérez fue tendencia mundial en Twitter este 15 de enero. Más allá de las interrogantes que dejó sin duda la noticia lo tenía como protagonista. Sin embargo, como en otros temas álgidos, para la televisión venezolana la noticia estaba en otro lado. En el mejor de los casos se limitaron a ofrecer la versión oficial.