Crónica

El viacrucis de conseguir medicamentos para el VIH

El periplo de la salud se hace cuesta arriba. Para la mayoría de los venezolanos es un camino sembrado de desazón. Los pacientes de enfermedades crónicas como VIH llevan la cruz a cuesta de la escasez. En la marcha, la última estación es una precaria farmacia del estado para la sanación

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El desabastecimiento de las medicinas para el Virus de Inmunodeficiencia Humana se aguzó desde el 2009. Sin embargo, la crisis tocó fondo en el 2014. Entre el mes de septiembre y octubre, el Seguro Social no repartió las tomas a los pacientes. El silencio por parte del gobierno sólo incrementó la angustia y necesidad de quienes deben suministrarse la dosis diaria correspondiente. Por la ausencia muchos pasaron a la fase SIDA y otros murieron. Según Jhonatan Rodríguez, fundador de la ONG Stop VIH, desde 1999 al 2011 las muertes por este padecimiento han aumentado un 90%.

No es cuestión de que llegue o no el papel toilette al baño, que también escasea. Quienes son diagnosticados con enfermedades crónicas de alto riesgo no tienen dónde escoger. Tampoco pueden esperar. No tienen segunda oportunidad. Requieren del suministro del Estado. Porque sí.

El panorama del primer trimestre del 2015 pareciera no ser muy distinto. El 2 de febrero, Jhonatan Rodríguez, declaró que para las fechas no se ha dispensado Prezista, uno de los tantos medicamentos que deben tomar los pacientes de VIH, cuyo componente activo es darunavir. Es un inhibidor de la proteasa y “evita la multiplicación del VIH y reduce la concentración del virus en la sangre”, según informa el portal Infosida.nih.gov. La toma, en el mayor de lo casos, se hace una vez al día y su costo en dólares alcanza los 400 en Canadá, la presentación de 400mg. Tampoco hay los reactivos para las pruebas de diagnóstico de la enfermedad.

Subiendo por la Clínica Arboleda, en Bellas artes, se encuentra el Centro de Inmunología de San Bernardino. En la farmacia del Seguro Social, personas VIH-positivo acuden por su píldora de salvación. Una vez por mes Raiyer se arma de paciencia y se forma en las colas que lo llevan a retirar su tratamiento. Solo puede ir lunes, martes y miércoles en la mañana. Es el horario de atención. Allí está subscrito para recibir la dosis indicada.

No hay tanta gente en la fila. Hay más hombres que mujeres en esta oportunidad. La apariencia de todos tiene algo en común: una delgada figura que deja a sus huesos como protagonistas. “Dependiendo de los niveles de CD4 la persona necesita un tipo determinado de medicina. Para eso acudo al chequeo semestral con un médico asignado. En Venezuela se distribuyen alrededor de 30 tipos de pastillas distintas, algunas de ellas son: Lamiduvina 150 mg, Abacavir, Zidovudina, Darunavir, Ritonavir”, explica Raiyer. Los CD4 son una especie de linfocitos. Células importantes del Sistema Inmunológico que se activan ante la presencia de agentes patógenos.

—Y pensar que uno podía conseguir la dosis correspondiente en alguna farmacia clandestina— dice uno en la cola.
—¿Y tú donde la comprabas?—contesta otro.
—Yo solía comprarla en la farmacia de Bellas Artes, también había una en el Centro Comercial Galerías Ávila.
—Hace unos meses, cuando se podían comprar en clandestinidad, pagaba 3.000 el paquete completo—Agrega Raiyer.

El encargado de suministrarlo de forma gratuita es el gobierno nacional. Específicamente el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS). Las medicinas no se consiguen en farmacias privadas. Y si se hace es por contrabando o porque alguna fundación que está autorizada.

Hay, oficialmente, 24 sitios que dispensan las medicinas en el país. Más de cuatro están en Caracas, lo que significa que varios estados quedan a un lado, en soslayo, ante la repartición. De acuerdo a la jerarquización muchas regiones se quedan sin los retrovirales, como es el caso estado Nueva Esparta. Según cifras del MPPS arrojadas en 2012 —las últimas que fueron publicadas en su página oficial— existen 220 mil casos de VIH en el país. Solo 43 mil reciben tratamientos.

A Raiyer lo espera su padrastro en el umbral de entrada de Centro de Inmunología de San Bernardino mientras retira su encomienda. Hace un año fue diagnosticado y hasta ahora había dado la cara a su mal con la seguridad de encontrar sus pastillas. Sin embargo, a finales de 2014 el panorama cambió a negro. “La única vez que tuve problemas fue hace cinco meses. Los medicamentos no llegaban y cada vez que veníamos a hacer la fila nos decían ‘vuelva al día siguiente’”.

Está consciente de que esquivar un mes sin paliativos, porque es bien sabido que estos tratamientos no curan la enfermedad sino que suprimen la infección por VIH, empeoraría su condición. “Cuando dejas el tratamiento el virus se hace inmune y requiere cargas más pesadas” concluye Raiyer.

Caracas Buyers Club

“Muchas personas están viajando a Colombia para traerse sus medicamentos”, comenta Jhonatan Rodríguez. Si alguien quiere imaginarse cómo se esta moviendo la búsqueda de los retrovirales puede situarse en la película de Jean-Marc Vallée Dallas Buyers Club.

Pero aquí, en la “Tierra de Gracia”, cada vez más en desgracia para su gente, hay muchos Ron Woodroof, el personaje protagónico que es interpretado por Matthew McConaughey. Viajan en carro y se traen lo que necesiten para mantener su salud en vilo. Para ellos no hay dólar preferencial a 6,30 ni Merentes que lo garantice. Tampoco para los que deciden comprarles en Caracas a estos arriesgados viajeros.

Cuando las vías normales dejan de serlo para trocar en irregularidad se abren otros desatinos. Por ejemplo: contrabando y venta ilegal. Los pacientes han de insuflarse de rabia y lucha para alcanzar la supervivencia. Sobre todo deben llenar los bolsillos para pagar las grandes sumas de las medicinas. No suelen ser terceros lo que intervienen en el asunto, son los mismos pacientes los que forman una comunidad de vendedores y revendedores.

Pero Raiyer no es el único. Al inicio de la fila está Carlos. Es activista y precursor de la Ley para la Promoción y Protección del Derecho a la Igualdad de las Personas con VIH/SIDA y sus Familiares aprobada en la Asamblea Nacional el 14 de agosto de 2014. Carlos se encarga del chequeo de los medicamentos. “Todo se mueve con normalidad en esta oportunidad”, asegura. No obstante, la situación se estrecha y desuela a afectados en otros estados. “La mayoría no está recibiendo. Tampoco hay métodos de prevención como el condón”, vuele preocupado. Jhonatan corrobora la zozobra anterior: “nunca se había registrado escasez de condones. Esto es alarmante debido a que el 80% de los contagios vienen por relaciones sexuales. Entre 15 y 30 años de edad en su mayoría”. Pone el punto de reflexión y acaso de castidad por el miedo.

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