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El terror en el año 2022 es una experiencia moral y espiritual que sorprende por su elegancia

"The Black Phone" de Scott Derrickson convierte a un asesino en serie en un símbolo del terror sobrenatural. Pero también, explora el contexto de la amenaza colectiva desde un cariz novedoso que sorprende a la crítica y al público. Por otro lado, David Cronenberg analiza en "Los crímenes del futuro", la extraña conexión entre el terror, la violencia y la predestinación a la desgracia. El terror del 2022 parece signado por un trasfondo filosófico inédito. Y también, por la definitiva exploración de la oscuridad del hombre, desde una dimensión elevada.

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Terror

Todo en la película «Los Crímenes del Futuro» de David Cronenberg, tiene un sentido iniciático y mitológico. No sólo por el crimen que desencadena los eventos del argumento — una madre que asesina su hijo — sino también, por su forma retorcida de mostrar el horror. Cronenberg, veterano en usar la repugnancia, lo retorcido y el terror corporal para narrar historias sobre la naturaleza humana, encuentra en su más reciente película la depuración de su estilo. También, la conexión definitiva entre su discurso y un tipo de sofisticada violencia que ya se anunció en «The Fly» en 1986 y en «Existenz», en 1999. Una mirada hacia un tipo de brutalidad física que desencadena eventos emocionales. Y a su vez, crea un sentido del miedo por completo novedoso.

Por supuesto, para Cronenberg, creador de monstruos de toda naturaleza y origen, la críptica trama de «Los Crímenes del futuro», es un recorrido por sus obsesiones. Desde el consumismo, el desarraigo y la caída en el desastre del espíritu de la civilización. Todo tiene un lugar destacado en esta distopía dolorosa sobre lo que cualquiera puede hacer al borde del abismo. Para la ocasión, Cronenberg prescinde de contexto o motivaciones reales para sus personajes. Para el realizador, lo que se manifiesta en el trasfondo del argumento es más importante de lo que se muestra. Lo que crea una película visualmente impactante y cargada de referencias al arte contemporáneo y con un sentido del absurdo muy marcado. Aun así, se trata de terror, en un discurso elaborado que sorprende por su elocuencia.

Cronenberg se toma una inédita libertad para especular sobre la moral, el tiempo, el dolor y la búsqueda de sentido en medio del caos. Eso, mientras sus personajes luchan contra un tipo de circunstancia que les supera y que, al principio, resulta inexplicable. Saul Tenser (Viggo Mortensen) y Caprice (Léa Seydoux), son dos artistas que viven y trabajan juntos. Pero lo que parecer ser un vínculo emocional — inexistentes en la película — se transforman en algo más grotesco a medida que transcurre la historia. Saul padece un rarísimo síndrome que le permite engendrar, en el sentido más craso del término, apéndices corporales sin utilidad y durante buena parte de la película, sin sentido. Eso permite a la estoica Caprice, no sólo analizar lo que ocurre con el cuerpo del hombre, sino, además, en cierta medida experimentar. Pero lo que podría parecer sólo terror corporal llevado a un nivel nuevo, es una forma de expresar lo inaudito del mismo hecho de la existencia.

En la película de Cronenberg no hay dolor corporal y eso también es un símbolo. En la ausencia de límites, el cuerpo de Saul parece convertirse en un centro de terrores silenciosos y sin restricción. Pero por supuesto, el director no hace exploraciones físicas solo por demostrar su crudeza. En realidad, especula acerca de una moral que se hace cada vez más flexible, temible y borrosa a través de lo permisivo. Hay una “zona peligrosa” en la idea de Cronenberg sobre la sociedad de consumo, la percepción voraz del apetito colectivo por los horrores. También, la percepción del otro, convertido en experimento general de elementos inexplicables.

