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David Smolansky: "Criminalizando a una nacionalidad no vas a reducir los índices delictivos"

La de los venezolanos es la segunda mayor crisis de refugiados en el mundo, después del caso de Siria, y pese a la pandemia la migración continúa, cada vez en peores condiciones y con episodios como el ocurrido recientemente con la alcaldesa de Bogotá. Desde la OEA, David Smolansky ha logrado impulsar algunas conquistas para tratar de hacer más llevadera la situación

Smolansky
Fotos cortesía del Grupo de Trabajo de la OEA para la Crisis de Migrantes y Refugiados Venezolanos en la Región
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Son conocidas las historias de los caminantes, migrantes y refugiados venezolanos, así como la ausencia de medidas por parte del gobierno de Nicolás Maduro para promover el tránsito migratorio seguro y acuerdos para proteger a quienes ya se encuentran en otros países de Latinoamérica.

Pero los venezolanos no deambulan solos. O no del todo. David Smolansky, comisionado de la Organización de Estados Americanos para los migrantes y refugiados venezolanos, continúa sus esfuerzos para garantizar los derechos humanos de los criollos en la región y, sobre todo, para que la crisis migratoria venezolana no se convierta en una crisis olvidada.

En entrevista para El Estímulo, Smolansky -“el pana de la OEA”- ofrece recuentos y reflexiones de las actividades de su oficina a partir de los informes de los últimos meses y de las situaciones ocurridas en las últimas semanas.

-Empecemos por lo más reciente. Uno de los logros para los migrantes venezolanos en Colombia han sido las campañas en contra de la discriminación y la xenofobia: la de la Secretaría General de la OEA “Soy Venezolano / Soy Refugiado”, que se suma a “Mitos vs. Personas Reales” de la ONU y la OIM, “Valientes” de Acnur, ONU Mujer y Fundación Plan y “Somos Panas” de Acnur, por mencionar algunas. Tras las declaraciones de la alcaldesa de Bogotá pareciera que estas campañas no han sido efectivas o no se han articulado y, de alguna manera, echan por tierra los logros, ¿cuáles son las consecuencias que ya están teniendo las declaraciones de la alcaldesa?

-Este tipo de declaraciones son delicadas por dos motivos. El primero: porque lo está diciendo la autoridad de una de las ciudades más importantes de Latinoamérica y el Caribe, y una de las ciudades donde hay más migrantes y refugiados venezolanos. Hubo mediciones en las redes sociales del impacto inmediato que tuvo esa declaración en cuanto a mensajes xenofóbicos en contra de los venezolanos en las horas siguientes. El segundo motivo es lo más preocupante, que es a lo que hay que estar atentos para evitar que ocurra: que a los venezolanos se les niegue la oportunidad de trabajar, que tengan una etiqueta de delincuentes y se les criminalice a priori, que a los niños y adolescentes se les impida la oportunidad de ingresar a los colegios y liceos, que sean estigmatizados en el contexto donde viven. Eso es lo que más me preocupa porque ella hizo su declaración en el contexto de una zona de Bogotá donde ha aumentado la criminalidad y ella responsabiliza a venezolanos, cuando está demostrado en los estudios del Instituto Brookings que los venezolanos no son responsables de la criminalidad de América Latina y del Caribe. En ese estudio está incluida Bogotá. Espero que se retracte y esperemos que, más bien, tome medidas para integrar mucho más a los migrantes y refugiados venezolanos en Bogotá, porque en su mayoría trabajan, estudian y contribuyen con los impuestos de la ciudad. Todos, hasta los que llegaron en febrero antes del coronavirus sin documentación. Criminalizando a una nacionalidad no vas a lograr reducir los índices delictivos.

-Habla de las preocupaciones. Pasemos a las ocupaciones. Más allá de las declaraciones y de seguir respaldando las campañas de no discriminación en Colombia y en el resto del continente, ¿qué está haciendo su oficina en materia de acceso al derecho al trabajo, a la salud, a la protección ante la violencia hacia las mujeres, cumplimiento del principio de no devolución, por los atrapados entre fronteras?

-Estamos ante una situación excepcional que es la pandemia y que ha hecho que los refugiados venezolanos que ya son vulnerables, ahora pasen a ser los vulnerables de los vulnerables. Hemos sacado un informe con la sociedad civil donde planteamos una serie de recomendaciones a los países receptores para atender mejor e integrar mejor a la población venezolana. Además de eso, tuvimos el informe de los retornados y varados.

Con las políticas planteadas desde la OEA, Perú acaba de sacar un decreto que permite regularizar a todos los extranjeros, incluso si entraron de manera irregular, eso va a beneficiar a medio millón de venezolanos aproximadamente que estaban en la periferia de la sociedad: desempleados, en la economía informal, jóvenes sin poder estudiar. Tienen 180 días a partir de la publicación del decreto para hacer la solicitud del carnet de Permiso Temporal de Permanencia. Perú sacó otro decreto en plena pandemia que flexibiliza la homologación de títulos de médicos y enfermeras, y nuevamente, se benefician los venezolanos.

