Entrevista

Sebastián de la Nuez: “No solo hay que combatir a la censura, sino al régimen”

El escritor y periodista ganó recientemente el Premio de Relato Corto Isaac de Vega por un libro de relatos sobre la recuperación de la infancia, el redescubrimiento del pasado, así como reflexiones generadas por la rabiosa actualidad

TEXTO: HUMBERTO SÁNCHEZ AMAYA @HumbertoSanchez | FOTORAFÍAS: CORTESÍA
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A mediados de septiembre fue el anuncio: Sebastián de la Nuez ganó el Premio de Relato Corto Isaac de Vega, que concede la Fundación Caja Canarias de España. El nombre del ganador es familiar para los lectores asiduos de la prensa venezolana. De la Nuez es periodista que ha trabajado en medios tradicionales como TalCual y El Diario de Caracas, además de haber sido profesor de la UCAB. Pero también es columnista de diversos portales en Internet y socio de la página actualy.es, enfocada en los venezolanos en el exterior, la llamada diáspora que ha ocasionado la dictadura de Nicolás Maduro.

Lugares comunes es el libro galardonado, una obra de la que solo se conoce todavía, hasta su publicación que consta de ocho relatos en los que el autor muestra su capacidad para el manejo de mundos y voces, según indica el sitio web oficial de la institución que convoca al premio. “Recoge una serie de relatos que hice entre 2017 y principios de 2018 por una necesidad de fundamental de contar historias”, indica De la Nuez desde España, donde ahora reside.

El escritor y periodista nació en Las Palmas de Gran Canaria el 19 de marzo de 1953, pero su vida estudiantil y profesional la realizó en Venezuela. Ha publicado además libros como Déjalo sangrar (1994), Marisabel, la historia te absolverá (2002), Calles de lluvia, cuartos de pensión (2006) y Rosalía (2010).

—¿Qué encontrará el lector en estos relatos y por qué cree que fue premiado?
—Son ocho relatos que tienen entre sus principales méritos la autenticidad, honestidad y originalidad. Siempre he tenido y perseverado en la idea de que escribo para alguien cercano, con quien comparto una cultura y sensibilidad, una forma de estar en el mundo. Creo haber logrado ese común denominador con el lector, y se refleja en estas tramas que aparecen en Lugares comunes. Eso es un mérito: la capacidad para compartir lo que puede ser una cultura, una preocupación y sensibilidad con la gente. Historias menudas y sencillas, pero que tienen ambición por la manera en la que están contadas y los márgenes amplios de cada tema. No es solo lo que uno dice explícitamente en el cuento, sino todo aquello que una deja colar sin que se resuelvan de una manera clara en el relato. Eso le da un valor adicional.

—Ha dicho en entrevistas que tienen que ver con la recuperación de la infancia. ¿Por qué recuperar la infancia?
—Es cierto. En parte, alguno de ellos, tienen que ver con cierta recuperación de la infancia. Esto me parece necesario y sano, especialmente al llegar a cierta edad y en mi circunstancia, que es la del retornado, esa persona que regresa después de muchos años a su terruño, al lugar en el que nació. Eso dispara muchas cosas guardadas. Recuperar la infancia es importante porque es una manera de volver a vivir aquello que te ilusionó, que estaba germinando en la persona que fuiste. Es una manera de señalar un camino, colocar hitos y ver qué fue lo importante. Ese proceso me parece interesante como ejercicio narrativo. Es bueno para el escritor que quiere saldar cuentas con el pasado, hacer un balance, aunque a veces eso del balance sueno medio falso. Creo en el fondo hay algo de verdad en eso. Se trata de ver con mayor nitidez qué fue lo que a uno lo ilusionó antes y que quedó después. Es un redescubrimiento.

—¿Volver al pasado es tener una mejor perspectiva del futuro?
—Uno siempre de alguna manera intuitiva tiene una perspectiva del pasado, tanto en el alma, el corazón y la mente, así como del presente e incluso del futuro.

—Tiene dos años viviendo en Madrid. ¿Qué lo motivó volver al país en el que nació?
—Bueno, las circunstancias de Venezuela, que es mi país. Yo soy un periodista venezolano nacido en España.

—¿Cómo es ejercer el periodismo en un país al que se regresa después de tantos años?
—Es interesante porque acá en España descubro cosas todos los días, todo ese paso que estaba guardado porque lo leí en algún libro de historia, o en un periódico cuando niño, o lo escuché en la mesa familiar. Ahora es la oportunidad de volver a ellas para abordarlas. Sin ir muy lejos, la Guerra Civil Española tiene un montón de episodios que me interesan muchísimo. Mi padre participó en ese conflicto. Hay un diario que me dice muchas cosas y me dispara preguntas. Estoy implicado con la historia de España y Canarias del siglo XX.

—¿El periodista se adentra en la literatura porque llega un momento en el que el apego a la realidad le parece insuficiente?
—No. Primero, el periodista se adentra en la literatura porque los periódicos pagan muy mal. Luego, la literatura ofrece un campo imaginativo que se debe explorar. Yo siento la necesidad de explorarlo. En mi caso, se fundamenta en la experiencia periodística, en lo que uno ve en la calle, lee en los medios, en los hechos de la historia y del presente. Hay materia primera por montones para hacer literatura. El periodista se adentra en la literatura porque es una manera legítima de hablar de la realidad de la noticias, de la realidad a secas, para convertirla en algo que puede trascender más allá de un titular, en un periódico, revista o Internet.

