Cultura

Crudo: cuando la mujer se come a los prejuicios

Salvo que aparezca en algún festival independiente, Raw (Crudo) no llegará a las salas venezolanas. Y es una lástima porque se trata posiblemente de uno de los filmes más interesantes de las década. Por eso, con este post, alentamos a la audiencia para que la busque como sea.

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El canibalismo es un tópico muy trabajado en la historia del cine y que goza de buena salud en el corazón del cinéfilo. A vuelo de pájaro, el lector habrá recordado, al leer estas líneas, productos mainstream como El silencio de los inocentes, Viven o La carretera y otros de culto como Holocausto canibal y Somos lo que hay (y su respectivo remake We are wthat we are).
Es cierto que el tema, por sus características, ha encajado siempre en la industria del terror. Pero hay muchísimas formas para enfocar la antropofagia. Por ejemplo, en Viven, que se basa en un hecho real, un equipo de rugby debe cortar pedazos de sus compañeros fallecidos en un accidente de avión para sobrevivir en las congeladas montañas de los Ándes; en la película que hizo famoso a Anthony Hopkins, el doctor Hannibal Lecter es un asesino en serie que  engulle a sus víctimas o en Holocausto canibal, el clásico de Ruggero Dedodato, se explota la leyenda de las sociedades tribales que se alimentan de extranjeros. Sin embargo, Crudo apunta hacia otra vía.
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«Estoy muy interesada en la obra de Claude Lévi-Strauss, un famosísimo antropólogo y geógrafo francés que trabajó mucho en torno al canibalismo. Recorrió el mundo entero, yendo a lugares donde todavía había tribus que participaban en el canibalismo ritual y cuestionó por qué para nosotros es un comportamiento monstruoso cuando aquellas tribus también considerarían monstruosos algunos de nuestros comportamientos. Por ejemplo, encerrar a la gente en la cárcel», explica la directora de Crudo, Julia Ducournau, una joven de apenas 34 años que nació en Paris.

Sorprende mucho el debut de la francesa debido a su poca experiencia. Aunque tal vez sea esa juventud la que le ha permitido contar la historia de dos mujeres que apenas se están abriendo paso en la vida de una manera muy creíble. «Para mí es una historia sobre el paso a la edad adulta. Muchos la han clasificado como película de terror, pero yo no creo que lo sea. Soy una gran fan del cine de terror y cuando veo una película de este género deseo que me asusten y me hagan saltar del asiento, pero ese no es el motivo por el que he hecho esta película. Lo que hice fue intentar perturbar a los espectadores y hacerles pensar por qué se sienten así. Pero para mí eso es un gesto muy diferente a hacer una película de terror», continúa Ducournau.

Y Crudo es realmente perturbadora. A pesar de que la publicidad no le ha hecho bien, pues se ha vendido como un filme del que la gente huye por sus escenas explícitas, lo cierto es que la sangre ni las mordidas abundan. Se trata más bien de ese ambiente que los españoles definen perfectamente con la frase «mal rollo». Esto se debe a que el tema del canibalismo siempre nos ha causado fascinación y repulsión al mismo tiempo.

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«Creo que hay varias cosas detrás de ese fenómeno. En primer lugar, un atavismo: muchas tribus humanas fueron caníbales; y puede que ese origen palpite aún en nuestra memoria como especie», explica el periodista Sinar Alvarado, autor del libro «Retrato de un caníbal: los asesinatos de Dorancel Vargas Gómez», que registra el famoso caso del «Comegente» en Venezuela. «El hombre que come hombres está presente también en varias religiones. En misa, de forma metafórica, los católicos “comen” el cuerpo de Cristo», añade.

«Otros, en tiempos modernos, han cruzado la raya y han comido a otros para sobrevivir. En el fondo admitimos que se trata de carne, y la carne se come; sea cual sea su origen. Aquí hay un poderoso ingrediente cultural. En Italia, por ejemplo, comen carne de caballo. Algo que en América Latina es mal visto. Todo esto se envuelve en el morbo: nos encandila y nos atrae el canibalismo como acto. Siempre que surja un caso, querremos saber», acota Alvarado. 

¿De qué va?

Crudo cuenta la historia de dos hermanas, Justine (Garance Marillier) y Alexia (Ella Rumpf), criadas por una familia vegana. La primera es aspirante a veterinaria y la segunda está por graduarse. A raíz de los rituales de «iniciación», que funcionan para establecer los principios de ritualidad y adaptación del ser humano, se generan unos cambios que definirán el destino de las protagonistas.

«Estuve toda la película ‘frickeada’. Tenía tiempo sin ver una película de este estilo y que me gustara», explica la periodista de El Tiempo de Puerto La Cruz, María José Borrero, una de las pocas que ha podido ver la cinta. «Me inclino a pensar que se trata de una metáfora del paso de la adolescencia a la madurez».

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La cinta suma 10 reconocimientos e importantes nominaciones. Ganó en Cannes el premio de la Asociación Internacional de Críticos de Cine y Periodistas Cinematográficos (Fipresci), que escribió: «Un debut impresionante con un fuerte lenguaje audiovisual. La directora cuenta una oscura historia sobre la llegada de la mayoría de edad y utiliza tópicos de las películas de terror para expresar la soledad y el despertar sexual de una adolescente con  problemas».

Uno de los grandes aciertos de la directora es la manera como registra los cambios físicos y sicológicos que las mujeres enfrentan cuando pierden la virgnidad, se revelan al machismo o se sumergen en la variedad de drogas que hoy existen, por ejemplo. Cierto, no es la única que lo ha hecho. Mudar de piel es un recurso utilizado como puente para los problemas que enfrentan las protagonistas de, por citar algunas, In My Skin, Starry Eyes, Under The Skin y la fabulosa Excision. Sin embargo, en Crudo ese cambio es mucho más que metafórico.

No obstante, Ducournau no utiliza las imágenes de manera que el espectador se sienta al borde del vómito, si bien se registraron un par de desmayos en unas salas de cine: «Mi intención era crear una reacción corporal en el público. Primero quiero hablar a los cuerpos de mis espectadores y después a sus mentes. Cuando reaccionas físicamente ante una imagen te preguntas por qué te sientes así. Es cierto que dos personas se desmayaron en Toronto, pero se ha creado un gran efecto de bola de nieve en internet contra el que no he podido hacer nada. No creo que (lo que se ha escrito) se corresponda con lo que yo intenté hacer, que era encontrar un equilibrio entre lo que tengo que mostrar y lo que no para mantener la empatía del público hacia mi personaje. Cuando hablas de humanidad, realmente intentas que haya el mayor grado de empatía posible».

Y lo logra. La manera como cierra la película nos hace recordar el artículo de Lévi-Strauss titulado «Todos somos caníbales». Explica el autor que de alguna forma todas las sociedades se han «comido» al otro, ya sea literalmente, para acabar con los rivales políticos o para generar cambios en nuestros propios cuerpos, los caníbales del siglo XXI. ¿No es lo que sucede cuando el corazón, la córnea o cualquier órgano de otro individuo pasa a formar parte del nuestro?

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