El Adviento marca el inicio de la preparación cristiana para la Navidad. Esta tradición, que comienza cuatro domingos antes del 25 de diciembre, incluye la emblemática corona de ramas perennes y cuatro velas, cada una con un significado espiritual
Al llegar diciembre, las familias se preparan para la temporada navideña: arman los arbolitos, hacen las hallacas y algunas colocan la corona de Adviento, una tradición cristiana que simboliza la preparación para la Navidad.
La palabra, que viene del latín adventus, significa “venida” o “llegada”, y hace referencia a la llegada de Jesús. Sin embargo, no siempre fue así. En los siglos IV y V, en zonas como España, el adviento era la época en donde los feligreses se preparaban para el bautismo de los nuevos cristianos, el cual se llevaba a cabo en la festividad de la Epifanía, también conocido como el Día de los Reyes Magos.
Sin embargo, ya para el siglo VI se comenzó a asociar con la llegada de la Navidad en el Imperio Romano.
El Adviento es el período de preparación para el nacimiento del Niño Jesús, según la Iglesia católica. Generalmente se inicia cuatro domingos antes del 25 de diciembre. Cada semana tiene un significado especial y se centra en temas como la esperanza, la paz, la alegría o el amor.
La corona de Adviento y las velas que la acompañan son una tradición que comenzó en la Edad Media, específicamente gracias al pastor alemán Johann Wichern que utilizaba la corona y las velas para enseñarle a los niños sobre el Adviento.
Se utilizaban coronas de ramas de hoja perenne —aquellas que permanecen verdes durante todo el año— y cuatro velas que representan las cuatro semanas previas a la Navidad.
Según la Iglesia, la corona representa la eternidad de Dios, porque no tiene principio ni fin. Las hojas simbolizan que la vida continúa, y cada tipo tiene un significado particular.
De acuerdo con la organización benéfica Mercy Home for Boys & Girls, si la corona tiene hojas de laurel simboliza la victoria sobre la persecución y el sufrimiento; si es de pino, representa la inmortalidad; el cedro simboliza la fuerza y la curación; y las piñas alrededor representan la vida y la resurrección.
Las velas también tienen colores con significados específicos: tres son moradas —encendidas el primer, segundo y cuarto domingo— y representan momentos de reflexión y oración. La cuarta vela, de color rosa, se enciende el tercer domingo y simboliza la alegría.
Este año inicia el 30 de noviembre y se extiende hasta la víspera de Navidad, el miércoles 24 de diciembre.
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