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Tres palabras: gradualidad, transición, secuencia

Hay palabras cargadas. Más que sus significados literales, las discusiones en las que estuvieron involucradas las marcan. Gradualidad, transición y secuencia son tres de ellas.

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Durante finales de los 80 y principios de los 90 los problemas de economías latinoamericanas y de Europa del Este tenían entre sus causas comunes controles de precios y de cambios impuestos por gobiernos propietarios de empresas, con déficits fiscales e incentivos para la ineficiencia y el abuso de poder de sus funcionarios.

La discusión sobre los programas de ajuste de entonces oponía medidas de shock y medidas graduales. Las medidas de shock sugerían el levantamiento simultáneo e inmediato de los controles, que causaban todo tipo de males claramente descritos.

El shock se asociaba con expresiones como cold turkey y big bang. La primera recordaba curas contra adicciones por inmediata supresión de las drogas. La segunda, la creación del universo por una única explosión primigenia.

Por el contrario, las medidas graduales se asociaban con el fine tuning, con ajustes muy precisos que, para los partidarios del shock, serían demasiado lentos, podrían ser detenidos y revertidos antes de terminar, mantendrían pérdidas a empresas y ganancias a corruptos y no serían creíbles para quienes podrían financiar los programas de ajuste.

En muchos países se aplicaron medidas de shock con resultados desiguales. En algunos imprecisamente se les denominó fondomonetaristas o neoliberales, y sobre su crítica se atacó, también imprecisamente, a la noción de mercado. Sin embargo, el gradualismo continuó asociado para muchos con una inaceptable e impracticable lentitud.

Transición ha sido una palabra usada en contextos más diversos. Sus usos políticos destacan. Durante los 60, el Che Guevara se refería al socialismo como transición al comunismo. En los 90 se multiplicaron opiniones sobre la transición al mercado de los países antes controlados por la URSS.

Algunos, en lugar de transitar “hacia”, prefirieron transitar “desde”, y denominaron “postcomunistas” las transiciones de su interés. En Venezuela, ambas direcciones parecen haberse promovido durante el siglo XXI. Sin embargo, las definiciones de socialismo y mercado no fueron expuestas con detalle por los promotores de transiciones políticas.

Secuencia ha sido una palabra menos usada en debates públicos. Los estudiantes de economía la encuentran en libros de teoría de juegos y de la “nueva” economía política. En los juegos secuenciales cada jugador debe tomar una decisión antes o después que otro, y todos conocen el orden y las situaciones en las que podrían tomar decisiones.

Si todos saben que todos entienden el juego del mismo modo, todos lo resuelven antes de jugarlo. Esta idea sirvió para examinar los problemas enfrentados por las reformas de los 90. Reconocer múltiples intereses contradictorios y oportunidades para que unos jugadores bloquearan a otros podía ser útil para anticipar resultados.

Las tres palabras, a pesar de sus diferentes usos, tienen un punto en común: se usan para referirse a procesos, y por tanto hacen explícito un papel para el tiempo. En los juegos secuenciales no se discute la rapidez o lentitud de las decisiones, sino el orden. En teoría de juegos, los jugadores no eligen las reglas de un juego del cual forman parte.

Se dirá que no es el caso de los reformadores, que intervienen deliberadamente en la modificación de sistemas políticos y económicos. Sin embargo, si los reformadores no consideran explícitamente el orden en las “reglas de juego” que promueven pueden acabar con resultados muy diferentes a los que desean.

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