De Interés

Cuenta de Douglas Rico en IG: la nueva crónica policial de crímenes horrendos

Dos hombres y una mujer muelen a golpes a un ratero y le meten candela a la vista de todos. Sucedió en Ciudad Tiuna, Caracas, y es otra postal de crímenes horrendos reseñados en @douglasricovzla, la nueva crónica policial del mundo 3.0

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Douglas Rico en Instagram

Hasta hace algunos años un periódico llamado Crónica Policial recogía y regodeaba en sus portadas los crímenes más abominables cometidos en la Venezuela de entonces. En un país donde han desaparecido los medios impresos, incluyendo pasquines como ese, el mundo de las redes sociales es el que ha tomado el relevo para reseñar las peores bajezas a las que puede llegar un ser humano.

En el mundo antiguo cualquiera de esos crímenes solían escandalizar al país; los reporteros de sucesos y los detectives eran una especie de «pop star» de los medios; la gente seguía el curso de las investigaciones como si fuera la novela de las 8, se pedía justicia, rodaban cabezas (no solo las de los asesinados), se escribían best sellers, películas y unitarios en la televisión abierta, en RCTV y Venevisión.

«Ningún escándalo dura más de tres días» reza un dicho. Pero en el caso de los crímenes de sangre en Venezuela hoy no suelen durar más que unas entradas en cuentas de redes sociales o no van mucho más allá de algunos comentarios en chats de WhatsApp. Ya nadie comenta esos asuntos en el café de la panadería ni en el viaje en el Metro.

Ya nadie se escandaliza y la violencia por aquí se ha normalizado desde hace tiempo.

Y en ese mundo 3.0 destaca por sus ascéticas reseñas la cuenta de Douglas Rico, el comisario general jefe del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, el CICPC.

Una de las ventajas de este mundo de redes sociales y medios digitales es la instantaneidad y alcance casi en tiempo real de estas informaciones. La «presión social». una de las motivaciones más fuertes que suelen poner en acción a los cuerpos policiales, se expresa a través de múltiples entradas de los usuarios en las diferentes plataformas.

Es lo que en gerencia de medios se llamaría «un llamado a la acción» (call to action) .

Claro, en Venezuela nunca se sabe qué pasa después con esos detenidos o con las víctimas y sus familiares, ni si en medio de los apuros cayeron inocentes en lugar de los verdaderos delincuentes.

Antes, justamente en los tiempos de Crónica Policial y de las páginas rojas de diarios hoy también muertos y enterrados, el CICPC se llamaba PTJ (Policía Técnica Judicial). La verdad uno no sabe si hay términos de comparación en la categoría de los crímenes de entonces y los de ahora, pero en efecto, escudriñando la cuenta de Douglas Rico, es posible encontrar una colección de hechos que también entrarían en una nueva y mucho más atroz colección de la «Historia universal de la infamia», aquél libro publicado por JL Borges en la primera mitad del siglo XX.

Eso sí, no hay ribetes de amarillismo en los reportes de Douglas Rico. Son casi partes policiales donde después de un lenguaje florido que describe el talante institucional del CICPC y sus acciones en todo el país, al final se pasa a contar más o menos lo que sucedió en cada caso, con la reseña de captura a los respectivos delincuentes.

Entre la colección de hechos abominables aparecen de vez en cuando delitos menores, de personas que también son presentadas y fotografiadas una de ellas hasta por robar un kilo de arroz y una lata de sardinas.

Las reseñas de muchos de estos crímenes menores desatan en los usuarios y seguidores de esta cuenta opiniones encontradas. Suelen cuestionar el sistema de justicia venezolano, las injusticias, la enorme desigualdad social, y sobre todo los obscenos escándalos de corrupción donde aparecen funcionarios del Estado robando miles de millones de dólares como quien pela ajos.

También hay reportes de «simples» estafadores duchos en plataformas digitales, que se aprovechan de la compasión y el dolor ajeno para robarles el dinero destinado a compras de medicinas o prótesis corporales; extorsionadores en redes sociales; falsos médicos y falsos odontólogos; traficantes de unos cuantos kilos de drogas; traficantes de aves exóticas y maltratadores de animales.

Hay casos que ilustran la futilidad de los móviles, la normalización de la violencia, la traición y el mampuesto, la alevosía, los feminicidios movidos por celos o por falso orgullo, la manera simple como alguien despacha la vida del otro, a golpes, puñaladas o disparos, como si la vida tuviera repuesto, o la victima simplemente fuera un avatar de un juego, capaz de resucitar en la próxima entrega.

