Investigación

De Hollywood y otros demonios: la modificación de la Ley de Cine

El presidente de Gran Cine afirma que la discusión por la reforma de la Ley de Cine ha despertado los ánimos del sector, profundizando sus conflictos con las grandes cadenas de exhibición privadas, especialmente Cinex. Asegura que así como ha crecido el séptimo arte nacional es necesario aumentar las obligaciones legales a las películas hechas en el país y al cine de autor internacional

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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Cuando el presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), Juan Carlos Lossada, denunció en Twitter que «Cinex y Cines Unidos se retiran de la cartelera Gran Cine» se encendieron las alarmas. El confuso mensaje del funcionario generó creencias de que las películas de cine independiente distribuidas por esa Asociación Civil no se proyectarían en los grandes circuitos del país.

Las aclaratorias vinieron después. Se trata de tomar distancia de la cartelera promocional impresa en dos periódicos nacionales donde las cadenas pagaban parte de su costo de publicación. Bernardo Rotundo, presidente de Gran Cine, dice que no fueron ellos quienes encendieron la polémica. «Por sí solo fue cogiendo repercusión pública«, suelta en tanto afirma que lo escrito por Lossada «está clarito», a pesar de tanta confusión. «El pago de eso se prorratea entre Cinex, Cines Unidos, Paseo Trasnocho Cultural y nosotros; es una dinámica de uso y costumbre».

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Lo que sí no duda es en que la decisión, que afecta las cuentas de Gran Cine por compromisos adquiridos con esos periódicos para todo 2015, es una «retaliación porque estamos cooperando en la reforma de la Ley de Cine, creemos que es porque están inconformes con esa discusión», elucubra

Pero, ¿retaliación a qué?

Gran Cine tiene un documento síntesis de los aspectos que se proponen modificar de la legislación actual, vigente desde 2005 y que ha mostrado resultados palpables en cantidad de cintas venezolanas estrenadas —171 en 10 años— y espectadores convocados —17 millones en una década. La aprobación en 2014 de una nueva Ley Orgánica de Cultura hizo obligatorio el ajuste del marco legal citado en esa normativa, incluyendo la Ley de Cinematografía Nacional. Entre las propuestas, destacan: «el ajuste hacia arriba» de las contribuciones al Fonprocine. Es decir, más dinero.

Actualmente, los exhibidores deben aportar el 5% de la taquilla al fondo, y la TV por cable el 1,5% de ingresos por suscripción. Entre ambas acumulan el 80% de los ingresos de Fonprocine —que también se alimenta de la televisión abierta (1,5%), el 1% de productores y empresas de servicio técnico, y el Home Video «donde no tenemos vida por la piratería», apunta Rotundo.

Se busca elevar el aporte de taquilla al 10% y, en la misma promoción, el resto de los sectores. «Los techos de producción tienen que incrementarse para enfrentar los problemas con el dólar», dice el distribuidor quien propone que el aumento sea escalonado y que los circuitos no estén a la defensiva. «No hay control de precios del cine. Ellos han hecho tres ajustes este año y lo respetamos porque sabemos que hay una estructura de costos», lanza.
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La cuota de pantalla

Otra de las propuestas de Gran Cine es generar una cuota mínima de pantalla para el cine de autor internacional. Las películas venezolanas, por ley, deben ser estrenadas y permanecer en exhibición durante dos semanas, como mínimo, y mantenerse allí si cumple con un promedio de ocupación de butacas. No aspiran, por ahora, aumentar esa cuota. «La propuesta es que el cine internacional de interés cultural tenga obligatoriedad de estreno, y que se logre continuidad cuando tenga buena ocupación. Pero no en tabla rasa con las películas venezolanas, sino con un promedio más exigente», dice el presidente de Gran Cine.

«Hollywood tiene presencia hegemónica en la exhibición local, pero no lo vemos sectariamente de que hay que acabar con eso. Tiene que haber un equilibrio en el ecosistema. Hollywood tiene que seguir existiendo y es esencial porque apoya a Fonprocine al ser muy masivo. Rápido y Furioso 7 nos ayuda a poder financiar otras películas. Pero eso no es excusa para apabullar o dominar la exhibición cinematográfica local», se explaya Bernardo Rotundo.

El de Gran Cine afirma que entre el 8% y el 15% de las películas que se proyectan en cartelera anual son venezolanas y de autor internacional. «Queremos que haya más equilibrio sin afectar los ingresos de las grandes producciones. Evitar que los cines quiebren. No nos interesa que se afecten Cinex y Cines Unidos».

Rotundo no oculta que su Gran Cine se beneficiaría de tales disposiciones. «Aquí las distribuidoras independientes no han prosperado nunca. Nosotros nos hemos movido en distintos ámbitos: distribución, festivales de cine, cine móvil, etc. Pero no estamos haciendo una ley a nuestra medida. Obviamente, si tú tienes posibilidades de darle mayor continuidad a las películas de interés artístico y cultural, rotarlas por distintas ciudades y tener mayor presencia en la capital, aseguras más ingresos para cubrir estructura de costos. Nosotros no podemos traer una película para exhibirla solamente seis semanas en Paseo Las Mercedes».

«No somos consentidos»

Las posibles modificaciones de la Ley de Cine también incluyen el chance de abrir nuevos circuitos de exhibición, con apoyo del Estado a través de una cartera crediticia bancaria «como lo tiene la agricultura», adelanta el presidente de Gran Cine. «Hace falta crear un circuito (privado) independiente y alternativo que represente una auténtica opcion al cine en el país. No todo el peso tiene que ser nada más de las grandes cadenas, aunque tengan su corresponsabilidad». Aunque Rotundo no lo menciona, en Venezuela la red de la Cinemateca Nacional en algún momento buscó ser ese punto de equilibrio. «No es que queramos ser un nuevo Cinex, sino que sea algo plural. Claro que nos gustaría tener nuestras propias pantallas, pero no es nuestra pretensión convertirnos en una nueva cadena», admite Rotundo.

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Eso sí, en Gran Cine no se consideran «consentidos del Estado» y refuerzan que «no le estamos jalando bola al gobierno para congraciarnos y nos apoye. Vernos beneficiados. No tenemos subsidio ni público ni privado. Somos independientes y hemos peleado y defendido que se promueva y difunda la cultura cinematográfica en Venezuela», dice vehemente Rotundo.

En sus palabras, sin embargo, la animosidad va dirigida a Cinex. Según el distribuidor, esa empresa «nos ha retirado películas de forma caprichosa a pesar de agotar boletos o con 80% de ocupación. Como no hay pautas claras en la propia ley, simplemente se saltan esa disposición porque no hay deberes ni obligaciones». Afirma, además, que el apoyo al cine venezolano es precario, al no poner afiches o tráileres, o hacerlo mal. «Ellos tienen una relación caprichosa». No obstante, Cinex es distribuidora de no pocas películas nacionales, algo que Rotundo reconoce.

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