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—Ha trabajado en muchos medios venezolanos. ¿Cómo ve desde allá el periodismo venezolano en tiempos de censura y cierre de periódicos, emisoras y canales de televisión?
—Los tiempos de censura, de alguna manera, siempre han existido. Claro, tampoco nunca como hoy. La democracia venezolana fue prolífica en conflictos entre el poder político y la prensa. Hubo episodios de censura. Es natural que eso exista. Lo que pasa es que actualmente la censura es una política de Estado, de un Estado delincuente. La produce la pandilla que está en el poder. Eso es mucho más grave. Ahora, no solo hay que combatir a la censura, sino al régimen. Con respecto a los cierres, hay que tomar en cuenta que es un fenómeno mundial en el caso de los medios impresos. Los periódicos impresos siguen siendo muy necesarios, pero no son competitivos. El papel cuesta dinero, es un proceso mucho más costoso que subir una información a Internet. Hay que buscar nuevas fórmulas para que los medios impresos sigan siendo interesantes y se puedan vender como producto que llame la atención del lector. En Venezuela, obviamente, los periódicos no cierran por el avance de las nuevas tecnologías, sino porque hay una política que conspira contra los medios. Por eso hay que combatir al régimen para que los periódicos puedan seguir con la oportunidad de sobrevivir que existe en otros sitios. Ahora, con relación a canales y emisoras de radio, es cierto que sufren bastante en Venezuela. Pero también hay que reconocer que hubo medios de comunicación audiovisuales que no hicieron absolutamente nada por preservar la democracia en el país. Auparon o contribuyeron a Hugo Chávez de manera inconsciente e irresponsable. Si están viviendo su peor momento, hay que ver que su suerte no es ajena a un país donde se votó por Chávez, el militarismo y el populismo. Hay que analizar todo en su conjunto.

—¿Considera que hay una atomización de medios digitales? ¿Es favorable o no para que la información llegue a la mayor cantidad de personas posibles?
—Hay que separar los medios que aportan información y opinión, de aquellos llamados agregadores, que me parece un término espantoso, y lo que hacen es copiar cosas de otros portales de manera continua hasta el infinito. Aunque los medios sean muchos en Internet, privarán los mejores, que son los asociados a periodistas profesionales que se dedican a esto y a los tradicionales de prestigio. Por ejemplo, en España confío mucho en la versión digital de El País. Ahora, hay medios nativos digitales en los que se pueden confiar. En Venezuela hay muchos que hacen investigación y crónica que están muy bien, pero me parece que hay que trabajar cómo estructurar la información y privilegiar una nota sobre otra. Cómo es posible que hagan una oferta periodística que le sugiera al lector cuáles son las informaciones que le atañen más. Tiene que haber un tratamiento formal de la información, entrevistas, reportajes y material audiovisual que permita al usuario saber cuál es el criterio de los editores para privilegiar unas informaciones sobre otras. Creo en la estratificación, en el trabajo del periodista con el criterio suficiente para decir qué es lo más importante.

—¿Qué opina de la literatura que ha surgido con el chavismo como contexto y desencadenante de tantas historias?
—Como en todo, ha habido cosas buenas y no tan buenas. Hay un montón de libros, novelas y también material periodístico llevado a libros, especialmente después de los sucesos del 11 de abril de 2002. En ese momento surgió ese género del periodismo que se potenció mucho. Las editoriales también empezaron a publicar muchos libros de historia que terminaban hablando del chavismo. Manuel Caballero, por ejemplo, escribía sobre Juan Vicente Gómez, pero para hablar de manera alternada del régimen de Hugo Chávez. Los historiadores como Elías Pino Iturrieta, Inés Quintero, Tomás Straka han vendido mucho porque ha habido interés en saber cómo llegamos a este desastre. Los fundamentos hay que buscarlos en el caudillismo y en ciertas constantes históricas de nuestra idiosincrasia. También están los cuentos y las novelas que toman el contexto de la época chavista. Es inevitable, son 20 años aguantando esto. Por supuesto, eso afecta todas las relaciones.

—¿Cuándo podremos ver Lugares comunes en Venezuela?
—Creo que a partir de enero de 2019. Actualmente trabajo en varias cosas, colaboro en varios portales de España y soy socio de uno. Trabajo además en un libro sobre el diario de guerra de mi padre. Lo dejó metido en unas carpetas. Lo trabajo en el sentido de darle contexto, explicar y hablar del muchacho que fue en ese tiempo y el hombre en el que se convirtió después. Es un diario que al mismo tiempo es una semblanza. También está otra novela que tiene mucho de historia reciente de Venezuela. La termino en estos días. Todo lo que uno hace tiene que ver más o menos con la recuperación de la memoria. No necesariamente de la histórica, porque puede ser también la personal. Todo tiene algo de costumbrismo, psicología, anecdotario, búsqueda y reflexión. Es un reto interesante ver cómo se abre un camino por la forma en la que se escribe. Hay algo que no dije sobre Lugares comunes, estos ocho relatos también hay temas de rabiosa actualidad relacionados con el terrorismo, las redes sociales, la tecnología y el Madrid actual.

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