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Académicos desmienten "descubrimiento" de naufragio en Aves de Sotavento

Con evidencia incuestionable, expertos académicos desmienten que el naufragio de la flota de Luis XIV haya sido descubierto en 2018, tal como se planteó en una reseña en la que se atribuye el hallazgo al arqueólogo José Miguel Pérez-Gómez

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El pasado 9 de marzo del 2024 se publicó en El Estímulo un artículo sobre el hallazgo del naufragio más grande del mundo en su tipo, el cual se encuentra en aguas venezolanas, específicamente en la isla Aves de Sotavento del archipiélago Las Aves.

No se conoce hasta la fecha otro naufragio que reúna igual o mayor número de embarcaciones en un mismo lugar y contextualizadas a un mismo evento como el naufragio de la flota del rey Luis XIV. La reseña periodística en la que se atribuye al arqueólogo José Miguel Pérez-Gómez el descubrimiento de este naufragio provocó muchas reacciones tanto en la opinión pública como en la comunidad académica y científica, especialmente en los gremios de la Arqueología, la Antropología y la Historia.

En las redes sociales se debatió sobre la nota, también en comunicados de prensa y en los medios de la UCV. Igualmente se organizó un conversatorio de desmentido, donde se presentó la revisión profunda y sistematizada de antecedentes sobre exploraciones previas a este naufragio. A esto se sumó una solicitud formal de derecho a réplica, que plantea la siguiente sentencia: el naufragio de Luis XIV no fue descubierto en el año 2018, sino mucho antes.

Conversatorio con la comunidad académica y la opinión pública, impartido por los expertos en Arqueología e Historia Dr. Carlos Martín La Riva y Dr. Luis Farage Dangel. Escuela de Antropología de la UCV. Fotografía de Reybert Carrillo

El naufragio y algunos datos

Hay consenso en todas las partes al afirmar que se trata del naufragio más importante en el mar Caribe ocurrido en el siglo XVII; que fue un acontecimiento medular para definir parte del desarrollo de la historia en el Caribe y que representa un hito histórico, arqueológico y cultural inconmensurable para el país. En tal sentido, es preciso terminar de dibujar una caracterización del evento con datos omitidos en la primera nota.

Aproximación cartográfica de Aves de Sotavento. Fuente: Konrad Antczak

Luis Farage Dangel es doctor en Historia, oficial retirado de la Armada venezolana, presidente de la Sociedad de Estudios de Arqueología Subacuática y docente de la escuela de Historia de la UCV. Sus líneas de investigación se han concentrado en el estudio e investigación de la historia naval como también del patrimonio cultural subacuático venezolano, por lo que posee amplio conocimiento sobre el naufragio de Aves de Sotavento.

«El naufragio de la escuadra de Luis XIV es el gran desastre naval francés del siglo XVII. Su ocurrencia echó por tierra la iniciativa francesa por tomar Curazao, Bonaire y Aruba, luego Maracaibo, para así dominar el Caribe», explica Farage Dangel: «De haberse concretado esto, habría cambiado la historia como la conocemos».

Además, señala el profesor Farage Dangel: «Para este fin, la escuadra francesa fue comandada por el vicealmirante y conde Jean d’ Estrées, y estaba conformada por 31 buques de guerra entre los cuales había varios buques de línea de tres puentes, artillados con 74 cañones, la mayoría de bronce, siete fragatas, varios buques filibusteros y buques de apoyo. Los buques de línea tenían en sus ‘espejos de popa’ formidables obras de ebanistería con imágenes y simbología del rey Sol, bañadas en oro».

«No hay descubrimiento cuando hay un hecho público y notorio. El mismo rey mandó a rescatar sus cañones cuando se enteró del naufragio. Entonces, tú no puedes decir que descubriste algo que está documentado desde hace siglos»

Carlos Martín La Riva, arqueólogo y antropólogo

Advierte el experto que en el siglo XVII ya se sabía del naufragio, y lo conocía el imperio francés, por eso el propio rey Luis XIV encomendó para la tarea de rescate al contraalmirante Job Forant, quien logró rescatar 390 piezas de artillería de bronce y otros objetos de valor de los buques naufragados y elaboró los mapas, planos y cartografía donde detallaba la ubicación de las naves siniestradas.

«Técnicamente es Forant quien hace el descubrimiento entre noviembre de 1678 y marzo de 1679. De su expedición derivó un informe que detallaba la cartografía de la isla, la batimetría del arrecife y la ubicación de las embarcaciones«.

Para Farage, la labor de ubicación del naufragio y recuperación de los cañones de bronce hundidos fue un auténtico ejercicio de cartografía, planimetría, georreferenciación y salvamento subacuático. Forant ejecutó –sin que ese fuera su objetivo– la primera expedición para dar con la ubicación del naufragio.

La controversia

El profesor Carlos Martín La Riva, arqueólogo y antropólogo, subdirector de la Escuela de Antropología de la UCV, es incisivo al referirse al que cataloga como el “supuesto descubrimiento” del naufragio de Aves de Sotavento. Le dice a El Estímulo: «No hay descubrimiento cuando hay un hecho público y notorio. El mismo rey mandó a rescatar sus cañones cuando se enteró del naufragio. Entonces, tú no puedes decir que descubriste algo que está documentado desde hace siglos«.

El experto en Arqueología y subdirector de la Escuela de Antropología de la UCV, Dr. Carlos Martín La Riva, en el conversatorio sobre el naufragio. Fotografía de Reybert Carrillo

«Algo que ya está en notas de prensa de diferentes épocas, en productos cartográficos de distintos tipos y en informes técnicos, no está sujeto a descubrimientos. Atribuirse el supuesto hallazgo del naufragio de Aves de Sotavento es un despropósito y un irrespeto al trabajo de mucha gente», agrega.

Los profesores y expertos Luis Farage Dangel y Carlos Martín La Riva consideran que cualquier trabajo reciente en torno a este naufragio es una investigación sobre la documentación ya escrita, pero de ninguna manera debe ser considerado un descubrimiento.

Durante los siglos XVIII y XIX hubo un vacío en el estudio del naufragio y no es hasta la segunda mitad del siglo XX que vuelve a investigarse. Esta vez desde la arqueología venezolana.

«Si a alguien puede atribuírsele el (re)descubrimiento del naufragio de Aves de Sotavento es a personajes como Antonio Valbuena, Gino Bernardi, Gonzalo Rodríguez del Villar Donald Goddard o Alejandro Selmi, quienes, en el transcurso de la década de los años 60, efectuaron verificaciones y prospecciones subacuáticas sobre la escuadra francesa y ofrecieron resultados de altísimo nivel sobre este hecho público y notorio», aclara Farage.

Según los expertos, un levantamiento arqueológico subacuático de este tipo conlleva una labor multidisciplinaria de muchas implicaciones técnico-metodológicas y de permisología, pues los restos del naufragio ya están incorporados al arrecife y removerlos o perturbar este espacio puede conllevar a ecocidios de distintos grados.

Proyección cartográfica-batimétrica de Aves de Sotavento. Fuente: Dulce Arocha, Adolphe Oscar Debrot y Ana Yranzo

Sobre esto Luis Farage apunta: «Al conversar hace tiempo sobre este tema con Andrzej Antczak, él me explicaba que para el estudio del naufragio de Aves de Sotavento se debía dividir el área en tres grandes sectores. Por cada área inspeccionada y levantada se requiere al menos de tres años de trabajo en laboratorio, pues hay que preservar, validar, clasificar, asociar, catalogar, detallar y correlacionar la información obtenida con el contexto. Es un trabajo inmenso que, de ninguna manera, se logra solo con un par de visitas exploratorias».

Hasta en RCTV

Los trabajos de investigación de los años 60 no son los únicos antecedentes que expertos como Farage y La Riva toman en cuenta para alegar que es un despropósito afirmar que el naufragio se descubrió en 2018. Desde los años 70 en adelante también hubo actividad en torno al hecho que incluyen material audiovisual y jornadas de exploración.

Para Luis Farage es fundamental ubicar a cada actor y a cada narrativa en su lugar, y para ello considera necesario revisar con detenimiento los aportes más relevantes sobre el naufragio: «En el año 1998 Charles Brewer-Carías estableció los enlaces para que Barry Clifford –arqueólogo y cazador de tesoros norteamericano– viniera a Venezuela con la BBC-PRIME, con el fin de producir un documental titulado ‘Journeys to the Bottom of the Sea’ y el libro ‘The Lost Fleet’, siendo este título una de las publicaciones recientes de mayor alcance mediático y comunicacional en torno a este tema».

Documental de la BBC-PRIME ‘Journeys to the Bottom of the Sea’

Sobre la incursión de Clifford y Brewer-Carías en el archipiélago Las Aves, explica: «Este trabajo es el producto de una visita de ocho días que hizo el explorador estadounidense a Aves de Sotavento junto a Charles Brewer-Carías en octubre de 1998. Aunque es un documento que carece del rigor técnico-académico y metodológico para ser catalogado como levantamiento arqueológico per se, sí resulta un muy buen insumo bibliográfico y uno de los antecedentes de cabecera para comprender el naufragio».

Portada del libro ‘The Lost Fleet’. Fuente: Barry Clifford

El arqueólogo y experto Carlos Martín La Riva también tiene sus reservas estrictamente técnicas con el libro, pero lo considera un antecedente fundamental, pues ayudó a abrir las puertas para la discusión sobre el tema, especialmente a nivel internacional.

Charles Brewer-Carías en Aves de Sotavento. Fuente: BBC

«Es importante reconocerle a la exploración de Barry Clifford y Charles Brewer-Carías en Aves de Sotavento el haber corroborado la ubicación de los buques franceses que allí naufragaron en el siglo XVII. Esto fue, sin dudas, un gran aporte a esta investigación arqueológica», señala La Riva.

Andrzej Antczak en el documental ‘Islas del Olvido’. Fuente: RCTV

Por otra parte, durante 1992 y 1993, María Magdalena y Andrzej Antczak, junto con Alejandro Selmi, Carlos Wilkerman y Mike Osborne, jugaron un rol importante en la investigación y divulgación referente al naufragio francés de Luis XIV. Los arqueólogos a cargo de la Unidad de Estudios Arqueológicos de la Universidad Simón Bolívar, inspeccionaron el naufragio y lo documentaron en el programa Islas del Olvido’, a través de la serie ‘Expedición’ transmitida por RCTV en el año 1993.

María Magdalena Antczak en el documental ‘Islas del Olvido’. Fuente: RCTV

¿El que publica «descubre»?

José Miguel Pérez-Gómez, quien se atribuyó el descubrimiento, en abril dio unas declaraciones en una entrevista que le hicieron en la emisora Onda 95.1 de Puerto La Cruz en las que matiza el punto controversial del descubrimiento: «Ha habido notas por allí diciendo que yo descubrí este sitio y verdaderamente no lo hice, pues desde 1678 el naufragio es de conocimiento público. Lo que yo sí he hecho es publicar sobre este lugar, del cual hasta ahora no se había hecho nada, ningún trabajo en términos académicos«.

«Esta investigación que yo realizo es el primer trabajo arqueológico sobre este gigantesco naufragio y lo visibiliza por primera vez en el mundo académico, por eso fui invitado a participar en el ‘89th Annual Meeting New Orleans’ de la Sociedad Americana de Arqueología en los Estados Unidos«, añadió Pérez-Gómez.

Tras los primeros comentarios en las redes en los que se cuestionaba la atribución de ser él el descubridor del naufragio, Pérez-Gómez fue consultado nuevamente por El Estímulo. En una nota de voz de cinco minutos, Pérez-Gómez condensa la historia con algunos entretelones y se enfoca en un aspecto: en que fue él la primera persona en hacer una publicación de carácter científico sobre el naufragio.

Estas son sus palabras:

«Mi tesis de grado se hizo sobre este naufragio. Y esa tesis de grado es la primera vez que se publica científicamente el hallazgo. Este sitio es conocido desde la década de los 70, no por Brewer-Carías, estos fueron unos pescadores que reportaron a un señor pescador de apnea que iba a pescar allá en el archipiélago, de nombre Heinz Cardona, y a Rodolfo Plaza. Ellos son los que le comunican a Brewer sobre este sitio. Pero Brewer nunca lo investiga.

Estos pescadores fueron los primeros que lo vieron y ellos se referían a este sitio como un lugar con unos tubos sumergidos. Esto lo describo todo en mi tesis de grado que, como te digo, es el primer documento científico que habla sobre este naufragio, porque antes de eso, obviamente hay documentos históricos.

Yo en una ocasión estaba haciendo una expedición contratado por el señor Maxwell Kennedy, que es el sobrino del presidente John F. Kennedy. El me contrata para que lo lleve al Auyantepui. Cuando estamos en el Auyantepui él me dice ‘quisiera volver a Venezuela y me gustaría hacer algo más interesante y que deje algún conocimiento científico’. A continuación, le digo: conozco dos naufragios, uno de ellos está en Aves de Sotavento. El se decide por el naufragio de Aves de Sotavento. En aquella ocasión yo era un muchacho, tenía veintipico de años, le digo a Charles Brewer que este señor tiene la intención y entre Brewer y yo organizamos una primera visita al sitio de Aves de Sotavento en el año 1998. Pero la iniciativa no fue de Brewer, la iniciativa siempre fue mía.

¿Qué ocurre? Al siguiente año se hace otra expedición en la cual no me llevan, me dejan de lado. Bueno, chévere. No pasa nada. Pero cuando voy a hacer mi tesis de grado yo recojo todo el material que tienen tanto Brewer, como su hija y otras personas que estuvieron allí, lo organizo, lo estudio, lo preparo y se lo dono al Museo Marino de Margarita. De tal forma que aquí no hay nada grave. Aquí lo único que cuenta y lo que tiene relevancia en realidad no es lo que dice la gente sino las publicaciones científicas que tienen que ver con ese sitio. Y lo puedes constatar, pues leer toda mi tesis en Akademia y allí vas a ver que yo describo toda la historia, cómo se llega a este naufragio, que causó muchísimo revuelo porque en la segunda expedición en 1999 –donde no me invitan- ahí llegó un señor que era un cazatesoros y se armó un medio escándalo…

Pero a partir de esa segunda expedición más nunca se hizo nada. Y en ciencia es muy importante publicar. Y ni Brewer, ni nadie, publicaron algo científicamente. El primer trabajo científico que contextualiza ese naufragio lo escribo yo. Y el siguiente trabajo, que es el que tienes reseñado, es mío también. Y si ves los créditos, yo agradezco tanto a Brewer como a las otras personas que participaron. Pero ninguno de ellos escribió nada, ni hizo ningún estudio, ninguna contextualización, mucho menos un trabajo arqueológico. Brewer no es arqueólogo, Brewer es dentista; su hija creo que es veterinaria… pero hasta ahora ninguna persona ha hecho ningún trabajo ni ninguna publicación que tenga que ver con esto. Y esto es constatable, académicamente hablando. Y si alguien resuella por la herida en este momento, ese no es mi problema.

Nadie publicó antes nada y por lo tanto esta publicación forma parte de una partida nacimiento de ese naufragio que hasta ahora era totalmente desconocido en términos arqueológicos«.  

No «descubre» el que publica

El profesor Carlos Martín La Riva objeta con contundencia esa premisa explicando que todo recurso que refiera el tema desde una base técnica y metodológica que sea verificable, medible y comparable cuenta como antecedente de investigación y como tal debe ser considerado y reseñado.

«No hay nada más peligroso para la ciencia que la falta de rigurosidad académica, y decir que en la arqueología descubre quien publica es un sinsentido. Igualmente, es desafortunado restarle mérito a otros trabajos que claramente cuentan como antecedente de la investigación del naufragio de Aves de Sotavento por el solo hecho de no ajustarse al formato de artículo científico», apunta el arqueólogo Carlos Martín La Riva.

Además, sostiene: «Los libros y periódicos, las estatuas y el material iconográfico; un programa de radio o de televisión cuentan perfectamente como fuente de información. Todo sirve como insumo referencial si se ajusta al contexto que se está investigando, si se referencia de forma adecuada y si goza de criterio metodológico y divulgativo. El naufragio de Aves de Sotavento tiene demasiadas referencias verificadas en materia de investigación como para que alguien se atribuya su descubrimiento en estos tiempos o argumente que fue el primero en documentarlo de forma sistematizada».

La permisología ambiental y patrimonial

En Venezuela hay espacios naturales cuyas características ecosistémicas los hace sujetos de diferentes formas de gestión ambiental.

El archipiélago Las Aves está bajo la jurisdicción del Territorio Insular Francisco de Miranda y se rige por normativas emitidas por el Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos (INEA), que exige, además, la presencia de la Armada, por lo que investigar el patrimonio arqueológico que allí reposa requiere toda una recaudación de permisos para movilizarse en el lugar.

Modelo digital de elevaciones que muestra la batimetría de Aves de Sotavento. Elaboración: Rodrigo Lazo

La razón de que la permisología en lugares como Aves de Sotavento sea tan estricta es que la configuración ecosistémica y paisajística imperante se asocia a niveles muy altos de fragilidad ambiental. Cualquier perturbación que ocurra allí debido al estudio e investigación in situ puede desencadenar grandes ecocidios, y esto sería realmente grave para la funcionalidad del espacio natural. Los balastros y restos arqueológicos del naufragio de Luis XIV ya están fusionados al arrecife y removerlos o perturbarlos puede afectar a las extensas filas de corales, esponjas marinas y otras formas de vida que allí habiten.

El ente encargado de regular la práctica arqueológica en Venezuela es el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) y el ente que rige la administración de los espacios acuáticos es el INEA. Ambos organismos son, pues, los que otorgan los permisos para expediciones que tengan como objetivo el estudio del naufragio francés de Aves de Sotavento. Hacerlo sin permisología es considerado un motivo de penalizaciones y sanciones por parte del ente rector. Este fue un punto abordado en el conversatorio académico porque allí se planteó la duda sobre si las expediciones al naufragio han contado o no con los permisos necesarios.

«Desde el punto de vista arqueológico, en Aves de Sotavento hay mucho por hacer todavía en el marco de la investigación sobre este naufragio, pero hay que tener en cuenta que trabajar con ligereza y moverse sin los permisos necesarios dentro de este lugar resulta perjudicial para el ecosistema, para la institucionalidad y para el propio gremio. Es por eso que, para que un estudio de alto nivel arqueológico pueda ser considerado como tal, no debe omitir los pasos necesarios ante el IPC y cualquier institución que norme las actividades en espacios como Aves de Sotavento», concluye La Riva.

Luis Farage Dangel y Carlos Martín La Riva, dos profesionales preocupados por la ética académica y el legado a las nuevas generaciones de Arqueólogos, Antropólogos e Historiadores del país. Fotografía de Reybert Carrillo
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