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David de Miguel Ángel: ¿cómo cuidan esta obra única en historia de la Humanidad?

Florencia, Italia.- La celebérrima estatua de Michelangelo Buonarroti, a pesar de su imponente tamaño y orgullosa mirada, es delicada. Necesita múltiples cuidados para conservarla en buen estado, además de ser desempolvada regularmente, es constantemente monitoreada para controlar eventuales daños estructurales, una tarea en manos de una joven restauradora que trata al monumento renacentista con el mismo amor que dedicaría a un querido ser humano.

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GUIDO COZZI, Galería de la Academia |Galería de la Academia

Contemplar al «David» de Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel) en su espacio de la Galería de la Academia despierta siempre una gran admiración, además del evidente valor estético, asombra la perfección de las venas marcadas, los músculos tensos y la mirada desafiante que escruta al enemigo momentos antes de abatirlo, detalles pensados para representar en el mármol la libertad y la fuerza de los florentinos del Renacimiento, pero ver los cuidados que necesitan las fragilidades del monumento, realizados con la misma delicadeza que se dedicaría a un ser viviente es, sin duda alguna, algo emocionante.

En un tiempo conmemorativo de los 150 años de la llegada del David al interior de la Galería de la Academia, luego de pasar varios siglos a la intemperie en la Plaza de la Señoría, la directora Cecilie Hollberg abrió las puertas a la prensa para que presenciara la rutina de desempolvar la estatua, que se realiza cada dos meses, al tiempo que se fotografía cada parte del precioso monumento para monitorear el actual estado y detectar cualquier alteración que pudiera ameritar una intervención especial.

La tarea que, en situaciones normales, dura toda una mañana, está bajo la responsabilidad de Eleonora Pucci, la restauradora que, armada de varios tipos y tamaños de pinceles, una aspiradora especial y una cámara fotográfica, se sube al enorme andamio móvil para limpiar minuciosamente cada centímetro del mármol.

Pucci explica que la parte más difícil de limpiar es la marmórea cabellera del David, pues en sus rizos siempre hay al menos una pequeña araña tejiendo su tela. Igualmente, hay concentraciones de polvo, pelos, filamentos de ropa (especialmente en invierno, por el uso de vestimenta de lana) que deja el paso de los 1,6 millones de visitantes en todo el año y que quedan flotando por la acción de los acondicionadores de aire. En esta operación, no se usa ningún producto, solo es cuestión de quitar el polvo con cepillos y pinceles de cerdas sintéticas que retienen mejor la «lanilla» que forman el polvo más la humedad. Cuando ha sido necesario, se ha utilizado simplemente agua para lavar alguna superficie.

Los diferentes pinceles se adaptan a las distintas superficies del mármol, los hombros y los muslos se presentan más ásperos por haber recibido más directamente la acción de los agentes climáticos cuando la estatua estuvo al aire libre, en otras partes la piedra es más lisa y en el rostro o la cabellera la elaboración es más complicada.

La restauradora completa su trabajo fotografiando cada parte de la estatua, el antes y después de cada intervención es guardado en una auténtica «hoja clínica» para no descuidar ningún detalle. Al medio ambiente y las alteraciones del material, hay que agregar los eventuales movimientos sísmicos que pudieran afectar la región. Por otra parte, no se olvidan las precauciones para impedir ataques directos con pinturas o martillos de algún fanático exaltado.

El David presenta algunas fisuras en la parte inferior de las piernas, sus problemas empiezan desde que fue esculpido, entre 1501-1504, en un enorme bloque de mármol que había sido descartado por otros escultores por su mala calidad y por su forma muy alta y estrecha que dificultaba trabajarlo con comodidad, sin embargo, Miguel Angel, entonces próximo a los 26 años, manifestó su genio creando una de las más importantes estatuas de la historia de la Humanidad.

El David, limpieza profunda. Guido Cozzi, Galería de la Academia, Florencia
Foto: Guido Cozzi/Galería de la Academia

Una relación «humana» con la piedra

Eleonora Pucci, la joven restauradora florentina que no aparenta sus 39 años, está en la Galería de la Academia desde 2018 y está enamorada de su oficio. Para ella, dedicarse al David «es un gran honor y una gran suerte». Al contarnos sus experiencias, asegura que es «el trabajo más bello del mundo».

Eleonora Pucci, trabaja sobre la anatomía del David de Miguel Ángel. Foto: Guido Cozzi/Galería de la Academia.

-¿Es cierto que le habla mientras la limpia?

Asiente con una risita tímida, casi infantil. «Si, es cierto, pero ocurre con todos los restauradores, estar tanto tiempo en silencio, muy concentrados y con una gran responsabilidad frente a obras de tal importancia universal, nos llevan a una necesidad de comunicación, un contacto casi humano con esos objetos tan admirados y queridos. Es normal».

-¿Y qué le dice?

«Lo que siempre me he preguntado cuando entro en contacto con estas maravillas, ¿qué es lo que ven en la multitud? ¿Se sienten comprendidos?»

Millones de personas han contemplado al David durante siglos, a Pucci le preocupa si todos los visitantes entienden la magnitud de lo que tienen enfrente, el David atrae multitudes, incluso a muchos más interesados por un selfie que por el arte y la cultura, solo porque es famoso. «Es un símbolo», agrega.

Excluyendo la base de un par de metros, aproximadamente, donde está colocada, la estatua mide 5,17 m. Fue un encargo de las Cofradías de la Lana y de las Obras del Duomo de Florencia. Representa al personaje bíblico David sin la tradicional cabeza de Goliat a sus pies, sino antes del triunfo, con la honda en la mano y la expresión del rostro del joven con ceño fruncido y mirada desafiante, que estudia al gigante adversario, genial logro del escultor.

Eleonora Pucci: una relación humana con el David. Foto: Guido Cozzi/Galería de la Academia.

Desnudez vs ignorancia

Recientemente, en el estado de Florida, una maestra fue despedida de su escuela porque la madre de uno de sus alumnos protestó al enterarse que la docente, en la clase de Educación Artística, había mostrado a los jóvenes imágenes del «David», sin preocuparse por su desnudez, calificándola de incitadora a la «pornografía». Al enterarse de esta situación absurda, el alcalde de Florencia, Dario Nardella, invitó a la profesora a visitar su ciudad y ver la estatua, entre muchas otras obras.

Consultada al respecto, la directora de la Galería de la Academia, Cecilie Hollberg comentó que se trata de un caso de ignorancia en el verdadero sentido de la palabra.

«No entienden que la desnudez en este tipo de obras representa la inocencia. Recuerden que, según las Sagradas Escrituras, Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos y se avergonzaron solo después de haber comido del árbol prohibido, es decir, solo cuando perdieron la inocencia».

El «David» de Buonarroti representa tantas cosas, «la libertad de la Florencia de la época renacentista, la fuerza del débil oprimido frente al fuerte opresor, la inocencia de su juventud en un momento de gran valentía. Tiene un sentido religioso, político, social, además de artístico».

Cecilie Hollberg

Hollberg llevó con éxito a los tribunales la defensa de la dignidad del «David», cuya imagen es constantemente usada y abusada comercialmente, llevándola, algunas veces, incluso a extremos de obscenidad. Ahora, el uso de David para fines de lucro, deberá tener un permiso de idoneidad y pagar los derechos pertinentes.

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