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Quién fue Andrei Sájarov y porqué es tan importante el premio que lleva su nombre

Instaurado en 1988 por el Parlamento Europeo, el premio que lleva el nombre del científico y activista por los derechos humanos Andrei Sájarov se concedió por primera vez a Nelson Mandela, y desde entonces ha reconocido a figuras de primer orden en la lucha democrática en distintos países del mundo

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María Corina Machado

La noticia de que el Parlamento Europeo haya decidido conceder el premio Sájarov a María Corina Machado y Edmundo González Urrutia es sin duda un claro espaldarazo europeo a la lucha prodemocracia, que desde el terreno electoral, han protagonizado tanto el candidato como la líder opositora en este 2024, en Venezuela.

Más que el valor en metálico del premio, el galardón en sí constituye un reconocimiento de primer orden que coloca a Machado y González Urrutia en la vitrina global como defensores de derechos humanos. Y esto no es menor, no es un premio a líderes políticos, sino a defensores de derechos humanos. Ambos referentes de la oposición prodemocracia venezolana han pasado a ser vistos como protagonistas de una gesta enfocada básicamente en un derecho humano, el derecho a elegir libremente de los venezolanos.

Andrei Sájarov es uno de esos personajes complejos del siglo XX. Destacado científico en la entonces Unión Soviética, e intelectual que comulgaba con los postulados comunistas de su época, tuvo un rol protagónico en el desarrollo de las armas de destrucción masiva, una de las grandes obsesiones de Moscú tras presenciar el poderío de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre Japón para poner fin a la segunda guerra mundial.

El primer dispositivo atómico soviético se ensaya el 29 de agosto de 1949. A partir de 1950, Sájarov jugó un papel destacado en el desarrollo de la bomba de hidrógeno o bomba H. El primer dispositivo de fusión soviético entró en pruebas el 12 de agosto de 1953, según reseña Wikipedia. Este hombre de ciencia, hasta ese momento sin cuestionarse el uso que se le daría a estas armas, pasó a ser parte de la nomenclatura. En ese 1953 fue elegido miembro de pleno de la Academia de Ciencias de Rusia y se le otorgó la primera de sus tres medallas de Héroe del Trabajo Socialista.

Tras presenciar la carrera armamentística que tuvo lugar en el contexto de la guerra fría que protagonizaron esa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Estados Unidos, y especialmente el desarrollo de misiles con ojivas nucleares, Andrei Sájarov vive un punto de inflexión personal.

El cambio radical en el científico tiene su primera expresión en una carta privada que envía al gobernante soviético Leonid Brézhnev en 1967. Brézhnev precisamente fue el responsable del lado soviético de embarcar al gigantesco país comunista en esta carrera nuclear, en competencia con Estados Unidos. Sájarov le solicitó un rechazo unilateral (por parte de Moscú) a los misiles nucleares, por el riesgo de destrucción masiva que ello implicaba, dada la proliferación de este tipo de armamento en esos 1960.

Un año después, y ante la falta de respuesta oficial a su carta, el científico da sus primeros pasos en lo que sería su activismo por los derechos humanos, que le significó distintos castigos, restricciones y sanciones. A mediados de 1968 publicó su ensayo “Progreso, coexistencia pacífica y libertad intelectual”, en el que reafirmaba lo expresado en la carta privada y defendía el derecho a expresarse con puntos de vista disidentes al poder establecido.

El gobierno reaccionó de inmediato, en respuesta a este ensayo y a su autor se le prohibió investigar en cualquiera de los centros científicos y laboratorios militares de la URSS y se le retiraron todos los honores y condecoraciones que había recibido previamente.

Lejos de amilanarse, Sájarov siguió activo y en 1970 participó en la fundación del Comité por los Derechos Humanos, una experiencia pionera en la Moscú de entonces, en la que el control del régimen comunista era férreo. Dada su formación intelectual y su larga experiencia dentro del sistema oficial soviético, el poder de Sájarov estaba en las palabras, en escritos, intervenciones (en lugares controlados y público reducido) y en entrevistas con medios internacionales de prensa.

En 1975 recibió el Premio Nobel de la Paz y entonces se le llamó «un portavoz de la conciencia de la humanidad». No se le permitió salir de la URSS y fue su esposa la que recibió el premio.

Detenido al inicio de 1980, por su participación en las protestas pacíficas en contra de la invasión soviética de Afganistán, terminó siendo confinado y aislado en Gorki, una ciudad pequeña y muy controlada entonces, en las afueras de Moscú. Se le impidió tener contacto con extranjeros, no podía acceder a la prensa y se le retiró la línea telefónica.

El aislamiento de Sájarov se prolongó por seis años hasta que en la Unión Soviética asumió el poder Mijaíl Gorbachov, y éste dio inicio a sus políticas aperturistas conocidas como perestroika y glásnost. Fue el propio Gorbachov quien dio la orden de instalar un teléfono en el apartamento de Sájarov para poder comunicarle personalmente su puesta en libertad.

Entonces un Sájarov, ya de 65 años, pudo volver a Moscú y se involucró activamente en el proceso de apertura política que empujaba Gorbachov. Pudo agradecer la decisión del Parlamento Europeo de crear un premio con su nombre, en 1998, e incluso un año después fue elegido diputado independiente del nuevo cuerpo legislativo, el Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS.

Falleció en 1989 poco después de recibir el International Humanist Award de la International Humanist and Ethical Union. Tenía 68 años.

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