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"Ant-Man" no lo logró esta vez

“Ant-Man and the Wasp: Quantumania”, de Peyton Reed, es un espectáculo visual asombroso con un guion mediocre. La primera película de la quinta fase de Marvel también podría ser su mayor  y más duro  fallo 

Ant-Man
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En una de las escenas de “Ant-Man and the Wasp: Quantumania”, uno de los personajes que está muy cerca de morir pronuncia una frase destinada a convertirse en emblemática: “Nunca es muy tarde para dejar de ser idiota”. Lo dice, luego de ser la voz cínica en medio de una película edulcorada, frenética y que no tiene un verdadero propósito. Pero también, la despedida de este clásico villano -poco más que un cameo en la trama- parece ser una advertencia para Marvel. La franquicia está peligrosamente cerca de un desastre mayor. Uno insalvable y lo más preocupante, que podría conducirle a su lenta e intrascendente extinción.

Por supuesto, es algo en lo que se suele insistir en cada ocasión en que el Universo Cinematográfico de Marvel presenta uno de sus grandes proyectos. Pero esta vez la amenaza es cercana. La cinta de Peyton Reed no solo es blanda, inconexa y durante la mayor parte de sus dos horas y media, tediosa. Carece de sentido de la unidad, de su importancia como argumento destinado a abrir la puerta hacia el resto de la naciente fase cinco del estudio.

Por necesidad, la tercera parte de Ant-Man debía ser más elocuente, mucho más precisa y más enfocada en brindar información vital de cara al futuro. Un objetivo sencillo, si se toma en cuenta en el grupo de personajes centrales que han atravesado juntos al menos cinco películas. Scott Lang (Paul Rudd) y su grupo familiar, son parte de lo esencial de la propuesta marvelita, en especial, luego de ser la clave para el espectacular cierre de la fase tres.No necesitan presentación, son viejos conocidos del público.

Además, en maneras en especial simbólicas. En “Avengers: Endgame” de los hermanos Russo (2019), este héroe discreto, amable y la mayoría de las veces torpe, logró traer la esperanza al mundo en cenizas que relató “Infinity War”, un año antes. Y fue Scott la primera imagen que mostró Marvel en el ya histórico tráiler, en que se le veía dando saltos frente a la verja de seguridad del cuartel general de Los Vengadores. No todo estaba perdido, fue el mensaje detrás de la simple secuencia que abrió la discusión en el épico final de uno de los films más emblemáticos del género de superhéroes.

De modo que el personaje ha recorrido su propio trayecto y quizás por eso se le escogió para abrir nuevas puertas. A su lado, la familia Pym (interpretada por unos magníficos Michelle Pfeiffer y Michael Douglas), son los responsables de explorar el Reino Cuántico en toda su importancia para las venideras narraciones de la saga. Resulta lógico que Kevin Feige tomara la decisión de que el cierre de la trilogía Ant-Man, tuviera un sitial de honor. Un abreboca para las grandes ambiciones de un proyecto que, por quince años, logró soportar sus propios errores.

El gran fallo de Marvel

Solo que la película de Peyton Reed, es, en realidad, un error complicado de describir. No solo se trata del argumento más flojo de la franquicia hasta ahora — compite con la confusión de tonos y ritmos de “Thor: Love and Thunder”—, sino que, además, lucha con su intrascendencia. Más allá de la introducción de Kang, el conquistador en la piel de Jonathan Majors y algunos paisajes digitales de indudable atractivo, la cinta carece de peso. No narra nada en absoluto, no dice otra cosa que el Universo de Marvel se está ensanchando de manera vertiginosa hacia lugares inesperados.

Pero lo hace con tanta torpeza que no hay el menor atractivo en este anuncio enlazado con una historia familiar tópica y una pareja protagonista, que, en lo formal, son secundarios en su propia historia.

Scott es solo una referencia jocosa y la Avispa de Evangeline Lilly desaparece con tanta facilidad en la trama como para dejar claro que su presencia es anecdótica. Esta es la película para Kang y sus planes, el abreboca de un villano que, incluso, tiene el poder de despojar a los héroes de su punto central. Que domina aún en las escenas poscréditos, en los espacios que se anuncian a futuro (hasta un breve guiño en el futuro de Marvel en el streaming) y que es el centro vital de una narración tediosa. Lo cual lleva a Marvel a un problema que deberá solventar en sus próximos proyectos: su permanencia en el tiempo.

La saga cinematográfica comienza a dar señales de agotamiento. No por exceso de material, que podría ser una de las causas, pero no la inmediata. En realidad, el gran problema de Marvel radica en que todos sus relatos terminan en puntos idénticos y se desenvuelven en medio del anuncio de lo prometedor. Nunca se trata de la película en pantalla, sino de la que vendrá. No se trata de los personajes del argumento de turno, sino de los que se espera que lleguen. Un error que hace de “Ant-Man and the Wasp: Quantumania” pequeña, un instrumento para insinuar otras visiones que no están incluidas en su guion. Una versión desdibujada de un mundo mayor que no muestra en su totalidad, no por falta de ambiciones (las tiene), sino por carecer de las herramientas para lograrlo.

Todo queda en familia

“Ant-Man and the Wasp: Quantumania” es una película familiar, algo que siempre distinguió a Ant-Man y que, con toda probabilidad, podría haber sido el centro vital de la producción, de habérselo permitido. Pero aquí la travesía de los Pym junto a Scott y Cassie (Kathryn Newton) es una mera excusa. Un objetivo para llegar al Reino Cuántico y que el despliegue digital deslumbre en toda su potencia. Incluso el personaje de Bill Murray, en un rol creado para él y solo para él, es tan breve e insustancial que desaparece en medio de torres de cristal, criaturas de piel traslúcida y luchas por la libertad que apenas se esbozan.

Al final de sus largas e innecesarias dos horas de duración, el film de Reed llega a una conclusión predecible, pero lo que es aún peor, deja claro que Marvel está en mitad de su trayecto más peligroso: el de los argumentos sin sentido que arrastran como una carga pesada la responsabilidad de contar otros tantos, todavía sin llegar. ¿Parece complicado? Tanto peor aún para Ant-Man, el hombre que cambió a Marvel en una ocasión desde la sustancia misma de la realidad, pero que esta vez, no lo logró.

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