En Trinidad y Tobago estamos haciendo un monitoreo permanente y hemos visibilizado y denunciado los tres últimos ataques contra mujeres venezolanas. En Brasil se logró que se le diera el estatus de refugiado a 29.000 venezolanos y ya son alrededor de 40.000. Básicamente, lo que estamos tratando es que desde nuestra oficina al venezolano se le garantice el derecho a la salud, que los jóvenes puedan seguir estudiando, que los venezolanos estén regularizados con su documentación porque de esa forma se pueden integrar en los mercados laborales y resolver cualquier tipo de trámites, y seguir con las campañas y políticas que sensibilicen a toda la región para integrar a los venezolanos y evitar cualquier tipo de acto de discriminación y xenofobia.

-¿Y salud, principio de no devolución y por los que están atrapados en fronteras?

-Recuerda las competencias de cada organización. En el caso de la OEA, es una multilateral cuyo foco está en el fortalecimiento de la democracia, la seguridad y la garantía de derechos humanos en la región. Directamente no tenemos ningún programa de salud. Lo que hacemos es ser un ente articulador, coordinador. Por ejemplo, en Colombia se han instalado corredores humanitarios, Acnur instaló unos campamentos temporales. En Brasil están los campamentos bajo la dirección de la Operación Acogida. La embajada de Venezuela en Brasil está logrando un centro de atención a los migrantes y refugiados venezolanos en la frontera, inspirado en la idea de Casa Venezuela y esa idea se está implementando en Costa Rica. En cuanto al principio de no devolución, hemos sido los primeros: en el primer informe que publicamos hace año y medio, dijimos que al venezolano hay que darle la condición de refugiado según la Declaración de Cartagena, que es la única que expande el concepto de refugiados de la ONU.

Smolansky

-En este momento, muchos venezolanos se encuentran en condiciones migratorias precarias. Desde su oficina, ¿qué se está haciendo para impulsar el reconocimiento a priori de refugiados, es decir, para que se agilice el proceso de solicitud y obtención del estatus?

-Esa es la columna vertebral de nuestra oficina. En Brasil ya se ha logrado, lo están haciendo: llegas a Paracaima, solicitas la condición y en cuestión de días, la obtienes. Hay que hacer un trámite mínimo. Ya existe la decisión política. El decreto de Brasil de 2019 indica que el venezolano huye porque hay una violación sistemática a los derechos humanos y una emergencia humanitaria compleja. Eso es lo que queremos que se haga en toda la región. Para que eso ocurra tiene que haber un consenso, pero también voluntad política. Brasil lo está haciendo de manera masiva y México de manera individualizada, con casi 100.000 venezolanos en ese país. Lamentablemente, hay otros países que no reconocen a los venezolanos y han aplicado protocolos de protección temporales.

-No tenemos una política unificada en la región ni una unificación del uso del término: no es lo mismo decir “refugiado”, “migrante” ―término empleado por el Grupo de Lima―, “venezolanos desplazados en el exterior” ―término usado por Acnur―, “diáspora” o “éxodo” ―términos del Proceso de Quito―, porque cambia el trato. La ambigüedad de los términos pareciera que permite evadir las obligaciones internacionales con los venezolanos por parte de los países receptores. De allí las medidas de protección temporales y no plenas…

-A nivel gubernamental todos tienen claro la terminología. Aquí lo que falta es voluntad política. Ojo, poniéndome también en los zapatos de los gobiernos, aquí hay un tema económico muy relevante, porque somos 5,5 millones y eso es más que toda la población de Costa Rica, Panamá, Uruguay. Eso cuesta en salud, educación, documentación, vivienda, infraestructura y los países tienen sus limitaciones presupuestarias que se agudizan con la pandemia. Pero creo que el estatus de refugiado no es solo un tema que beneficia a los venezolanos, también a los países receptores porque vas a tener a cientos de miles, millones de venezolanos en estatus regular completamente integrados a tu sociedad y que van a aportar al crecimiento y desarrollo económico de esos países.

Está comprobado en los informes del Banco Mundial que la migración venezolana, cuando es integrada, tiene un impacto positivo en el crecimiento del Producto Interno Bruto. La región tiene mucho que hacer, porque lamentablemente la situación en Venezuela no se ha resuelto y más venezolanos van a seguir buscando huir. Necesitamos el apoyo y la coordinación de la comunidad internacional.

-Nos hemos convertido en un problema económico para los países receptores. Somos la primera crisis de refugiados en Latinoamérica y la segunda en el mundo luego de Siria, ¿cómo se explica que seguimos siendo la crisis con menor cooperación económica internacional?

-Es una extraordinaria pregunta. Hay que globalizar mucho más esta crisis y es parte fundamental de nuestra oficina. Ya no solamente buscamos políticas que atiendan, protejan e integren a los migrantes y refugiados venezolanos, sino visibilizar cuán profunda, delicada y dramática es la situación interna de Venezuela para que 5,5 millones de venezolanos se hayan ido y que 9,3 millones que siguen en el país estén en condición de hambruna. Hay que sensibilizar mucho más a la comunidad internacional.