Cronenberg, acusado con frecuencia de excesivo, repugnante y violento, brinda a «Los crímenes del Futuro», una dureza moral en subtexto. Y eso sostiene una película que, de otro modo, sería imposible de entender como un espacio de deliberaciones sobre temas más elaborados. Una tendencia que el cine de terror del año 2022 lleva a lugares oscuros y desconocidos, de enorme valor conceptual.

En la oscuridad habita elhorror

La película «The Black Phone» de Scott Derrickson, pertenece formalmente al género de terror. Pero es mucho más que una historia terrorífica. Podría decirse que enlaza con el suspense. Pero también, desborda sus códigos habituales. Entre ambas cosas, el film es una historia que navega en la oscuridad de asesinatos, fantasmas y un urgente deseo de venganza. Sin embargo, el guion de Scott Derrickson, C. Robert Cargill y el autor Joe Hill, tiene más ambiciones que asustar o incomodar. De hecho, lo que desea es crear una instantánea del núcleo en el cual converge la oscuridad y lo desconocido. También, la percepción del miedo como algo más que una reacción. Y en ese punto, enlaza con una experiencia por completo nueva acerca de la consideración de lo humano y lo extraño como parte de estructuras argumentales más complejas de que podría suponerse.

«The Black Phone» está construida para narrar las percepciones del bien y el mal desde la oscuridad de los hombres. A la vez, relatar de manera pulcra la condición de lo terrorífico, a medio camino entre la fantasía y la brutalidad realista del asesinato. Si algo sorprende del film, es la capacidad dúctil para avanzar entre terrenos disparejos y encontrar un equilibrio. Es la historia de Grabber, un asesino en serie terrorífico (Ethan Hawke), pero a la vez, es el relato acerca de sus víctimas. Por si eso no fuera suficiente, la compulsión de la venganza toma un sentido motor hacia algo más lóbrego. Derrickson toma el relato original de Joe Hill y lo transforma en oscuridad pura. También, en preguntas sobre la incertidumbre, la ausencia y la pérdida. Pero, sobre todo, la violencia. Una descarnada, inusitada y que se manifiesta desde percepciones distintas.

En «The Black Phone», el terror se expresa en varios estratos y grados de profundidad. Y ese es su principal fortaleza. Desde el Grabber de Hawke, con su máscara extrañísima, globos negros y sentidos de la amenaza, hasta el teléfono negro titular. La película va de un lado a otro en un argumento tramposo en la que nada es lo que parece. Bien podría parecer solo una escalofriante conexión entre lo sobrenatural y la violencia brutal. Pero el guion es más astuto que eso e invade espacios novedosos con facilidad. De modo, que la premisa del asesino en serie que tendrá que enfrentarse a lo inimaginable, sorprende por su buen hacer. En especial, cuando se ensancha y abarca con ambición, la mirada consciente sobre lo que el miedo contemporáneo puede ser.

«The Black Phone», encuentra sus mejores momentos en la exploración de viejas obsesiones colectivas como la venganza, dolor de la pérdida y la justicia expeditiva. Grabber tendrá que enfrentarse a un elemento inesperado. Que pondrá a prueba su fiereza, violencia y crueldad. Pero a la vez, mostrará que, dentro de cada historia de horror, hay monstruos intangibles, mucho peores que los visibles. Derrickson toma los mejores momentos de la premisa del cuento de Hill y compone una brutal concepción sobre el agobio, la supervivencia y al final, el mal. Uno retorcido, venenoso y a punto de arrasar con todos los personajes de la película.

Por supuesto, el viejo teléfono negro en la pared del sótano, es el centro fundamental del juego sobrenatural de la película. Pero Derrickson no cae en la trampa de crear la percepción de que es el elemento más importante y, por tanto, indispensable. «The Black Phone» y «Los Crímenes del futuro» son mucho más que anuncios de un tipo de terror profundo y psicológico. Son mundos que se crean a través de sus matices y lo más inquietante, la belleza tenebrosa que resulta de la combinación. El terror del 2022 parece más interesado en lo intangible que en la sangre derramada. Y esa, es siempre una buena noticia.

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