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Bebés en cajas de cartón o la indiferencia a la crisis

La foto de unos bebés recién nacidos en un hospital del Seguro Social de Anzoátegui le está dando la vuelta al mundo. Carlos Rotondaro, presidente del organismo de seguridad social, se deslindó del caso tras anunciar una investigación. Mientras, los usuarios del centro de salud siguen padeciendo las penurias de un sistema que se ahoga en cámara lenta entre la ineficacia, la corrupción y lo cutre.

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bebés en cajas

Si eres venezolano, la foto no causa sorpresa. Indignación -y mucha-, pero nada de sorpresa. Algo lamentable y preocupante. Pero para los medios internacionales sí. La cadena CNN tomó la imagen como punto de partida para explicar a su audiencia cómo nosotros, los venezolanos, padecemos un sistema de salud en un país, con el suficiente dinero para comprar incubadoras al tener las mayores reservas de crudo pesado del planeta y descansar sobre riquezas mineras en un área similar a Cuba.

La foto fue tomada en el hospital del Ivss, Domingo Guzmán Lander en Barcelona («Las Garzas», como se conoce popularmente). Se ve a seis niños en lo que se supone es un retén durmiendo en cajas que deberían ser las incubadoras. Las reacciones en las redes sociales no se hicieron esperar y Rotondaro anunció por Twitter la investigación. No asumió responsabilidad y descargó la culpa a una funcionaria de la institución:  «De ningún modo justificamos las acciones tomadas de manera inconsulta por una profesional sin autorización de la Dirección», escribió el funcionario sin dar más detalles.

Según Rotondaro, el Seguro Social respeta los «protocolos de atención para recién nacidos» y reconoció que hay «fallas» en la institución que dirige.

Parece que nacer en Barcelona, es un riesgo. A dos semanas de ser divulgada la imagen de los «niños embalados, pacientes del Hospital Luis Razzetti denunciaron que otros veinte bebés murieron por falta de medicamentos y equipos. Esa denuncia al igual que muchas otras, no fue tendencia en Twitter y pocos medios (de lo que no escapan de la censura) se limitaron a publicarlos. La indiferencia volvió a ganar el juego. Pareciera que los muertos, las colas, la violencia  o el silencio ya no es causa asombro en Venezuela. Muchos explicarán el caso así: si nuestro mundillo es corrompido e infeliz, no ser compasivo parece ser regla. Pero hay más. La banalización a todos lo que rodea la crisis responde a un peligroso hastío, a un dejar, un correr la arruga que nos ha llevado a ser vistos afuera como unos seres raros. Lo extraordinario es algo cotidiano, decía un eslogan del Gobierno. Parece que es cierto.

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