Trece jóvenes paraguayas, trabajadoras y estudiantes, participaron en la gala celebrada la madrugada del sábado en un club nocturno de Asunción, y de la que salió vencedora Raquel Jiménez, de 24 años.
Antes, Jiménez y el resto de candidatas debieron desfilar en tres ocasiones por la pasarela: uno de ropa casual, otro de ropa de gala y por último en traje de baño, la novedad de la cuarta edición de este concurso nacido en Paraguay.
Sin ningún complejo, con desparpajo y elegancia, aunque con algún tropiezo, las participantes, que llevan meses preparándose para esta noche, fueron el centro de atención de cientos de asuncenos y hasta de la prensa internacional.
Tras llegar juntas a la alfombra roja en una ostentosa limusina de color rosa al grito de ¡Miss Gordita!, bailando y riendo, entraron en la sala Dubai de Asunción que las recibía al ritmo de cumbia y reguetón.
Amigos, familiares, cámaras y flashes, y un jurado compuesto por esteticistas, psicólogas y personajes de la farándula, componían el público devoto y chillón que animó a las finalistas de Miss Gordita durante horas de espectáculo.
Entre gritos de júbilo, mucho humo y bastante alcohol, el público celebró la victoria de Raquel Jiménez, de la ciudad de Lambaré, aledaña a la capital paraguaya, y estudiante de segundo curso de ingeniería química,
El premio consiste en un tratamiento con uno de los mejores nutricionistas de Paraguay, un programa de un año de ejercicio en un buen gimnasio de Asunción y ropas.
Pero en la práctica convierte a Miss Gordita en una «embajadora contra la discriminación a las personas con sobre peso», como bautizaron los medios paraguayos el pasado año a la anterior ganadora, Cintia Colina.
Desde entonces, Colina ha participado en programas de radio y televisión reclamando una ley contra toda forma de discriminación, un papel concienciador que Jiménez está dispuesta a seguir.
«Creo que puedo ser la portavoz de varias mujeres del Paraguay, porque más del 57 por ciento tienen sobrepeso, son personas a las que no se les tiene en cuenta en la moda, no salen ropas, o son muy caras. Es como si no tuviéramos derecho a vivir ni lucir bien», dijo a Efe Jiménez, unas horas antes de ganar el certamen.
Jiménez habla por propia experiencia, pues confiesa que «la discriminación fue mi pan de cada día. La maldita discriminación».
«Como muchas otras personas, me formé, me esforzaba y no me reconocían por el simple hecho de ser obesa o tener sobrepeso», manifestó.
Desde que fueron seleccionadas hace cuatro meses entre cientos de candidatas de todo el país, las jóvenes, de entre 70 y 130 kilos, aprenden a desfilar y a maquillarse de forma profesional, además de recibir charlas de un nutricionista y de una psicóloga.
Todo para reforzar un concurso que rompe esquemas en Paraguay y que fue creado por el productor brasileño Mike Beras con el objetivo de elevar la autoestima de las chicas.
«Queremos generar un cambio de actitud, de postura más fuerte y de vida más saludable, con ejercicio y buena alimentación«, explicó a Efe Beras autor del libro «El lado mbore del amor», (El lado idiota del amor).
Según Beras, más allá del espectáculo, Miss Gordita abre un debate inédito en Paraguay y busca terminar con la discriminación.
En especial en los medios de comunicación, donde está presente, aunque casi el 23 por ciento de la población paraguaya, unos 6,5 millones de habitantes, es «netamente obesa», según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud.