El Estímulo

El fútbol es de ellos y nadie más

Joseph Blatter es un saco de contradicciones. En su comparecencia del lunes, cuando debía anunciar la fecha de las elecciones que él mismo convocó, sorprendió al más pintado y se "otorgó" unos meses más al mando de la FIFA, quien sabe para qué. Una medida que deja bien claro que el fútbol de la gente es un cuento de abuelas de pueblo, porque lo que el suizo confirma con su decisión es que todos, usted y yo, no somos más que seguidores de una actividad en la que quienes la comandan nos ven como simples consumidores, nunca como gente pensante.

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(Arnd Wiegmann/Reuters)

El ejemplo del anciano dirigente no es una excepción; en Argentina, por ejemplo, los familiares del fallecido Julio Humberto Grondona detentan la fuerza necesaria para influir, amenazar y «atraer» periodistas. Es una práctica habitual en la historia de la humanidad, no olvidemos que por estas tierras fue tal la influencia del Benemérito Juan Vicente Gómez, que aún hay quienes especulan con la posibilidad de que su fantasma supo gobernar a esta nación por un par de días.

Pero le hablaba de fútbol y de cómo esta actividad se ha convertido en el reino de lo posible. Hasta hace un par de meses, César Farías comandaba una potente campaña con la clara intención de competir por la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol, y arrebatarle al eterno Rafael Esquivel la perpetuidad de su mandato. La lógica hacía concluir que tras el arresto de Esquivel en Suiza, y su más que probable extradición a Estados Unidos, César y los suyos impulsarían aún más su candidatura y sus propuestas, pero inexplicablemente -al menos ante los ojos de los que no conocemos el manejo del poder y las ambiciones- la ausencia del imbatible dirigente margariteño calmó las aguas, y las miserias que requerían una inmediata intervención, quedaron de lado, ya no son urgencias. Farías y los suyos no tienen por qué explicarnos sus decisiones, como tampoco nosotros tenemos la obligación de comprar paquetes chilenos.

No miento ni exagero. El fútbol es como cualquier actividad, y teniendo en cuenta la naturaleza del ser humano, no es más que tierra fértil para el individualismo y el egoísmo; el «yo» primero que «nosotros», porque así somos y no hay nada que hacer. La historia nos condena. Este es un deporte colectivo en el que se enfrentan dos equipos, pero curiosamente lo que más pide la prensa, el público y hasta la gran mayoría de los entrenadores es que ante cualquier adversidad, aparezca algún destello individual que los salve. ¿Salvarlos? Sí. Al hincha de la amargura que produce una derrota; al entrenador de perder su trabajo, y a los dirigentes para que el fanático y la prensa olviden el rídiculo, explicado perfectamente a través de las siguientes capturas:

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Mientras recuerdo a Dante Panzeri y su frase «Lo moderno puede no ser progresista«, sólo puedo decirle, mi estimado lector, que no miento ni exagero: el fútbol es la tierra de los sueños, el territorio de lo posible, pero para ellos, los que mandan, los que deciden cómo y hasta cuando se quedan.

Salud, señor Blatter, larga vida a su ejemplo.

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