Cine y TV

"Emancipación": el horror de la esclavitud en forma gráfica, moderna y dolorosa

Emancipación de Antoine Fuqua es un testimonio gráfico, angustioso y doloroso acerca de la esclavitud. Pero no uno habitual, sino basado en una imagen que pasó a la historia. La combinación entre ambas cosas, da como resultado un film extraordinario que sorprende por su contundencia

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Estados Unidos es un país obsesionado con su historia o al menos, con sus peores heridas y pecados. La esclavitud continúa siendo el punto central – profundo y violento – para la especulación acerca de los males morales contemporáneos. Para buena parte de Norteamérica, el debate sobre el racismo es doloroso e incómodo. Para otra, es inevitable. Bajo ambas cosas subyace la insistente percepción de que todavía, más de doscientos años después de la abolición, la percepción sobre el sufrimiento colectivo de la comunidad negra es una incógnita para la parte de la cultura que sólo lo medita como trasfondo histórico.

Tal vez por eso, buena parte del tramo más importante del film «Emancipación» de Antoine Fuqua, dedica tiempo a reconstruir un momento histórico. La cámara del director observa de forma meticulosa como un esclavo muestra sus cicatrices. En pleno siglo XVIII, la fotografía era una novedad, un suceso de feria. Pero en esta ocasión, atravesó el velo de lo histórico. De modo que el director le brinda un aire de suceso extraordinario, irrepetible. Muestra, casi con una cuidadosa precisión quirúrgica, la forma en que se construye la historia.

Gordon (interpretado por un sólido Will Smith), sabe que su cuerpo es una prueba. Que cada cicatriz que cruza su espalda es un hecho que abarca otros tantos. Pero que también es una historia profunda y dolorosa de una comunidad. La suya, la de un país, las de cientos de hombres en armas que morían a diarios en campo de batalla. Por lo que Fuqua permite que ese momento único, que sacudiría la cultura estadounidense, se convierta en algo más.

De hecho, buena parte de «Emancipación» es una reflexión acerca de los horrores que el ser humano comete contra sí mismo. De esa brutalidad histórica que genocidios y guerras sostienen como demostración de un tipo de maldad realista. Pero alejándose de buena parte de las películas relacionadas con la esclavitud, Fuqua analiza la violencia desde la búsqueda de redención. 

Como la imagen que asombraría y conmovería al mundo, «Emancipación» es una narración que busca sostener la premisa de que el futuro puede reescribirse. Que, de hecho, puede sostenerse e hilvanarse en espacios desconocidos hasta mostrar algo por completo nuevo. 

Una historia misteriosa, un recorrido poderoso 

Tanto en el film de Fuqua como en la historia real, la cuestión sobre el testimonio y enfrentar la verdad, es de capital importancia. De hecho, en una de las líneas más poderosas de la película, es evidente que la intención del argumento es recordar. Dejar claro el motivo por el cual la fotografía de “Peter Azotado” es de profunda importancia al futuro. 

A la vez, por qué la película recuerda un hecho casi olvidado en un registro histórico inédito. Ambas películas se reconstruyen y se enlazan para sostener la percepción sobre el bien y el mal. Para Fuqua, la moralidad norteamericana es de considerable importancia. Tanto, que buena parte de los diálogos están destinados a recordar en retrospectiva por qué la fotografía es un hito histórico. «Emancipación» se basa en la esclavitud y por supuesto, explora sus dolores. 

Pero no lo hace en la idea general de un suceso mayor. Se concentra en un hombre que padeció los horrores, en la idea inquietante de los cientos de víctimas que jamás llegaron a ser reconocidas. El Gordon de Will Smith es una cuidadosa versión de la conciencia norteamericana. A la vez, de la responsabilidad solitaria que cada hombre y mujer tiene para enfrentar la violencia. “Quiero que todo el mundo sepa qué ocurrió”, repite el personaje más de una vez. Lo hace, además, con la sensación poderosa de convertir su propia historia en un testimonio de incalculable valor.

De modo que «Emancipación» intenta convertirse en la versión cinematográfica de “Peter azotado”. Del recuerdo inevitable y cada vez más duro, sobre un tipo de perversa percepción sobre la raza capaz de dejar heridas en un país entero. La fotografía construye a un héroe, también permite a Gordon, ser un testigo. Poco a poco y a medida que su historia se relata en asombrosas escenas oscuras e incómodas, es evidente que Fuqua desea que el espectador se haga preguntas.

Que cuestione la naturaleza sobre la bondad y el objetivo de su personaje. Lo logra, al ponerle en el centro de la historia, al sostener lo que espera narrar sobre sus hombros. De la misma que la fotografía de “Peter azotado”, el personaje de Will Smith es un hombre que sabe su historia, tiene el peso de los silencios. De la versión de la brutalidad que nadie abordó hasta entonces. De la pura desesperanza.

Un documento, un film, preguntas sin responder

En 1863, dos fotógrafos hicieron lo inimaginable en una Norteamérica separada por una guerra civil. Tomaron a un sobreviviente a la violencia esclavista y fotografiaron la historia que contaban sus cicatrices. Emancipación toma ese hecho y lo transforma en una grieta en la narrativa estadounidense sobre sus propios pecados. Tal y como el mismo argumento lo deja claro, hasta entonces, había pocos testimonios visuales sobre lo ocurrido en campos de trabajo.

Pero la figura del ex esclavo Gordon, que mostraba en forma inequívoca el maltrato a que fueran sometidos los esclavos, desconcertó al mundo. «Emancipación» desea que ese desconcierto sea una perpetua mirada al tiempo. Una concepción amplia acerca de la identidad del norteamericano hacia la brutalidad de un legado histórico. Algo que logra con paciencia y un pulso poderoso que la transforma en una película dura, incómoda, pero también en un brillante ejercicio narrativo sobre el dolor.

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