Desde que en 1997 se instaurara la Navidad como festivo -tras décadas sin celebrarse en la isla-, la tradicional cena en familia se recupera y gana visibilidad, una costumbre que ahora, con el apogeo de los negocios particulares, encuentra un nuevo escenario en los restaurantes privados o «paladares».
Las ofertas navideñas «han mejorado mucho desde que aparecieron las paladares», comentó Yasiel, un joven médico que reconoce que desde hace un par de años no se queda en casa para las fiestas.
Los restaurantes particulares, que suman ya 2.700 en el país, son uno de los negocios más dinámicos e innovadores del incipiente sector privado de la isla, uno de los pilares en los que se asientan las reformas impulsadas por Raúl Castro desde 2011 para «actualizar» su modelo socialista.
La plataforma -página web, una app y un boletín semanal- «Alamesa» es uno de los lugares más consultados por los cubanos para conocer las últimas novedades culinarias, cuya afluencia ha crecido en las últimas semanas buscando ofertas especiales para la Navidad.
«Este año hemos tenido récords tanto de demanda de información por los consumidores, como de ofertas por parte de los negocios privados», afirmó uno de los fundadores de «Alamesa», Ariel Causa, quien asegura «tener mucho trabajo en estas fechas» junto al pequeño grupo de jóvenes emprendedores que mantiene en funcionamiento la premiada plataforma.
«El restaurante que permanece abierto trata de armar una oferta lo más atractiva posible, teniendo en cuenta la idiosincrasia del cubano, al que siempre le gusta pasar las fiestas en familia», señaló.
Para estas fechas, la aplicación cuenta con 70 propuestas culinarias específicas, una «muestra» de la «viralidad» y el auge de la restauración en Cuba, que constantemente se renueva y mejora la calidad de sus servicios, un proceso muy relacionado, según el creador de «Alamesa, con la especialización del personal que trabaja en estos espacios y la creatividad en la inserción en el mercado.
«Desde que comenzaron a salir ofertas en los paladares dejamos de quedarnos en casa», confirma también Yasdanys, una habanera que «prefiere» los privados antes que los locales «del Estado», porque la «calidad del servicio y de la comida son mejores».
Cenas y fiestas en bares son algunas de las propuestas a elegir para la Nochebuena, que aunque todavía no tiene tanto arraigo en la isla como las festividades de Fin de Año, sí se ha comenzado a celebrar más que antes, siempre en familia, aunque sin grandes árboles de navidad o regalos.
Aunque ya algunos comienzan a insertar costumbres extranjeras y cocinas como la italiana y la mediterránea, las mesas más tradicionales de la isla estarán dispuestas con cerdo asado, frijoles negros y arroz blanco (o los dos juntos en «arroz congrí»), ensalada de verduras y yuca hervida, aliñada con un «mojo» de ajo, aceite y naranja agria.
«En Cuba celebramos más el Fin de Año, porque la verdad es que no todo el mundo puede comprar regalos para poner en los arbolitos en Navidad, así que los adornamos con luces y salimos a pasear», aclaró Yamila, una joven que salía de una tienda en la agitada calle de Obispo, en el Centro Histórico de La Habana Vieja.
Suspendida como festividad en 1969, no fue hasta diciembre de 1997, un mes antes de la histórica visita a la isla del Papa Juan Pablo II, cuando se estableció la Navidad como día festivo.
Dos años después, se hizo oficial y permanente en el calendario y se fue extendiendo por Cuba, aunque muchas familias mantuvieron esta celebración discretamente los 28 años que estuvo suspendida.
Este año los cubanos también celebran su nueva relación con Estados Unidos tras más de medio siglo de enemistad y reciben el 2016 con esperanzas renovadas de cambio y mejoras en la economía.
«Ahora somos amigos de los EEUU y creo que el 2016 va a traer grandes cosas», asegura Antonio, de 76 años, mientras lee el diario y afirma que él estará para «recibir al presidente (Barack) Obama si viene por fin el año que viene».
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