Economía

Derecha vs izquierda / Modo Zen y los problemas de Venezuela

Si se ahonda un poco en el espectro político, en el eje que va de la izquierda a la derecha pasando por el centro, se encontrarán múltiples y complicados rangos, con elementos y conceptualizaciones que a su vez se solapan con otros esquemas de definición del espectro político.

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Foto: Andrea Hernández

Constantemente se escuchan a funcionarios y parlamentarios del oficialismo acusar de “derecha rancia” a empresarios u opositores. El gobierno se ha autodefinido durante 17 años, como un gobierno de izquierda- progresista.

Si se ahonda un poco en el espectro político, en el eje que va de la izquierda a la derecha pasando por el centro, se encontrarán múltiples y complicados rangos, con elementos y conceptualizaciones que a su vez se solapan con otros esquemas de definición del espectro político. Hacer el esfuerzo, que ya han hecho otros, de presentar todos los componentes de dicho espectro político, implica siempre escribir un tratado, que casi nunca estará exento de múltiples críticas.

La reflexión que uno hace es, si contribuye en algo en elevar la discusión de los problemas del país y por ende la búsqueda de soluciones para su eliminación,  la  calificación o descalificación automática de las propuestas, dependiendo de las etiquetas. La respuesta es un rotundo no.

Por eso creo que falta un poco de mentalidad Zen en la aproximación a los problemas del país. La mentalidad Zen es descrita en un refrán de la escuela Rinzai como “No te quedes enredado en ningún objeto (en este caso en ninguna ideología), supéralo, avanza y libérate”. De alguna manera esto implica apreciar los problemas del país tal y como son, sin clasificarlos, sin etiquetarlos con las calcomanías de izquierda o derecha. Los problemas simplemente están y requieren soluciones rápidas, reales, viables, apropiadas, basadas en evidencia histórica que permitan discernir con claridad cuales funcionan y cuáles no.

Todo el contexto de esta problemática ha estada enmarcada en un debate histórico sobre el enfoque ideológico adecuado (de derecha o de izquierda) no solo para interpretar la realidad, sino para afrontarla, y aplicarle soluciones para cambiarla. En Latinoamérica y específicamente en Venezuela hemos estado atrapados en esa dialéctica, especialmente en los últimos 17 años.

Para autores como Bobbio la díada de derecha e izquierda sigue viva, no solo porque expresa un pensamiento ideológico, sino porque expresa “programas contrapuestos respecto a muchos problemas cuya solución pertenece habitualmente a la acción política” Es decir, que la dialéctica no es solo de ideas, sino de intereses… por eso es que se mantiene con vida.

Tampoco se trata de reducir todo a una tercera vía, que va mas allá de la izquierda o la derecha, tesis ésta desarrollada fundamentalmente por el sociólogo inglés Anthony Giddens, en donde el centrismo como sistema político y la economía mixta como sistema económico, regiría las riendas de un país.

Precisamos mas bien de soluciones pragmáticas. Esta corriente iniciada por los filósofos estadounidenses, William James, Charles Peirce, y desarrollada posteriormente por John Dewey, se caracteriza por las consecuencias prácticas de los pensamientos, de las ideas, en donde la eficacia siempre debe estar presente. “No hay verdades absolutas, sino ideas provisionales.”

Existen ejemplos de países en la región latinoamericana que se han insertado mucho mejor en la senda del crecimiento con una visión pragmática para afrontar  sus problemas económicas. Chile es un ejemplo. No ha importado tanto la tendencia ideológica del gobierno de turno, por cuanto en la práctica la economía chilena y su inserción en la esfera internacional, ha sido manejada con criterios pragmáticos. Lo que genera resultados positivos para Chile, es lo correcto.  No importa tanto si el Acuerdo Transpacífico y los Tratados de Libre Comercio (TLC), son detestados por la izquierda, y amados por la “derecha rancia”, si arrojan resultados positivos para Chile, como de hecho ha sucedido en el caso de los TLC, son buenos para Chile.

Mientras tanto, en Venezuela, la trampa de las ideologías ha generado sus consecuencias.  La inflación más alta del mundo, los índices de criminalidad también más altos, la escasez, las posiciones más bajas en el índice de facilidad para hacer negocios, en el de competitividad, en el de transparencia, en el de fragilidad de los países, etc. Nada debe ser revisado, puesto que la trampa, lógicamente no deja ver la luz.

“Maestro, ¿qué es la verdad?

– La vida de cada día.

– En la vida de cada día sólo aprecio las cosas corrientes y vulgares de cada día y no veo la verdad por ningún lado.

– Ahí está la diferencia, en que unos la ven y otros no”

Koan Zen

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