Eso sí, como fuente oficial la cuenta de Douglas Rico en Instagram se ha convertido casi en verificadora de noticias y videos sobre crímenes y violencia que suelen circular a la libre en el mundo web y de las redes sociales.

Algunos errores e imprecisiones de redacción podrían mejorarse, se le podría depurar de ripios y vacíos y tendríamos un diario publicable de la guerra solapada que se libra en Venezuela cada día que pasa. Le dedica entradas sentidas con obituarios a detectives y comisarios asesinados en el cumplimiento de su deber, y a detenciones de falsos policías que cometen crímenes amparados en un uniforme o una placa.

También se ha convertido esta cuenta en una especie de buzón de última instancia, donde la gente denuncia desapariciones de seres queridos, agresiones y hasta excesos cometidos por funcionarios policiales.

La cuenta de Douglas Rico es también como esa capillitas de las carreteras donde los viajeros piden favores a las ánimas benditas. Aquí la gente desahuciada por la sordera de funcionarios menores le pide favores al ciber activo comisario jefe. No siempre llega la respuesta ni el milagro de un caso resuelto.

En la primera línea de los crímenes horrendos de esta semana destaca el caso de un ratero de autobuses que fue sorprendido robando la batería de un vehículo en un vecindario de Ciudad Tiuna, el conjunto de edificios construido por órdenes de Hugo Chávez justo al lado y dentro de la mayor instalación militar de Venezuela, en el sur de Caracas.

Por cierto, los teóricos de la conspiración creen firmemente que ese conjunto residencial fue construido allí justamente para que sus habitantes sirvieran de escudos humanos en caso de una hipotética invasión desde «el Imperio», acompañada con sus respectivos bombardeos. Y acaso para persuadir, para que no ocurra lo mismo que ocurrió en El Chorrillo, Panamá, cuando la invasión del 89 que dejó cientos de víctimas colaterales de los bombardeos. Pero esa es otra historia y son otros crímenes.

Los casos más sonados

La cuenta @douglasricovzlaen Instagram nos cuenta que ya hay detenidos dos hombres «por golpear y quemar a un joven en Ciudad Tiuna», capturados «tras un minucioso trabajo de investigaciones».

«Los detenidos fueron identificados como Eliezer Eduardo Nieto (23) y Pedro Luis Pérez Mireles (33), quienes le propinaron una brutal golpiza a un joven que era señalado por Alexandra Karina Ortiz (38), aun por detener, de haber hurtado una batería de un autobús» luego que los hombres le propinaron una brutal golpiza (al ladrón), la mujer tomó un recipiente contentivo de gasolina y lo roció, para finalmente prenderlo».

«La victima fue llevada a un centro de salud determinados que presenta quemaduras en el 95% de su cuerpo, encontrándose en delicado estado de salud», agrega.

La verdad es que ese parte está muy lejos de describir lo que se ve en el video, una pieza grabada providencialmente por unos consternados vecinos desde un piso alto del edifico circundante. Se necesita coraje para verlo completo, sabiendo que se trata de una persona real y no de un avatar o un personaje malogrado en una apocalíptica película de acción.

Cuando le meten fuego como a un muñeco de Judas, el hombre corre como una antorcha humana, de un lado para otro, mientras la mujer parece gritarle improperios y gesticula admoniciones. Otro sujeto se acerca al hombre que es una pira andante y aparentemente trata de apagarlo.

Lo peor, diría un sociólogo o un psicólogo social, es que en la misma entrada que relata este desproporcional hecho destacan comentarios de personas que justifican incendiar vivo a un hombre debido a las fallas del sistema de justicia en Venezuela, donde la gente se cansa de denunciar delitos menores sin recibir respuesta.

La banalidad del crimen

En La Puerta de Tostos, parroquia San José de Tostos, municipio Boconó, del estado Trujillo, el CICPC esclareció el homicidio y robo contra Rubén José Delgado Torres (37), relata la cuenta de Douglas Rico.

«Luego de un exhaustivo trabajo de campo, los funcionarios registraron la detención de Orlando De Jesús Paredes Valera (20), Rafael Ramón Narváez Valera (33), Carlos Daniel Bastidas Montilla (21) y, Leandro José Azuaje Briceño (21), quienes, ingresaron a la vivienda de la víctima, ubicada en la dirección en mención, maniatándolo con cuerdas, para luego causarle la muerte con armas blanca y palos, apoderándose finalmente de artículos de valor y huir luego a bordo de dos motocicletas».

Así de simple, lo matas y te llevas las cosas.

Aparece también el homicidio resuelto de Jeinsmander Alfonso González Ojeda (22), ocurrido en el sector San Juan, parroquia Aguas Calientes, municipio Diego Ibarra, estado Carabobo, el pasado 26 de mayo del 2022.

