Hija de un grande de la música y una magnífica Chef, Samantha, la cría de Pablo Dagnino y Helena Ibarra, creció en un hogar en donde la imaginación y la creatividad siempre fueron parte del día a día. Señala que la libertad de su alma se la debe a sus padres, quienes desde pequeña la motivaron a ser ella misma en su máxima expresión.
Samantha Dagnino es polifacética, una artista a plenitud: cantante, actriz de teatro, cine y televisión, compositora de su propia música e ilustradora. Define su carrera como una montaña rusa, con sus altos y bajos, signada con un rush de adrenalina que la hace feliz y no cambia por nada.
Después de haber estudiado en el Stella Adler Studio en New York y de una fructífera carrera en Venezuela, Samantha tiene ya poco más de un año -desde agosto del año pasado- viviendo entre Miami y Los Ángeles. Define que ha sido una experiencia más que gratificante. «He tenido la suerte de trabajar en proyectos muy distintos e interesantes. Protagonicé un video para Laura Pausini y estuve haciendo microteatro en Miami, estuve en dos proyectos: en Romeo y Julieta y luego en Aurelia y Cordelia que trataba de dos hermanas siamesas que se odian, en esa obra tenía que asustar a la gente y eso me encantó». Ahora viene su reto más grande, acaba de ser seleccionada para interpretar a Agent Warren en la obra The Nether en la afamada Area Stage Company.
Se refiere a The Nether como una historia muy interesante. «Sin duda uno de los mejores textos que he leído en años, es una de esas obras que invitan a la reflexión y al debate de ideas», aseguró.
Acerca del proceso de emigrar cuenta que no tenía pensado irse del país pero hace un tiempo tuvo la oportunidad de participar en el Festival de Cine de Santa Barbara, California debido a que la película Solo, de José Ramón Novoa (en la que ella participaba en el papel de Glenda) estaba nominada como mejor película extranjera. En ese mismo viaje aprovechó de ir a Los Angeles donde se reunió con Paul Brown quien ahora es su manager en Estados Unidos. Con él empezaron a llegar buenas oportunidades y en ese momento fue que tomó la decisión de irse.
Lo que más valora de vivir en Estados Unidos es que es un país lleno de oportunidades. No ha parado de trabajar en proyectos que la inspiran y eso considera que es una gran bendición. Lo más difícil es tener la fuerza para aguantar el rechazo, tener la paciencia y la perseverancia para seguir adelante sin perder el objetivo y la fe de que las cosas van a pasar. Cuenta: «Al llegar tu siembras una semilla que tarda en crecer, hay que respetar sus tiempos y no pretender tener un árbol de la noche a la mañana».
Sobre la relación que mantiene con sus padres, ahora que está lejos, se atreve a decir que está mejor que nunca. Con emoción manifiesta: «Son mis mejores amigos, mi inspiración, mi fuerza».
Cuando se le pregunta sobre ese talento que pocos saben que tiene, uno maravilloso pero que ha sido poco explotado, dice en tono contento: «Sigo dibujando, me encanta, cada cierto tiempo abro los lienzos y me lleno de pintura, lo que pasa es que es un placer personal, tengo ganas de esperar un poco más, pero todo a su tiempo».
Del futuro, no habla mucho, se enfoca en el presente, en lo que tiene aquí y ahora.
Señala que por los momentos no tiene pensado regresar a Venezuela porque no tiene ningún proyecto acá pero si le sale alguno interesante le encantaría pasar más tiempo en su país. Su opinión acerca de lo que pasó el 6 de diciembre: «Me parece que es un cambio necesario y espero que Venezuela encuentre su camino».
Samantha Dagnino en pocas palabras…
Se define: perseverante, pasional y creativa.
Su principal maña: tiene muchas, pero la que más nota es la indecisión.
Duerme: con 8 almohadas y preferiblemente con aire acondicionado bien frío.
Miedo más latente: perder el tiempo.
Fobia: el Clafoutie (Tarta francesa a base de cerezas).
Principal sueño: seguir soñando.
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