-¿Cómo?

-Si no hay una solución en Venezuela, si no hay una transición pronto y Maduro sigue usurpando el poder, y se reabren las fronteras, la estampida de venezolanos puede ser aun más fuerte que la que hemos visto en estos años. Veo una alta probabilidad de que haya mayor cantidad de refugiados venezolanos que sirios. Será el fenómeno migratorio más grande del mundo. La proyección que teníamos antes de la pandemia es que, para antes de 2020 o principios de 2021, esto iba a ocurrir. Evidentemente, con la frontera cerrada, el número se ha estancado. No podemos llegar a ser el fenómeno migratorio más grande del mundo para que se preste atención. Le han venido prestando, pero falta. La solución es solución política, no es otra.

-El cierre de las fronteras, aunque esté justificado como una medida de prevención para el control de la covid-19, no detiene la migración y entendiéndola como un derecho, ha de ser planificada y segura. Así como estamos, ni lo uno ni lo otro, ¿cuáles son las prioridades para hacerla lo más segura posible, sobre todo durante el tránsito dentro de Venezuela, sea para salir o para entrar?

-¿Cómo te respondo cuando las trochas están custodiadas por el ELN, las Farc, los carteles de narcotráfico, colectivos armados, las FAES, la PNB? La única forma de que los venezolanos puedan trasladarse por las fronteras de manera segura es que no haya un amparo a esos grupos irregulares armados. El problema que tenemos es que se ha hecho un gran negocio de la frontera. Son grupos que extorsionan a los venezolanos que ya van con mucho miedo: les roban la comida, las medicinas, violan a las mujeres, reclutan adolescentes, trafican venezolanas para explotarlas laboral y sexualmente. La única forma es que Venezuela deje de ser santuario de esos grupos irregulares armados y tengas una Fuerza Armada que sea institucional, que sirva a los venezolanos, que haga valer la Constitución. Pero gran parte de esta Fuerza Armada se ha hecho parte de la red. Imagínate que un venezolano para salir del país o llegar a su casa tiene que pasar por una alcabala de un grupo que ha exterminado a más de 20.000 venezolanos desde que se creó y que la ONU pide que lo disuelvan.

-Cuando una crisis no se soluciona o se va perdiendo el interés para ayudar a solucionar, termina siendo lo que se llama “crisis olvidadas”, ¿puede que nuestra crisis migratoria se convierta en una olvidada?

-No. El migrante y el refugiado venezolano son la mejor evidencia del daño que ha hecho la dictadura en Venezuela y del apoyo que hay que dar para que Venezuela pueda salir a la transición. No hay mejor embajador del tema Venezuela que su migrante y su refugiado. No hay mejor exponente de lo que se padece que los caminantes. Nosotros nos encargamos de que esa crisis no se olvide y que se le dé la urgencia. La crisis de migrantes y refugiados, que es algo que no se detiene, no está en uno o dos países, sino en todo el continente.

-¿Se mantendrán las ayudas de Estados Unidos sea cual sea su nuevo presidente?

-Van a seguir abiertas. Estados Unidos es el principal donante para solventar la crisis de los migrantes y refugiados venezolanos. Es el país que más ha cooperado financieramente en el continente con distintos programas. No ha sido solo decisión del gobierno, ha pasado por el Congreso. El año pasado, senadores y congresistas de ambos partidos estuvieron en el puente “Simón Bolívar” y ellos mismos pudieron ver lo que estaban padeciendo los venezolanos, así que el apoyo se va a mantener.

-Usted es migrante. Háblele a los migrantes en criollo: ¿qué esperar de “la oficina de David”?

-En nuestra oficina tienen una voz. Esta no es una oficina que le pertenece a David Smolansky, le pertenece a los venezolanos, a los migrantes, a los refugiados. Esta oficina va a seguir trabajando con los gobiernos del continente para que tengan sus papeles y va a seguir impulsando políticas para garantizarles sus derechos. Tenemos limitaciones, no somos un gobierno ni tenemos los recursos que pueda tener otro ente, pero trabajamos con vocación y callaítos hemos logrado políticas. Y si no las hemos propuesto, hemos ayudado a que se agilicen, a que se desempolven. Soy una persona que hace tres años también salió de Venezuela. Salí en la clandestinidad, de manera forzada, y lo primero que escuché en Brasil fue si quería refugio como la gente que yo veía llegando. Yo sé lo que es eso de no poder volver desde septiembre de 2017 y eso me motiva para seguir siendo útil desde el exilio. Los venezolanos han aprendido afuera. He oído cosas maravillosas: “En Venezuela nos acostumbraron a que la luz y el agua era gratis, y nunca llegaba, y aquí yo la pago, y llega”, “Aquí con el trabajo, puedo obtener un crédito para un apartamento, para un vehículo”. Hemos echao´ pa´lante, nos hemos reinventado, nos unimos cuando somos atacados, hay una solidaridad automática entre nosotros… Así que todos ustedes son protagonistas de la reconstrucción de Venezuela.

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