«Luego de un exhaustivo trabajo de campo, los pesquisas del Cicpc realizaron la aprehensión de Eleazar Egreddy Acosta Manzo (29), apodado El Morocho, quien motivado que había descubierto que su pareja le era infiel con Jeinsmander, optó por ubicarlo y luego de sostener una fuerte discusión, desenfundó un arma de fuego, efectuándole múltiples disparos, cegándole la vida de manera inmediata».

Llama la atención también el caso de la somnolienta ladrona del machete, una mujer que presuntamente aterrorizaba a sus víctimas con esta arma blanca y herramienta que se usa para limpiar solares y cortar madera.

«La detenida, fue identificada como: Ytala Eglei Parra Guillén (27), quien, haciendo uso de un arma blanca tipo machete, sometía a sus víctimas para despojarlos de sus pertenencias, generando zozobra en la comunidad».

En un basurero del oriente del país, delincuentes asesinan a una familia, una pareja con su niño de 6 años y hasta al perro. Todos muertos a tubazos.

«Un joven de 17 años de edad, fue detenido por el triple homicidio de Ramon De Jesús Balza Yan (38), Yulexi Josefina García (22) y un infante de seis años de edad, ocurrido en el vertedero municipal Patagua, sector La Guarapera, municipio San José de Guanipa, estado Anzoátegui».

«Un equipo multidisciplinario integrado por la Coordinación de Investigaciones de Delitos Contra las Personas de la Delegación Municipal El Tigre, el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf) y el Laboratorio de Criminalísticas Anzoátegui, fueron los encargados de efectuar un exhaustivo y minucioso trabajo de investigación de campo y de experticias forenses, donde se conoció que el día del hecho, las víctimas y su mascota (canino), salieron de su vivienda hacia el vertedero de basura, donde laboraban recolectando desechos reciclables y desde ese momento se desconoció de su paradero».

«El grupo familiar fue sorprendido por el detenido y cuatro delincuentes más, quienes se encuentran en fuga, identificados como Jesús David Bravo Medrano (23), apodado El Ñeco, quien posee registros por porte ilícito de arma de fuego y materiales estratégicos; Breyner Alonzo Gavide López (18), apodado El Brey, con registro por droga y dos jóvenes de 16 y 17 años de edad, apodados El Churro y La Chochina».

«Quienes, por viejas rencillas por problemas pasionales con Ramón, los asesinaron con objetos contundentes (tubos); primero le dan muerte a Balza, en presencia de su pareja García, el infante y su mascota, a quienes posteriormente les causan la muerte, para así evitar dejar testigos, trasladando los cadáveres hasta un hueco del vertedero dónde los incineraron usando neumáticos como acelerante de combustión».

«Asimismo, se conoció que estos homicidas se dedican a la comercialización de sustancias estupefacientes y psicotrópicas en el sector».

Shrek y el suicidio de un niño

«Capturado hombre que abusó a dos niños y ocasionó que uno de ellos se quitara la vida en Gramoven», dice la cuenta al relatar el atroz caso ocurrido en el oeste de Caracas.

«Funcionarios de la Coordinación de Investigaciones de Homicidios Oeste, realizaron la detención de un hombre por abuso sexual contra dos hermanos de 11 y 7 años, ocasionando que uno de estos, se quitara la vida».

«Mediante un dispositivo de seguridad realizado en Gramoven, sector Tamanaquito, parroquia Sucre, municipio Libertador, Caracas, se materializó la detención de Edgar Enrique Espinoza Urquiola (34), apodado Shrek, quien, por mucho tiempo, abusó sexualmente de un jovencito de 11 años, quien era su vecino y este, cansado de la situación, optó por quitarse la vida».

«En vista de la premura que el caso requería, se realizó un exhaustivo trabajo de campo, que determinó que el hermano de la víctima, un niño de 7 años, también estaba siendo abusado sexualmente; las víctimas, acudían a la vivienda del victimario, por cuanto este se valía que la madre de los niños, salía a trabajar».

¿Retrato de un sector de una parte del país?, ¿simple relatorio de cosas que pasan?, ¿mural de la descomposición social que corroe esta sociedad desde hace años? ¿Rendición parcializada de cuentas de una función pública? Sea lo que sea, esta cuenta en Instagram con sus 753.000 seguidores, y centenares de «Me gusta», comentarios y reenvíos es uno de esos rincones de la contemporaneidad de Venezuela, un país donde ya ni siquiera los escándalos ni los crímenes son algo fuera de lo común.

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